Según un informe de la BBC Mundo, Corea del Norte poseería más de 1000 misiles de diferente alcance, algunos de los cuales podría llegar a Estados Unidos y tendrían capacidad nuclear, química y bacteriológica. Por su parte, el líder norcoreano, Kim Jong-un, aseguró que su país ya se encontraría en la última etapa del desarrollo de un misil balístico intercontinental que permitiría atacar partes de Estados Unidos.

En su discurso del Seol-nal, o Año Nuevo lunar coreano, el dirigente de ese país se expresó en contra de la posible intervención estadounidense en el país y amenazó con una respuesta basada en “la fuerza de las armas”. A esto agregó “estar preparados para una guerra nuclear”. El mismo día, se realizó el tradicional desfile donde el país muestra parte de su potencial militar.

Mas allá de las amenazas de Donald Trump, Corea del Norte estaría en la última fase de desarrollo de su misil de mayor alcance, bautizado con el nombre de KN-08 o Hwasong-13. Este es uno de los motivos que llevarían al presidente estadounidense a justificar una invasión del país asiático, motivo por el cual durante el último tiempo desplegó portaviones y amenazas hacia la región.

Trump aseguró los últimos días que la fabricación del misil intercontinental por parte de los asiáticos “no sucederá”. Sin embargo desde el pentágono se cree que la península norcoreana ya contaría con unos seis misiles KN-08 y contaría con la tecnología necesaria para miniaturizar cabezas nucleares.

Estas sospechas se basan en que, en septiembre de 2016, Corea del Norte probó un nuevo motor de propulsión que podría lograr alcance intercontinental de su arsenal misilístico. El domingo último se realizó una quinta prueba, que resultó fallida pero que, según los especialistas, es muy valiosa para perfeccionar su armamento.

Ante estos lanzamientos, en las últimas horas dos personas del pentágono informaron a The Guardian que Estados Unidos analiza derribar los misiles de Corea del Norte durante sus pruebas, lo cual incrementaría la tensión en el lugar. El secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, sugirió la posibilidad al Congreso. Sin embargo, las fuerzas militares no deciden aún la intervención, que conduciría posiblemente a que se desate la guerra. 

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