“La sociedad agrícola prehispánica del altiplano nos aporta información sobre el actual cambio climático”
Lo afirmó el investigador del Conicet Pablo J. Cruz, que recientemente publicó un trabajo sobre cómo estas poblaciones sobrellevaron condiciones ambientales extremas.
Pablo Cruz en un trabajo de campo, en el marco de sus estudios arqueológicos en el noroeste argentino. Foto: Conicet. Gentileza de investigador
El preocupante contexto de cambio climático actual forma parte de la agenda de los organismos internacionales, de gobiernos en distintos niveles y de los movimientos de la sociedad civil. En este marco, la investigación científica interdisciplinaria con un enfoque local y regional resulta fundamental para aportar a una discusión en torno a modelos alternativos de desarrollo sustentable.
En esta línea, Pablo J. Cruz, investigador del Conicet en la Unidad Ejecutora en Ciencias Sociales Regionales y Humanidades (UE Cisor,Conicet-UNJU), y Nancy Egan, becaria posdoctoral del Consejo en el mismo instituto, participaron en la publicación de un artículo de en la revista Ecology & Society.
El artículo aborda las formas de organización social y la construcción de lazos de solidaridad como aspectos esenciales que permitieron a las comunidades agrícolas prehispánicas del altiplano andino, entre los siglos XIII y XV, sobrellevar condiciones ambientales extremas.
La publicación es el resultado de un proyecto de investigación iniciado en 2007 que articula a especialistas en arqueología, ecología, estudios paleoambientales y teledetección. El trabajo fue realizado en colaboración con Richard Joffre, Thierry Winkel y Cyril Bernard, del Centro de Ecología Funcional y Evolutiva (CEFE) de Francia, que depende del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS); la École Pratique des Hautes Etudes (EPHE), el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) y la Universidad de Montpellier (UM).
El artículo publicado presenta algunos de los resultados de un proyecto de investigación internacional en el que participan hace más de una década. Cruz explicó que trata sobre las capacidades que tuvo una sociedad agrícola prehispánica del altiplano andino (Región Intersalar en Bolivia) para adaptarse y sobrepasar las extremas e inestables condiciones ambientales de la región, lo que pone en evidencia un alto grado de cohesión social, al mismo tiempo que bajos niveles de desigualdad.
“A partir del estudio de 49 poblados del Período de Desarrollos Regionales Tardíos (siglos XIII-XV) existentes en la región, se pudo determinar que estos estuvieron compuestos por unidades residenciales independientes y que gestionaron sus propios recursos económicos, pero fuertemente integradas entre sí”, expresó Pablo J. Cruz.
Mapa de ubicación de 49 sitios arqueológicos identificados en la región Intersalar de Bolivia. Imagen: Conicet, gentileza de investigadores
Asimismo, el estudio detallado de 12 de estos poblados permitió medir la desigualdad social aplicando un cálculo de coeficiente de Gini. “Los resultados obtenidos indican un bajo nivel de desigualdad, tanto al interior de cada poblado como entre los 12 poblados analizados. Esto, sumado a los otros datos obtenidos, indica que esta sociedad prehispánica consiguió limitar la concentración de poder y riqueza, y producir de forma sostenible excedentes de alimentos para intercambiarlos con otros pueblos. Los resultados alcanzados proponen un modelo conceptual de baja desigualdad en sociedades agrarias sometidas a entornos ambientales extremos o inestables, donde los mecanismos de cohesión social, cooperación e intercambios de conocimientos resultaron esenciales para hacer frente a la incertidumbre de los recursos naturales. La sostenibilidad de la sociedad está garantizada por un equilibrio entre la acción colectiva y la organización social basada en la familia”, detalló.
En cuanto a cómo se desarrolló el estudio en el altiplano del actual territorio de Bolivia, el investigador del Conicet afirmó que fue a partir del análisis de 549 unidades residenciales correspondientes a 12 de los 49 poblados de la Región Intersalar.
“La investigación proporcionó un sólido conjunto de datos cuantitativos que permitió analizar los coeficientes de Gini de la capacidad de almacenamiento y la superficie de las viviendas. Uno de los aspectos más sorprendentes de esta sociedad es la altísima cantidad de graneros que podemos encontrar en cada sitio, los que hemos podido comprobar que en su gran mayoría estuvieron destinados al almacenamiento de granos de quinua, uno de los pocos cultivos adaptados a las condiciones ambientales de la región. En total, se identificaron más de 8000 graneros, 2767 solo en los 12 sitios estudiados en detalle. Es importante tener en cuenta que, hoy en día, la economía de la región continúa teniendo su base en el cultivo de la quinua, siendo la principal productora de quinua tradicional a nivel mundial”, dijo.
Resulta interesante reflexionar sobre la sostenibilidad ambiental como un equilibrio entre la acción colectiva y la organización social basada en la familia. En ese sentido, ¿cuáles son las continuidades y las discontinuidades de ese modelo en la actualidad? ¿Por qué es importante comprender este modelo prehispánico a la luz de la experiencia social contemporánea?
Además de presentar aspectos de una sociedad altiplánica prehispánica que no se conocían, el modelo puesto en evidencia tiene relevancia en el contexto actual del cambio climático y el debate que este suscita. Los resultados ponen de manifiesto la existencia de un equilibrio entre el control de la producción agrícola por parte de los hogares familiares y la acción colectiva de las aldeas para gestionar los recursos comunes de la tierra. Este modelo social no jerárquico y autorregulado no fue anecdótico, dado que abarcó una vasta región y permitió el desarrollo y la coexistencia de numerosos asentamientos durante más de dos siglos. Los principios y valores de la acción colectiva, combinados con habilidades y conocimientos compartidos, sirvieron para la resiliencia de toda la sociedad, como compensación de la falta de tecnología material y animales de tiro, para hacer frente a un entorno duro e imprevisible.
Fuente: Conicet
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