Cómo la acción humana puede llevar a la extinción a dos especies de Mendoza
La ranita del Pehuenche y lagartija de El Nihuil habitan el sur provincial, pero la infraestructura vial y la actividad deportiva en la zona generaron que sus hábitats se redujeran, como así también su modo de reproducción. Valeria Corbalán, doctora en Ciencias Naturales e Investigadora del Iadiza-Conicet, habló de la importancia de su conservación.
Ranita del Pehuenche y Lagartija de El Nihuil. Foto: Valeria Corbalán / Iadiza-Conicet
La ranita del Pehuenche es una especie endémica que habita el valle del Pehuenche, en los Andes Centrales de la Argentina, límite con Chile. Su distribución conocida es extremadamente reducida, ya que su presencia solo ha sido detectada dentro de una superficie de 9 km² que contiene arroyos de montaña a ambos lados de la frontera. Es una especie muy escasa, que depende estrictamente de ecosistemas acuáticos que están siendo modificados por construcción de infraestructura vial y la actividad deportiva del hombre.
Por esto, Valeria Corbalán, doctora en Ciencias Naturales e Investigadora del Iadiza-Conicet, junto a un grupo de investigadores, lleva adelante el mayor trabajo de conservación de la especie. “Es un reto nunca antes realizado”, expresó Corbalán a Unidiversidad.
Trabajo de campo. Ranita del Pehuenche. Foto: Valeria Corbalán, doctora en Ciencias Naturales e Investigadora del Iadiza-Conicet
“De lo poco que se sabe de su hábitat, la Alsodes pehuenche Cei es una rana acuática que vive en arroyos poco caudalosos de aguas frías ubicados en los Andes Centrales a una altura de 2400 m s.n.m. –continuó–. Se esconde entre las rocas y la vegetación que crece al costado de los ríos. Sin embargo, el desarrollo de obras viales en la Ruta Nacional 145 ha modificado los cursos de agua de los arroyos habitados y alterado su hábitat. Fue así como comenzó nuestro trabajo de preservación de la especie”, relató.
Oriunda de La Plata, provincia de Buenos Aires, la especialista contó cómo la experiencia con anfibios le ayudó a comprender mucho más la acción humana y de algunos organismos estatales sobre los ecosistemas andinos.
“Fue un ida y vuelta poder emprender la situación de conservación de la ranita del Pehuenche. Este estudio nació en 2007, cuando comenzaron las obras de pavimentación del Paso Pehuenche. En ese momento, los técnicos de la Dirección de Recursos Naturales vinieron a consultar al Iadiza-Conicet sobre qué impacto podrían llegar a tener estos trabajos sobre esta especie. De inmediato, el grupo de trabajo de Entomología inició la campaña para conocer la especie, estudiar cuáles eran sus amenazas y qué se podía hacer para mitigar el impacto”, detalló.
Trabajo de campo. Ranita del Pehuenche. Foto: Valeria Corbalán, doctora en Ciencias Naturales e Investigadora del Iadiza-Conicet
Durante el trabajo de campo, el equipo pasó meses observando la etología de la ranita.
“Se buscó determinar, entre otras tareas, como talla, peso y sexo, si el ensanche, pavimentación y acordonado de las obras de Vialidad Nacional impedían el ciclo de reproducción de las especies de anfibios. Se determinó que sí. En ese momento, comenzó una larga y penosa tratativa para que la gente de Recursos Naturales de la provincia y de Vialidad arreglaran las cosas, hecho que nunca pasó", remarcó.
"Al principio lo que prometieron fue reconectar el curso de los arroyos que habían desviado y hacer un sistema de canaletas para evitar que la sal que se usa para derretir la nieve en el invierno llegue a los arroyos -continuó Corbalán-. Nunca reconectaron los arroyos (una vez hicieron un intento que no resultó porque lo reconectaron en otro tramo). Y en vez de canaletas hicieron un cordón con unas cámaras para recoger la sal. Las ranitas morían deshidratadas al chocar con el cordón y caer a las cámaras. Nosotros tuvimos que hacer rampas para que las ranitas puedan sortear el cordón y evitar que mueran más. Luego de eso Vialidad prometió hacer pasos de fauna por debajo de la ruta, pero nunca se hizo. Los renacuajos murieron por secarse los arroyos originales. Los adultos murieron por esto y por no poder sobrepasar el cordón de 20 centímetros", dijo.
Trabajo de campo. Ranita del Pehuenche. Foto: Valeria Corbalán, doctora en Ciencias Naturales e Investigadora del Iadiza-Conicet
Por este hecho, en 2013, la Asociación Herpetológica Argentina (AHA) la declaró una especie en peligro de extinción, mientras que para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se encuentra en peligro crítico.
“Estas obras en la ruta que une Argentina y Chile fragmentaron los arroyos y generaron que la especie se haya reducido en el 70 %”, expresó Corbalán. “Todas estas especies ponen huevos en el agua. De los huevos que se fecundan, surgen larvas, que comúnmente son llamadas renacuajos o gusarapos. Muchos anfibios, como los sapos, cumplen en poco tiempo el ciclo de la metamorfosis de huevo a adulto. Una característica muy especial de la ranita del Pehuenche es que sus larvas tardan aproximadamente cuatro años en llegar a tener forma adulta. La reproducción es una de las claves para entender cómo se mantienen las poblaciones, pero, si nosotros cortamos ese flujo, sea de arroyo o de sus ciclos, estamos acortando y extinguiendo su vida”, puntualizó.
Otro factor que incide de lleno en la reproducción de la ranita del Pehuenche, remarcó la especialista, es que las truchas de río la han incorporado a su dieta.
“La trucha es un voraz depredador que fue sembrado en los ríos de montaña con fines deportivos. Estos peces llegaron de la mano del ser humano hace relativamente poco tiempo", remarcó.
Para Corbalán, otra amenaza es el cambio climático que provoca que cada vez haya menos nieve o haya que buscarla a mayor altura. “Este flagelo también afecta al anfibio de la zona, que depende del agua para vivir. Las altas temperaturas del verano secan vegas, arroyos y vertientes de donde beben el ganado, las familias locales y la fauna silvestre”, sumó.
Foto: Lagartija de El Nihuil.
Lagartija de El Nihuil, otra especie vulnerable
La ranita del Pehuenche no es la única especie en peligro de extinción en Mendoza. La llamada lagartija de El Nihuil (Liolaemus rabinoi) es otra especie que habita en las amplias tierras del Sur provincial, pero que la acción humana la sumó a la lista de las más amenazadas del país. Según indicó la investigadora del Conicet, esta especie de lagartija exclusiva de la región entra en la categoría de "Peligro de Extinción". "Una especie cercana, la Phymaturus, se encuentra en la categoría de Vulnerabilidad", manifestó la especialista.
“El peligro de extinción de la 'Liolaemus rabinoi' se debe a que sus hábitats se ven destruidos por las competencias en vehículos todo terreno provinciales, nacionales e internacionales (como el Prime Multimarca, Quadriders Dunas del Nihuil, Cross Country-Desafío El Nihuil y el por todos conocido Rally Dakar). En el caso de la Phymaturus, cabe decir que este tipo de reptil es muy particular en su modo de reproducción. Ellos son vivíparos y paren dos crías cada dos años, por eso es muy baja su tasa de natalidad. Entonces, cualquier modificación en el ambiente hace difícil que se reproduzcan como para volver a colonizar. Esto las posiciona en un alto riesgo de extinción", sostuvo.
Corbalán remarcó la necesidad de frenar o cambiar para frenar este impacto negativo que puede llevar a dos especies a la extinción. “Si no se llevan a cabo acciones urgentes, como frenar la modificación de los arroyos, la degradación de la calidad del agua por contaminación debida al tránsito vehicular y el salado del pavimento en invierno (técnica para derretir la nieve en las rutas), el pisoteo por ganado doméstico o las crecidas naturales, se podría afectar severamente la supervivencia de la ranita del Pehuenche, especialmente si se tienen en cuenta sus hábitos y su peculiar ciclo de vida, con un período larval que dura varios años”, advirtió la investigadora.
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