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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Para la psicopedagoga Nancy Caballero una escucha atenta es la clave para que los adultos puedan ayudar a gestionar miedos y ansiedades en la infancia. Cuándo pedir ayuda. El rol central de la maestra.
Las clases en la primaria comenzarán en marzo, de acuerdo a lo informado por el gobierno escolar. Foto: ilustrativa/Télam
Verónica Gordillo
Publicado el 16 DE FEBRERO DE 2021
Una escucha atenta, es decir poner la oreja y poner el corazón. No interpretar, no diagnosticar, no trasladar las propias inseguridades, simplemente porque el centro deben ser ellas y ellos, no los adultos. Ese es el primer consejo práctico de la psicopedagoga Nancy Caballero para que la familia acompañe a sus hijas e hijos en la vuelta a las aulas, porque asegura que esa escucha atenta es lo único que permitirá brindarles herramientas para que puedan gestionar sus emociones, tantos si tienen miedo de volver, como ansiedad por ver a su maestra y a sus pares.
Parece una fórmula simple, casi obvia; pero no. Caballero explica a Unidiversidad que los adultos no estamos acostumbrados a escuchar en serio, que solemos interpretar lo que nos dicen, hablar por ellos y ellas, englobar sus palabras en generalidades como “es una persona miedosa, es vaga, es ansiosa” y millones de etcéteras. Por eso, cree que este momento, la pandemia y el impacto que tuvo y tiene en la niñez, requiere que los adultos entiendan que son adultos, que son los responsables y que deben hacer un esfuerzo por no trasladar sus propios miedos y ansiedades a los más chicos y sobre todo por escuchar en serio, teniendo en cuenta que deben darles un mensaje de tranquilidad y de flexibilidad, porque nadie sabe si en algún momento será necesario volver atrás.
La doctora en Psicología no se queda en las definiciones, sino que brinda consejos prácticos para que los adultos cuenten con herramientas a la hora de abordar la conversación, para saber qué preguntarles a las y los chicos, proponer respuestas y -sobre todo- tener claridad de cuándo es indispensable buscar ayuda, porque el miedo se sale de los carriles normales.
Aquí algunos de los consejos para abordar la charla, que si bien están orientados a quienes cursan la primaria, son válidos para otros niveles.
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El acento en la flexibilidad y en lo que recuperamos
Trabajo interno de los adultos: Caballero explica que este es el primer paso, porque los y las pequeñas son una “caja de resonancia” de las situaciones que viven en su familia. Dice que es tan malo transmitir una ansiedad excesiva respecto de la vuela a clases, como si fuera una etapa pre pandemia, como un miedo desmedido por la posibilidad de contagio. Frente a los más chicos -expresa la profesional- es necesario un mensaje más neutral, más equilibrado, aunque después entre adultos nos enojemos o planteemos la necesidad de que vuelvan ya a clases, porque estamos muy presionados con el trabajo y la educación virtual.
Escucha atenta: es necesario disponer de un espacio y un tiempo para permitir que se expresen. Una vez que puedan transmitir lo que les está pasando, sea alegría, temor, ansiedad; es necesario trabajar sobre ese sentimiento de una manera realista, no le puedo decir no pasa nada, volvemos a la vida pre pandemia, sino tener un mensaje más equilibrado, por ejemplo el virus sigue entre nosotros, pero aprendimos a cuidarnos.
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A cada emoción, una herramienta. Tanto si expresan ansiedad como temor, es necesario dar a cada emoción una herramienta para que puedan gestionar esa emoción. Para esto es necesario escuchar, es decir, ayudarlos a definir qué les da tanta ansiedad o a qué le temen. “Darles una herramienta permitirá que las emociones negativas o positivas que tengan frente a la vuelta a clases no se conviertan ni en un obstáculo, ni en una idealización de la situación”, explica la profesional. (Ejemplos en el subtítulo "Herramientas para gestionar las emociones").
La idea de flexibilidad: Es necesario explicarles que volverán al aula, pero de un modo flexible, tal vez algunos días, algunas horas, tal vez si en algún momento se complica la situación sanitaria será necesario volver a la casa. La intención es que tengan un nivel de adaptación a situaciones que pueden o no continuar en el tiempo.
Poner el acento en lo que sí recuperamos: el encuadre de la charla debe girar en torno a la alegría de volver al aula y a la flexibilidad sobre cómo volver. Por ejemplo, subrayar la ventaja de los días que sí irán a la escuela, de los y las amigas y de la maestra que sí podrán ver, aunque algunos días continúen con la virtualidad. “Es importante poner el acento en lo que sí estamos recuperando, sabiendo que lo estamos recuperando por ahora, esto permitirá que así como no vivimos esto como algo definitivo, tampoco vivimos como una gran tragedia que podamos volver atrás si las circunstancias así lo determinan”, subraya Caballero.
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Herramientas para gestionar las emociones
Definir a qué le tengo miedo. Caballero explica que esta es la pregunta central, porque los miedos de los niños y niñas son masivos, es decir a lo que no veo, no sé qué hay. En la charla lo central es que defina a qué le teme: ¿al contagio?, ¿a que sus pares se olvidaron de él o ella?, ¿a no haber aprendido los conceptos en forma virtual y que los reten?, ¿a extrañar a su papá o mamá?, entre muchas posibilidades. En este mismo sentido se puede trabajar con quienes expresan una gran ansiedad. Por ejemplo, ¿por qué solo iremos algunos días?,
Un miedo, una herramienta. Aquí algunos de los ejemplos que brindó la profesional sobre las herramientas que los adultos pueden dar a los más pequeños, no son las únicas. Temor al contagio: decirles que no se preocupen, que en la escuela van a tomar todos los recaudos y que si no es así, se lo cuentan a la mamá o el papá en forma inmediata. Recordarles que ya aprendieron cómo cuidarse, es decir las medidas de prevención: el uso del barbijo, el lavado de manos, el alcohol, el distanciamiento. Temor a extrañar al papá, la mamá u otro adulto cercano: explicarles que en ese caso la señorita llamará para contarles lo que siente. Temor a que los pares no se acuerden de mí: Proponerles, por ejemplo, hablarles, mandarles un mensajito antes de la vuelta al aula. Temor a no recordar lo que aprendieron: explicarles que no se preocupen, que la señorita los ayudará, que es una situación especial.
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El miedo central: A raíz de su práctica, Caballero asegura que el miedo central de niños y niñas está relacionado con la enfermedad. En este sentido, la profesional dice que es válido darles información oficial, sin dejar de lado la importancia de las medidas de prevención. Por ejemplo, contarles sobre las estadísticas que muestran que los más chiquitos son los que menos se contagian, o explicarles que desde que empezó la pandemia aprendimos, es decir sabemos más del virus, se aprobaron algunos tratamientos para que los pacientes aunque se contagien se puedan mejorar y que hay vacunas. “Es importante poner el acento en que aprendimos y en que existen medidas preventivas. Esto permite bajar muchísimo el temor, porque racionalizas, pones en palabras algo que el chico a veces no sabe cómo explicar”, asegura la profesional.
Señal de alarma. Caballero explica que el miedo es un sentimiento natural y hasta necesario en este momento. Sin embargo, cuando es excesivo los adultos deben pedir ayuda. Encender una alarma: cuando el miedo inmoviliza al niño o niña, cuando se advierten situaciones relacionas con el pánico. Por ejemplo, cuando aun diciéndole que irán a un lugar o a un encuentro donde se respetarán los protocolos y las medidas de prevención no quiere ir, sólo quiere estar en su casa porque es el único lugar donde se siente seguro. No quiere ir a la plaza, ni a tomar un helado, ni a jugar con sus pares, ni a la casa de una tía, ni a ver un espectáculo al aire libre. Estas son señales de alarma, de que ese miedo no se resolverá sólo con una charla familiar, sino que es necesario pedir ayuda.
Manejar la ansiedad. Frente a quienes muestran ansiedad, por ejemplo relacionada a que quieren volver a clases, pero preguntan por qué solo unos días y algunas horas. En este caso es necesario poner el acento en la alegría de volver, en ese día que sí van a compartir con el resto, en esa amiga que sí van a encontrar, siempre siendo realistas y decirles que como el virus aún está presente, por eso se combinarán las clases presenciales y virtuales.
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Vuelta a clases artesanal
Caballero asegura que la flexibilidad que los adultos deben transmitir a chicos y chicas, debería ser la característica central del regreso a las aulas, que sería a partir de marzo.
La especialista propone una vuelta a clases en la que existan tres círculos concéntricos. Un primer círculo rígido, igual para toda la población escolar, que determine contenidos y situaciones mínimas, así como la necesidad de comenzar las clases, de ir a la escuela, a veces en forma presencial, a veces virtual. Un segundo círculo más flexible, que deberá establecer el personal de la escuela en base a las características de la misma y de su alumnado: quiénes volverán al aula, cuántos días, con qué docentes. Y un último círculo absolutamente flexible, que contempla la individualidad: por ejemplo el niño y niña que si no está en la escuela está solo, o cuya familia no lo puede ayudar, donde los adultos trabajan todo el día o que vive en una casa sin las mínimas condiciones, o que no se puede trasladar al colegio, o el que sufrió la muerte de alguien querido a causa de la COVID-19.
“Creo que no hay una forma única de volver a la escuela, porque hay que contemplar situaciones, por eso me parece que debe haber una estructura muy mínima que sea igual para todo el mundo y otras que sean flexibles. Y me parece que es muchísimo más fácil estructurar la vuelta desde lo operativo, es decir la situación edilicia, horario, distribución de grupos; que la otra parte de la que yo habla, y que debe ser absolutamente flexible, porque implica contemplar situaciones personales, por eso creo que la vuelta a clases va a ser muy artesanal”, expresa.
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La niñez en el centro
Caballero subraya la necesidad de dejar de lado peleas y chicanas políticas. Dijo que al igual que en el seno de la familia, nadie debe olvidar que en el centro de todo deben estar la niñez y sus necesidades.
“Creo que padres, docentes, directivos, como quienes dirigen la política educativa, van a tener que pensar que no hay forma de retomar la actividad presencial si no es teniendo en el centro solo al niño y a los intereses del niño. Es un trabajo titánico, pero te aseguro que no hay un docente que no pueda describirte con bastante precisión quienes son los chicos que más los necesitan, quienes son los que no podemos obligar a volver todavía, quienes es mejor que vengan de vez en cuando. Quiero decir que nosotros no podemos ponernos a ver quién tiene la razón y quien gana, hay que confiar en el profesional y sobre todo poner al niño en el centro”, subraya.
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