Preocupa el consumo problemático de tecnología en menores de 3 años

Demasiado tiempo frente a las pantallas puede tener consecuencias sobre el desarrollo infantiles tales como altos niveles de estrés, ansiedad y depresión.

Preocupa el consumo problemático de tecnología en menores de 3 años

Foto: gentileza ispop.com

Cuando hablamos o leemos sobre consumo problemático, lo primero que viene a nuestras mentes son imágenes vinculadas con mujeres desesperadas en los shoppings, compradores compulsivos, adolescentes que cambian permanentemente sus dispositivos por cada vez mayor y mejor tecnología, o cualquier tipo de consumo ligado a sustancias tóxicas como el alcohol o el tabaco. Pero desde hace ya algunos años, los publicistas han bajado el rango de edad al que van destinados ciertos hábitos de consumo y hoy, una de las poblaciones de consumidores más atractivos para algunos productos va de los 5 a los 11 o 12 años.

Para quienes trabajamos en el área de la Atención Temprana del Desarrollo Infantil, sea en consultorios de crianza, centros de desarrollo infantil, jardines maternales, entre otros, se constituye hoy como una preocupación el consumo problemático en niños menores de tres años de televisión, dispositivos digitales, juegos electrónicos. El hecho de que un niño pase demasiado tiempo frente al televisor y otras pantallas (computadoras, consolas de videojuegos, teléfonos móviles y tabletas) puede tener consecuencias sobre su desarrollo tales como altos niveles de estrés, ansiedad y depresión.

El inicio del contacto del niño con las pantallas es promovido, únicamente, por un adulto que de una u otra manera cree que esto es bueno para él. Desde el concepto de entretenimiento hasta el de estimulación de la inteligencia, las variadas argumentaciones dejan de tener sentido cuando efectivamente en lo que se constituye ese tipo de consumo es en un obstaculizador del desarrollo infantil –aunque nada aporte tanta tranquilidad a ciertos padres como tener a sus hijos embobados frente al televisor, limpios, callados, tranquilos y sin rasguños–.

Desde su nacimiento, el bebé necesita de tiempos en compañía y tiempos en soledad, esa soledad que le garantiza el conocimiento inicial de su propio cuerpo, el reconocimiento de la voz de su mamá y después del resto de sus adultos referentes. Es en la relación dialéctica entre soledad y compañía que el niño construye su identidad; el movimiento libre, la calidad de los cuidados maternos, la alimentación natural, hacen de este niño un sujeto de acción, capaz de reconocer sus posibilidades y limitaciones.

Es la relación con el adulto cuidador la que garantiza que este niño crezca sintiendo que es capaz de avanzar y retroceder, de probar, de ir a un ritmo propio, individual y cargado de originalidad. Pero estas condiciones no siempre se dan y en consecuencia nos encontramos con niños muy pequeños "consumidores problemáticos" de pantallas, que poseen altos niveles de irritabilidad, oposicionistas, con muchas dificultades para construir tiempos de espera, que nunca están conformes con nada, intolerantes, tiranos.

El tiempo libre, mejor dicho el tiempo de un niño y fundamentalmente de un niño pequeño, debe estar cargado de interacciones de calidad, de ocio compartido y juego solitario, de ser sostenido y acunado en brazos y de ser dejado en libertad para moverse según sus propias posibilidades, de muchas palabras de adultos presentes y muchos silencios de adultos también presentes. El acceso a la cultura digital que hoy parece debiera ser lo más temprana posible, es más la mejor oferta de un adulto poco competente que una real necesidad infantil.

Como ha dicho el maestro Francesco Tonucci, hay que acostar a los niños leyendo un libro y no mirando televisión…

 

Autora:

Silvina Bascuñán

Fonoaudióloga-Psicomotricista

Especialista en Desarrollo Infantil Temprano

Profesora Adjunta de la cátedra Atención Temprana – Facultad de Educación Elemental y Especial - UNCUYO

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