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20 DE DICIEMBRE DE 2024
En medio de la polémica por el tratamiento de la ley de etiquetado frontal de alimentos, el Damsu brindó un taller para aprender a leer lo que consumimos.
Foto: eltiempo.com
Unidiversidad / Ángeles Balderrama
Publicado el 21 DE SEPTIEMBRE DE 2020
En estos meses de pandemia, los hábitos alimenticios cambiaron. Algunas personas recurrieron a los deliverys de comida chatarra, y otros, a las compras automáticas y exprés en los supermercados. Cualquiera sea el caso, es poco probable que sepamos qué estamos comiendo con exactitud. Por eso, y en medio del tratamiento de una ley de etiquetado frontal de alimentos, el Departamento de Asistencia Médico Social Universitario (Damsu) brindó la charla “Lectura de etiquetas para ser consumidores informados”.
“Se nos ocurre hablar de compra consciente porque tiene que ver con una actividad más pensada, una persona más despierta e informada, que dedica tiempo y tiene más cuidados en el acto de comprar. Este momento es clave, de ella depende la alimentación de nuestros cuerpos. Con la pandemia, muchas personas me han consultado porque están dedicando más tiempo a la cocina y otros compran comida rápida, ya que su rutina ha cambiado”, expresó la nutricionista Estefanía Suárez.
En este contexto, conocer lo que consumimos se vuelve una herramienta básica para balancear nuestra alimentación. Por esta razón, el Ministerio de Salud de la Nación intenta avanzar en el tratamiento de la ley de etiquetado frontal de alimentos para advertir, tal como sucede en otros países, del contenido en grasas, azúcares o sodio que pueden contener los productos. Sin embargo, desde la Coordinada de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) se encuentran cautelosos frente a la medida porque consideran que es necesario trabajar en los etiquetados para que “sean de carácter informativo y no de demonización de alimentos”.
“En Argentina, desde hace muchos años se viene peleando por tener otro tipo de rotulado nutricional, porque el que tenemos actualmente es bastante difícil de comprender. Ahora se busca que la información sea más accesible. En Chile se pusieron algunos sellos en negro que identifican si el producto es alto en sodio o en grasas, que resaltan lo malo del producto. Esto es lo que pone en duda a algunos sectores, porque destaca lo malo y no lo bueno. Pero también existe otro sistema, de semáforo, que marca lo malo y bueno en rojo, amarillo y verde. En nuestro país, se estaría buscando una salida intermedia”, dijo la nutricionista Estefanía Suárez.
¿Sabemos lo que comemos? Sigue pendiente el etiquetado frontal
El nutricionista Ignacio Porras dialogó con Radio U sobre la importancia que tiene la implementación del etiquetado frontal de comidas. Para el especialista, se trata de una herramienta estratégica dentro del conjunto de medidas recomendadas para prevenir el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades crónicas asociadas.
Si bien poseen diferentes tipografías, los rótulos alimentarios siguen una lógica similar, ya que dependen del Código Alimentario Argentino y, a nivel internacional, del Codex Alimentarius. El problema radica en la dificultad de su lectura: “Estamos acostumbrados a mirar la fecha de vencimiento y no sabemos si el producto es beneficioso o no para nuestra salud”, indicó Suárez.
“El 98 % de la gente compra en piloto automático y las empresas lo saben, por eso juegan con los colores, letras y formas. Siempre es importante leer la denominación del producto, qué estoy comprando. A veces parece que estoy llevando leche, pero es un producto a base de leche y su aporte de calcio quizás no es el mismo. La mayoría de las bajas que hace la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médicas (Anmat) son por esta razón”, ilustró Suárez.
Por otro lado, también es necesario saber que toda la información nutricional se basa en la cantidad que aporta la porción de un producto. De esta manera, si la porción de un paquete de galletas son dos unidades, la cantidad de aporte de grasas, azúcares, sodio o vitaminas corresponde a esas dos galletas. Además, el porcentaje de Valor Diario también se refiere a la misma porción.
“Cuando leemos la información nutricional, tenemos que entender de cuánto alimento estamos hablando. Yo, como nutricionista, sé que necesitamos 1000 mg de calcio diario para estar saludables, pero no todas las personas conocen esta información. Por esta razón, lo ideal es leer el porcentaje de Valor Diario que me va a indicar cuánto me va a aportar esa porción. Si es cercano o menor al 5 %, su aporte es bajo, pero si es del 20 %, es alto. En el caso de las dos galletas, me dan el 11 % del calcio que necesito en un día, por eso es un aporte medio. Si miramos el sodio, las mismas dos galletas me aportan el 20 % diario”, explicó Estefanía Suárez.
Alto en sodio pero bajo en grasas
Además de encontrar información nutricional básica, también existe la información complementaria, que se presenta en forma de cuadro o a través de una enumeración. Se trata de frases cortas que dan “un cierre nutricional” al alimento.
“'Reducido en' quiere decir que tiene el 25 % menos de algún nutriente; light significa que ese producto tiene una reducción calórica en comparación a la versión original, que puede ser del 50 %, el 30 % o inclusive menos. Por otra parte, bajo en calorías significa que por porción no me aporta más de 40 calorías; sin calorías es cuando me aporta menos de 5 calorías por porción y sin azúcar es cuando aporta menos de 5 gramos por porción. Cuando dice bajo en grasas es porque aporta menos de 3 gramos por porción. El término dietético no está incluido en el Código Alimentario Argentino y se usa en alimentos que sufren alguna modificación que no tiene que ver con la reducción de calorías, sino porque se le agregan cierto tipo de nutrientes”, detalló Suárez.
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En líneas generales, se insta a leer el contenido del producto y prestar atención a la lista de ingredientes, que se organizan de manera decreciente. En el momento de compra, la denominación y los ingredientes son considerados los dos pasos fundamentales para saber qué estamos comprando.
“Los ingredientes siempre van de mayor a menor, es decir, el primero que aparece en la lista es el que está presente en mayor cantidad. Por ejemplo, en el cacao en polvo, generalmente el principal ingrediente es el azúcar, y después le sigue el cacao. Al final se encuentran los acidulantes, espesantes y colorantes porque se encuentran en menor cantidad. En este caso, no estamos comprando cacao, consumimos azúcar”, concluyó Suárez.
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