Cómo superar los mitos para que nadie más diga “Yo no me vacuno”
Aunque en Argentina hay disponibilidad de vacunas, muchas personas deciden no inmunizarse porque tienen dudas o descreen de su efectividad. Hay mucha desinformación y es bueno dejar las cosas en claro.
Foto: bbc.com
Hasta el momento, Argentina cuenta con 28 millones de vacunados con la primera dosis y 15 millones con la segunda. Si bien se trata de una buena cifra, un sector de la sociedad expresa: “Yo no me vacuno”. Entre los motivos principales, la desconfianza en el tiempo de producción de la vacuna y el miedo por los efectos adversos generan que la inmunización de rebaño demore más en llegar. Información para superar los mitos de la inoculación.
La vacunación es una forma sencilla, inocua y eficaz de protegernos contra enfermedades dañinas antes de entrar en contacto con ellas. La vacuna activa las defensas naturales del organismo para que aprendan a resistir a infecciones específicas y fortalecen el sistema inmunitario.
Al vacunarnos, nuestro sistema inmunitario produce anticuerpos, como ocurre cuando nos exponemos a una enfermedad, pero con la diferencia de que las vacunas contienen solamente microbios muertos o debilitados que no causan enfermedades ni complicaciones.
“Nuestro sistema inmunitario está diseñado para recordar. Tras la administración de una o más dosis de una vacuna contra una enfermedad concreta, quedamos protegidos contra ella, normalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida. Por eso las vacunas son tan eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos enfermemos”, remarca la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Durante los últimos años, teorías conspirativas comenzaron a inundar las redes sociales con información no científica, la que generó que conceptos como el terraplanismo volvieran a avivar los debates. Lo mismo sucedió al inicio de la pandemia de COVID-19 con los antivacunas, que comenzaron a difundir mensajes sobre los efectos negativos de las vacunas, mezclados con elementos de conspiración como los efectos nocivos del 5G y los nanochips en las inoculaciones.
Frente al “Yo no me vacuno”, de un sector de la sociedad, existe información comprobada para superar los mitos en torno a la inoculación. Una de ellos es la vinculación del autismo a las vacunas: en 1998 se publicó un estudio que sembró dudas sobre la posible relación entre una vacuna triple (contra el sarampión, las paperas y la rubéola) y el autismo. Sin embargo, posteriormente se comprobó que el estudio presentaba numerosas deficiencias y era fraudulento. “La revista que lo había publicado lo eliminó y a su autor se le retiró la licencia para ejercer la medicina”.
“Analizamos el comportamiento de los partidarios antivacunas en la plataforma Twitter. Aquí identificamos que los partidarios de la anti-vacunación, en comparación con los partidarios de la vacunación, comparten teorías de conspiración, utilizan un lenguaje emocional, participan más en los debates en Twitter y comparten su contenido gracias a una gran cantidad de personas influyentes. El éxito del movimiento radica en un fuerte sentido de comunidad, basado en los contenidos producidos por una pequeña fracción de perfiles”, resaltó un estudio publicado por investigadores de la Universidad de Zúrich, Suiza.
Por otra parte, algunos argumentos que acompañan a quienes no se quieren inocular es la posibilidad de que provoque daños a la salud, como trombosis e infertilidad, o que su efectividad no está segurada porque fue desarrollada en un plazo menor al de vacunas previas. Todo ello les impulsa a sostener que “las vacunas son experimentales todavía”.
Aunque es cierto que las vacunas para prevenir la COVID-19 se hicieron en menor tiempo que otras, debieron pasar por la misma rigurosidad de pruebas en los ensayos clínicos para demostrar el cumplimiento de los criterios internacionales sobre seguridad. Además, aunque las vacunas se encuentran en Fase III, los millones de dosis aplicadas a nivel global han demostrado mantener una alta tasa de efectividad en las diversas variantes que circulan.
Cualquier vacuna, e incluso las que se están usando para combatir la COVID-19, deben pasar por diversas etapas: exploratoria, preclínica, clínica, revisión regulatoria, manufactura y control de calidad. En esta línea, ninguna vacuna que se aplica en la población es experimental porque todas superaron la fase preclínica.
Cómo dialogar con alguien que dice: “Yo no me vacuno”
Ninguna discusión ni imposición de ideas permite que el otro pueda comprender la información o reflexionar sobre los hechos científicos. Por este motivo, ser empático con la persona y establecer un clima ameno en la charla permite que el intercambio sea más fructífero.
Si a pesar de contarle los beneficios de la vacunación aún se encuentra con dudas, la mejor alternativa es recomendar que dialogue con el personal sanitario. “Ellos aclararán (la dudas) con información basada en datos científicos sobre la vacunación y le proporcionarán el calendario vacunal recomendado en su país”, recomienda la OMS.
Además, es importante recomendar que confíe solamente en fuentes fiables para informarse sobre las vacunas. Algunos de estos sitios web recomendados por la OMS son miembros de la Red de Seguridad Vacunal (www.vaccinesafetynet.org).
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