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05 DE DICIEMBRE DE 2024
Amelia Barreda, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, reflexiona sobre las PASO.
Foto: Archivo / Axel Lloret
La política no se reduce a lo electoral, tampoco se resuelve su definición en los límites de la relación gobernantes-gobernados, ciudadano-Estado. Hay fuerzas políticas y sociales que organizan y resuelven sus demandas en las periferias del sistema político, en confrontación o articulados con el mismo. Sin embargo, la concepción predominante desde la Constitución Nacional en adelante prioriza la representación como la síntesis de la política: el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes. El sistema electoral, entendido como conjunto de reglas y procedimientos que convierten los votos en bancas y cargos ejecutivos, se constituye así en el eje de la forma representativa de gobierno. La selección de candidatos para competir por los cargos de autoridad es parte relevante de este proceso.
Desde la vuelta a la democracia en el 83 y ante la descomposición social, económica y política post-dictadura, se procuró fortalecer los mecanismos y las instituciones de representación política a través de la Ley Orgánica de los Partidos Políticos N° 23298 de 1985, bajo gobierno radical. El avance del neoliberalismo licuó prontamente cualquier pretensión de que la democracia representativa resolviera per se los problemas estructurales de la economía y las fracturas de la sociedad argentina que, en los 90, bajo el menemismo, entró en la noche de la convertibilidad, la apertura externa, la flexibilización laboral, el discurso experto de economistas y la extranjerización de la economía.El estallido social de principios del nuevo siglo implicó un punto de inflexión en Argentina, que expuso la debilidad del sistema de partidos y de casi todas las formas de representación social y obrera frente a los grupos de poder económico. Ante esto, las madres y militantes de derechos humanos, los piqueteros y su enorme capacidad de lucha, las experiencias autogestivas, las asambleas barriales, otras formas de organización y gestión obrera, entre diversos emergentes novedosos, fueron conformando un suelo de demandas y resistencias fértil y complejo que las viejas estructuras partidarias y las circunstanciales alianzas políticas no pudieron procesar. El "¡Que se vayan todos!" marcó lo que sucedió en adelante en un contexto latinoamericano propicio. La construcción de consenso y el objetivo de responder a las demandas del 2001 generó una primavera política y económica que sobredimensionó uno de los partidos del otrora sistema bipartidista argentino, PJ- FpV, ante una UCR en proceso de fragmentación desde la época del Pacto de Olivos (1994).
Finalizando la década, la pérdida de la mayoría en las elecciones legislativas del partido gobernante (FpV, junio del 2009) y el reacomodamiento de las clases hegemónicas aceleraron una reforma política. Se sancionó en diciembre de 2009 la Ley 26571 de Democratización, Representación Política y Equidad Electoral, modificatoria de la ley orgánica anteriormente mencionada. Entre los objetivos que se propone esta norma se contempla, en el título II, la realización de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias.
Las elecciones primarias son un mecanismo de selección de candidatos para cargos electivos nacionales y parlamentarios del Mercosur. Como nuestro sistema es federal y las provincias no delegaron en la Nación, en la Constitución de 1853, su competencia en materia electoral, cada provincia tiene su régimen electoral, que se combina o acomoda a las reglas nacionales; esto aumenta la complejidad de la cuestión y superpone las dinámicas nacionales, provinciales y municipales, de lo cual resulta un calendario apretado de elecciones primarias para elegir candidatos a presidente y vice (segundo domingo de agosto), gobernadores, senadores y diputados, intendentes y concejales (en una variedad de fechas).
Son primarias porque consisten en la primera etapa de un proceso que implica selección de candidatos y, luego, elecciones generales de cargos electivos. Son abiertas porque pueden votar todos los ciudadanos, afiliados o no a una agrupación política (art. 23), obligatorias para electores y partidos aunque conformen una sola lista, a realizarse en un mismo acto eleccionario para todas las agrupaciones políticas; de ahí la simultaneidad (art. 19). Los precandidatos pueden presentarse en una sola agrupación política y para un solo cargo electivo (art. 22) y el umbral para participar en las elecciones generales a realizarse en octubre es alcanzar el 1.5 por ciento de los votos válidos emitidos (art. 45).
Desde una lectura teórico-política institucionalista, se plantea que las instituciones, como reglas de juego, importan y son las que explican en gran medida los cambios sociales. Desde una perspectiva marxiana, se plantea que las instituciones políticas en el sistema liberal representativo expresan a los que dominan, y las leyes se hacen cumplir y distribuyen o concentran lo que está en juego.
Considerando la primera posición, las PASO, como reglas de juego que pretenden reordenar las fuerzas políticas y evitar las fragmentaciones, han chocado con ásperas lógicas partidarias y personalistas. Las regulaciones que establece la ley mentada no muestran sus efectos frente a dinámicas de acumulación política que avanzan sobre las identidades partidarias. Desde la segunda posición, se considera que no se ha habilitado efectivamente la participación política y que la correlación de fuerzas sigue siendo desfavorable para sectores históricamente excluidos en la distribución de la renta.
Sin embargo, y para no despachar esta normativa antes de que dé resultados concretos, hay que señalar que apenas lleva dos años desde su aplicación y que hay que preguntarse si la conformación de nuevas fuerzas políticas, que anteriormente no tenían representación parlamentaria, no responde a regulaciones tales como el financiamiento público de las campañas y la propaganda electoral contempladas en la ley. Por otro lado, sus efectos sólo pueden evaluarse en relación con factores económicos, sociales, culturales, internos e internacionales que crean las condiciones de posibilidad o no de un juego político abierto a todas las fuerzas sociales.
Las PASO 2015 han habilitado la conformación de “artefactos políticos”, pero a su vez han estimulado la militancia y la discusión en un contexto regional e internacional complejo. Tenemos más preguntas que respuestas a esta altura de los acontecimientos.
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