Con un nuevo protagonismo, las infancias están jugando su propio Mundial en redes sociales
Profesionales de distintos ámbitos coinciden en que ya no son títeres ni mascotas del campeonato. El adultocentrismo en jaque y la importancia de mostrar las emociones.
Las profesionales consultadas aseguraron que las infancias ya no son títeres ni mascotas en el mundial. Foto: Emilio Rapetti/Télam
Niños que entran a la cancha para consolar a un jugador del equipo contrario, que no hacen ningún esfuerzo por disimular la felicidad que les produce ingresar con Lionel Messi al campo de juego, que dibujan su propio álbum de figuritas ante la imposibilidad de comprarlo o se las ingenian para transformarlo en accesible: las infancias han cobrado un nuevo protagonismo durante el Mundial de Qatar, en los medios y redes sociales, producto de una sociedad que problematiza cada vez más su adultocentrismo, según especialistas.
“El Dibu, Armani, Acuña ‘El huevo’, Otamendi…”, dice Vicente, de dos años, señalando sin titubear a cada uno de los 23 jugadores del plantel argentino a medida que su mamá le va preguntando en un video que tiene casi un millón de likes en TikTok.
En otro posteo viral, el venezolano Sebastián Firolamo, de 12 años, recuerda que a este Mundial “no solo lo viven y sienten los que pueden ver”, tras mostrar cómo pudo completar su álbum gracias a que sus familiares y docentes le ayudaron a “adaptarlo a Braille” en simples pasos.
Otra publicación muy popular en redes -más de un 1,2 millones de likes- muestra a un niño mexicano de no más de 4 años rezongando porque le pusieron la camiseta de la selección de su país: “¡Yo quiero ser de Argentina, porque me encanta, y luego Messi no me va a hablar!, dice mientras busca tapar con sus manos el escudo del equipo azteca aunque su madre le explica que el astro lo va a entender y lo querrá igual.
Párrafo aparte merece Leonardo, el hijo de 10 años del seleccionado croata Ivan Perišić que consiguió que los guardias de seguridad lo dejen acercarse a Neymar en el campo de juego tras el partido Brasil-Croacia por cuartos de final, para animar al astro brasileño que lloraba por la eliminación.
También tuvo mucha repercusión un improvisado baile del exjugador Sergio "Kun" Agüero sumándose al espectáculo que estaba dando en un restaurante de Doha el grupo de danza Triplets Ghetto Kids integrado por niños de barrios vulnerables ugandeses.
Sebastián Firolamo, de 12 años, pudo completar su álbum gracias a que sus familiares y docentes le ayudaron a adaptarlo a Braille. Foto: Florencia Downes/Télam
Ni títeres ni mascotas
“Una diferencia sustancial (en este Mundial) es que las infancias ya no están en el lugar de títeres o de mascotas, sino que tienen mucho más claro el rol protagónico que tienen y cómo pueden cuestionar o pensar desde allí lo que el mundo adulto les presenta”, dijo a Télam la psicóloga infantil Constanza Gueglio.
“Las personas adultas también hemos ido mejorando nuestra capacidad de escucha y asimilando que las infancias nos traen preguntas o planteos que pueden generar cambios en las formas adultas de mirar el mundo; desde cómo expresamos emociones, hasta cómo resolvemos conflictos pasando por cómo nos relacionamos con el rival”, agregó.
Por su parte, la escritora infantil y periodista Nadia Fink de Editorial Chirimbote, coincidió en que las niñas y niños “están teniendo más protagonismo” ya sea en las tribunas, en el campo de juego o en las familias o instituciones de las que forman parte; eso luego “repercuten en las redes y desde nuestra cooperativa estamos muy atentos con lo que sucede con las niñeces”.
“Creo que la visibilidad pública (de este fenómeno) también está empujado por las infancias puertas para adentro. En particular me sorprende la cantidad de pibis que están a full con el Mundial, que se juntan para verlo, que lo viven con un fanatismo particular, que lloran y se ríen, tienen todo a flor de piel y expresan libremente sus emociones”, dijo.
Y luego las canchas mundialistas también muestran que “los niños y niñas ya no son considerados las mascotitas por el futbol profesional” que les dan un protagonismo mucho mayor al convocarlos cada partido para “salir a la cancha con los jugadores o permitirles acercarse para tocar a sus ídolos”, escenas de las que después “los medios y las redes se hacen eco”.
Los seleccionados nacionales salen al campo escoltados por niños desde el mundial Corea del Sur-Japón de 2002, en virtud de un acuerdo entre la FIFA y Unicef para visibilizar a las infancias, estableciendo una mecánica que se repetirá en cada nuevo mundial.
Leonardo, el hijo de 10 años del croata Ivan Perišić, consoló a Neymar luego de la eliminación de Brasil. Foto/AFP/Télam.
Derribar estereotipos
Gueglio destacó que “desde entonces hubo muchos movimientos y cambios en relación al lugar que tienen las infancias en la construcción social de la realidad” y eso también se ve reflejado en la transmisión de los partidos.
“La escena de Scaloni con su hijo seguramente será muy replicada cuando se trabajen nuevas paternidades porque nos muestra que hay maneras muy afectuosas de ejercer un rol que durante mucho tiempo estuvo muy vinculado a la masculinidad hegemónica, según la cual un papá no puede ser expresivo, amoroso, dar abrazos o expresar afecto físico a sus hijos varones”, dijo.
“Que millones y millones de personas vean una imagen tan potente como esa, de un papá abrazando, consolando y ayudando a su hijo a que se regule emocionalmente después de un momento de mucho estrés como fue el partido de Holanda, permite desarmar muchos estereotipos”, agregó.
En ese sentido, mencionó también las declaraciones de Emiliano “Dibu” Martínez sobre la importancia del acompañamiento de su psicólogo para enfrenar con éxito la presión de los partidos.
“Poder ver que nuestros ídolos también sufren y pueden pedir ayuda cuando la necesitan, también contribuye a desmontar estereotipos en relación a la salud mental y enseñan a las infancias que el éxito no es sinónimo de omnipotencia, que ninguna persona se hace sola, que pedir ayuda es necesario y que recibirla tiene un efecto positivo en nosotros y nosotras”, afirmó.
A su turno, Fink instó a no olvidar que muchos de esos niños y niñas “están viendo jugar por primera vez todos juntos a esos jugadores que siguen todo el año, que aman, que son sus ídolos” y su candidez desprovista de nacionalismos mal entendidos o revanchismos pasados es la que les permite “acercarse a ese jugador (del propio o de otro equipo) que admiran, para saludarlo, consolarlo o alentarlo”; al tiempo que esos deportistas en cuestión habilitan estos gestos.
Y luego, el hecho de ser “el Mundial más hipertelevisado de la historia”, permite que “estemos mirando minuto a minuto lo que ocurre” con este nivel de detalle.
Para las profesionales consultadas, el protagonismo de las infancias es un síntoma de que el adultocentrismo está en jaque. Fernando Gens/Télam
“Los ídolos ocupan un lugar de referencia importante que posibilita en las infancias un montón de aprendizajes, por ejemplo, de habilidades sociales: ver que las personas que admiramos se equivocan, fracasan, logran superar críticas permite aprender cosas básicas como la tolerancia a la frustración, la puesta de límites, el seguir apostando por lo que creen a pesar de las críticas ajenas es súper importante para la vida en general”, agregó Gueglio.
El adultocentrismo, en jaque
Por su parte, Fink puntualizó que si “el protagonismo de las niñeces va en constante evolución” y el mundo adulto trata cada vez menos a los niños “como si fueran personas en desarrollo”, es en parte gracias a la lucha feminista.
Para esta comunicadora, si el adultocentrismo está en jaque y retrocede ante “el empuje que tienen estas nuevas miradas” sobre las infancias, es por “la posibilidad de protagonismo que el feminismo le dio a las niñeces” al empoderar a “las mujeres y disidencias que tradicionalmente se han encargado de su cuidado y crianza” mientras que por otro lado fomenta la democratización de los cuidados y la emergencia de “nuevas masculinidades” antipatriarcales que “se expresen, sean tiernas y menos duras”.
“Estamos mirando los partidos prestando mucha atención a esos gestos de ternura, de ruptura, que nos pueden marcar un futuro diferente, a pesar de la corrupción y la falta de derechos del país anfitrión”, concluyó.
Fuente: Por María Alicia Alvado para Télam
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