Colo Villegas: entre la vida urbana y la nostalgia rockera

La música de Agustín Villegas es de alma callejera, nutrida de ese espíritu que anda por los rincones de la Ciudad. En paralelo a SAM Blues, su banda, está a punto de lanzar su primer disco solista. Te contamos su historia.

Colo Villegas: entre la vida urbana y la nostalgia rockera

Agustín "Colo" Villegas. Foto: Lisandro Figueroa

Sala de escape

Música

Unidiversidad

Julieta Cappello

Publicado el 25 DE AGOSTO DE 2022

Mendoza y su panorama cultural presentan una cantidad y diversidad de géneros y artistas que hacen de ese circuito un espacio colmado de grandes historias y talentos. En lo referente al rock, les presentamos a Agustín Villegas, mejor conocido como "Colo", un músico de Capita que, dentro de muy poco, va a lanzar su primer álbum solista, llamado Perdidos en la ciudad.

En cuanto a su material y su música, encontramos en sus creaciones una conjunción de elementos que hacen de su carrera en la música mendocina un camino versátil, donde podemos ver y oír varias de sus facetas y sus formas de entender el arte. Sus letras son, en general, de amor, ya que, desde su visión, es una fuerza que cura y protege a todos y todas, y, como artista, busca amalgamar esta potencia con otras palabras que considera importantes, como la amistad y la resiliencia, más que necesarias en tiempos difíciles. En cuanto a su sonido, en su música podemos encontrar influencias del rock nacional, pero también de un abanico de géneros como el tango, el blues, el folk y el folklore.

Desde Unidiversidad, pudimos conversar y preguntarle por su camino artístico, su activismo por el género y sobre el lanzamiento de Perdidos en la ciudad, una colección de seis canciones que conforman su disco debut, que será publicado en los primeros días de septiembre a través del sello TPK Records.

¿Cómo empezaste en la música?

Empecé a tocar la guitarra a los 15 años. Siempre tuve una conexión muy importante con la música y siempre me gustó cantar, pero había una realidad en la que yo venía de una familia muy deportista. Yo soy el hijo más grande, entonces todas las expectativas atléticas estaban sobre mí y Fede, el hermano que me sigue. Somos cuatro hermanos. Al más chico le pintó la parte artística y mis viejos lo vieron así, como el artístico de la familia que, por cierto, también es muy groso. Tenía una guitarra y me puse a curiosear. Él siempre fue muy buena onda para prestar las cosas y, básicamente, mi hermanito más chico, ocho años más chico, y fue mi primer profesor de guitarra. Más o menos así empecé. Después, obviamente, hay momentos clave que te llevan a seguir. El resumen sería un poco así.

Tenés otro proyecto musical que en Mendoza es bastante conocido y realizó también algunos conciertos en Buenos Aires. ¿Cómo fueron la conformación y el proceso creativo de SAM Blues? ¿Cuántos años lleva activa la banda?

A SAM lo formamos en algún momento. Está la formación original, que son el "Gordo" Baldasso, el Juan Atorri y el Mati Restom, pero hay también un año cero de SAM, que fue con Marco de Bonnie en la batería y el Turco en el bajo, y tocamos en la casa del Marco, en la fotocopiadora de la familia. Empezó con humildad, con ganas de hacer cosas y de flashearla; teníamos muchas ganas de experimentar con el rock y de flashear. SAM es una banda bastante experimental o psicodélica, y siempre buscamos ese lado psicodélico de la cosa, como ese tercer ojo o esa distorsión de la realidad que está bueno ver a veces. Teníamos todo eso en común, creo que éramos jóvenes curiosos, con ciertos de usos de ciertas plantas y bueno, terminamos en esta.

Acá estamos, casi 10 años después. La banda lleva activa casi 10 años y el proceso creativo siempre se basó en la cooperatividad, es una cosa bastante hippie. Sigue siendo así en el día de hoy, es una democracia anárquica al palo y, con su caos y sus líos, sigue estando resólida, produciendo contenido y material. Ahora sacamos un disco nuevo con SAM, así que estén atentos ahí.

¿Por qué decidiste transitar un camino solista en paralelo?

La verdad, hay varias razones. La primera, porque se podía. La segunda, porque este formato de solista, por más que tengo una banda que es la pandilla atrás, me permite decir: "Bueno, soy Colo Villegas solo". A donde quieras ir, podés viajar con este formato y eso me agrada mucho: con una guitarra solo, yo me defiendo, aunque obviamente me gusta tocar con mis amigues, la mejor con eso, pero creo que es un plus tener este tipo de formato. También está el hecho de que había canciones que necesitaba sacar y expresar, quizá desde mi lado. Por ahí SAM siempre fue una cuestión de escribir desde ciertos personajes, ciertas literaturas, ciencia ficción, fantasía, o de esa conexión con la realidad, medio ricoteras y medio oscuras, pero esto es más directo, más sincero, más al corazón y con amor. Son cosas distintas y creo que vale muchísimo la pena descubrir los dos proyectos.

¿Cómo definirías la música que componés?

Yo la definiría como música bastante basada en el en el blues, el rock, el soul. Creo que son los géneros que más tengo en general, pero también con este proyecto solista mío estoy transicionando por el tango y alguna cuestión más folk. Creo que es reloco, porque es tan afro este continente americano que, así me esté basando en un blues del Mississippi, del Delta o en una chacarera de Atahualpa, todo tiene un componente afro, y creo que es en ese espacio en donde suelo vibrar con la música. No soy un académico para nada y todo va desde la tripa o desde el alma. Tocar con mi corazón y los ojos cerrados y no tanta técnica, no tanta cabeza, sino mucho con el espíritu y con soltura. Trato de apuntar siempre a eso y que se note, que se sienta, porque es una música bonita la que se toca con el corazón.

En otra época, fuiste parte y fundador de Chipica, sello que impulsó a varias bandas provinciales. TPK es tu nueva propuesta para la escena del rock mendocino ¿En qué consiste TPK?

Es un sello que funciona a la vieja escuela. Hoy en día, por ejemplo, en el hip hop se trabaja igual y se le llama Crew, nosotros le pusimos sello discográfico porque quizás está más asociado a la mística rockera, pero la verdad es que es una cooperativa de bandas en la cual juntamos todos nuestros contactos, nuestros recursos, nuestros instrumentos, disposición y nuestras redes sociales para ponerlos a disposición del sello, para compartir los flyers de las bandas y también, crecer. Justamente, es hacer la parte de difusión y distribución de la música nuestra, hacer listas de Spotify, hacer un poco de ruido para que todo funcione. Está bueno que tenga esa parte interna cooperativista, democrática, que es bastante interesante. La idea es justamente romperla, que salga increíble, que sea algo tan grueso como fue Chipica, que fue muy importante en cierto momento de la escena. Creo que TPK apunta un poco más arriba, con más experiencia, con más desarrollo y con bandas que son buenísimas. Así que creo que puede andar muy bien.

¿Cuáles son las bandas que actualmente están dentro del sello? ¿Cómo creés que se puede potenciar la escena del rock local?

Las bandas que integramos actualmente el sello somos Los Brillantes, Analía Soul, Poliéster, la Vicky Zuin, los B-Tape, Chorinferno, SAM y este proyecto del que hablamos, Colo Villegas y la Pandilla de la Muerte. Creo que la escena del rock local se puede potenciar si se piensa desde un lugar de cooperación, más allá de aceptarse a uno mismo y quererse a uno mismo y todo lo que es necesario para tocar, dejar esa parte del ego zonzo y de la parte, quizás más mostra, que tienen las escenas de rock, los under, que son, como alguna vez me dijo el gordo Wallas, grandes calderas de egos. Creo que, si se deja de pensar de esa manera egoísta y se trabaja en cooperación, pensando en una escena, cualquier cosa es posible en cualquier lugar del planeta. Y Mendoza ya lo ha hecho y tiene buenas posibilidades para volver a hacerlo, volver a instaurarse, no solo como una buena plaza cuando venga una fecha o banda de afuera, sino también como un exportador de contenido cultural.

Colo Villegas y la pandilla de la muerte. Foto: Lisandro Figueroa

Perdidos en la ciudad' es el nombre de tu próximo álbum. ¿Qué te inspiró a llevar adelante este disco? ¿Cuál es la historia, el concepto del disco?

Perdidos en la ciudad fue un disco que grabé entre Buenos Aires y Mendoza, yendo y viniendo con una pareja con la que no nos tocaba otra que la distancia. Por un lado, era difícil llevar una relación así, pero también, en el ámbito de lo creativo, había muchísimas ganas de escribirse, estar en contacto. Después hubo una ruptura que llevó a terminar el disco. El concepto del disco es básicamente "Estamos juntos, pero está todo bien", y creo que es un poco eso. Hoy en día, hay una especie de gran giro afectivo con base en las relaciones, o sea, ya no con base en la visión de la sexualidad en general, de cómo cortar y de cómo preocuparte por tu bienestar y por el bienestar del otro también, pero desde un desde un lugar de sanar y estar bien. Creo, básicamente, que fue mi duelo de una pareja de muchos años y tratar de bajarlo a que esté todo bien, y a que realmente haya un proceso de cambio, pero que sea positivo y no caer en estupideces, sino tratar de ser consciente y consecuente con lo que uno piensa.

¿Por qué la Pandilla de la Muerte? ¿Cómo se conforma la banda que te acompaña en tu proyecto solista?

— La Pandilla de la Muerte está conformada por Franco Capomagi en el bajo, Martín Villanueva en las baterías y el “CC”, un genio, en las teclas. La verdad, es un bandón. Estoy recontento, es un dream team en más de un sentido y está muy bueno. Y el nombre de la pandilla sale un poco de una delirada a la dramatización de las pandillas y de la criminalidad, del mundo de la criminalidad y el narcotráfico, que es un tema de estudio que siempre me fascinó y me llama muchísimo la atención. Cómo se arman los nombres y las narrativas de los medios, que por ahí son pibes que simplemente están tratando de laburar y se tienen que proteger con un fierro porque el sistema y la ley y todo lo que está armado es una mierda, pero, por supuesto, un periodista como Feinmann o como, qué sé yo, de eso va a hablar, ¿viste? De la pandilla, de la muerte y todas esas cuestiones. El nombre es un poco para pinchar y para molestar, sin ningún respeto hacia ciertos sectores. Es un poco punk, pero nació en una época en la que yo estaba muy punk . Hoy en día queda como algo más gracioso. También se puede ver de distintos lados, la pandilla de la muerte como algo esotérico o un grupo de amigos, como el club de la serpiente de Cortázar.

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