Coco Yañez: el Mendozazo en primera persona
Entre el 4 y el 7 de abril de 1972, una movilización general mantuvo a la sociedad mendocina en las calles. La represión policial y militar, y la resistencia popular marcaron esas jornadas. Coco Yañez, reconocido reportero gráfico, participó y tomó registro de aquella huelga. En diálogo con Unidiversidad, compartió su historia y sus recuerdos.
Coco Yañez, reconocido fotógrafo / Foto: Unidiversidad
Entre el 4 y el 7 de abril de 1972, Mendoza vivió un auténtico estallido popular que se conoce como Mendozazo. Salieron a la calle trabajadoras y trabajadores de sindicatos docentes, bancarios, vitivinícolas, estudiantiles, entre otros, unidos en el Movimiento Intersindical Provincial. Se manifestaban contra las medidas económicas y sociales que el gobernador de facto, Francisco Gabrielli, implementaba en la provincia bajo los lineamientos de la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse.
Desde todos los sectores, exigían mejoras salariales y laborales en general, pero el gobierno mendocino respondió con un aumento del 300 % de la tarifa de luz. El 2 de abril del 72, hubo una movilización no muy numerosa desde Casa de Gobierno hasta las oficinas de Agua y Energía, en la calle San Martín. El 4 de abril, la ciudadanía indignada salió a las calles a raíz de la convocatoria de la Coordinadora “No pague la luz”. Los gremios se concentraron en la puerta de la CGT mendocina para exigirle que se manifestara.
Coco Yañez, el reconocido fotógrafo, trabajaba en la sede Tribunales del Banco de Previsión Social. Los bancos en ese momento tenían un nivel de movilización muy alto, y Yañez, junto con un grupo grande, participaba en la formación de las comisiones gremiales internas. Además, desde 1970 era reportero gráfico para un periódico de tirada nacional. Con esa doble pertenencia, participó de la movilización general del Mendozazo.
“Los bancos, en general, salieron a la calle, y hubo varios movimientos que fueron convergiendo en calle 25 de Mayo, que es donde estaba la CGT. La CGT no estaba muy convencida de convocar a manifestarse ese día, pero, como siempre pasa, la fuerza del pueblo hizo que salieran”, recordó el fotógrafo.
Repasó el recorrido de aquella marcha. Con la CGT a la cabeza, bajaron por calle Espejo. Las personas más exaltadas apedrearon el edificio del Banco BUCI y, cuando doblaron por la Avenida San Martín, también el Citi. En paralelo, las maestras –en huelga desde hacía más de cincuenta días– habían sido reprimidas con un camión hidrante en la puerta de su sindicato. Las multitudes convergieron en la explanada de la Casa de Gobierno y el secretario general de la CGT, Carlos Fiorentini, arengó a la gente. La movilización, en memoria de Coco Yañez, se estaba dispersando.
“Junto con otra gente, nos habíamos subido al techito de los micros… Desde ahí arriba sacaba fotos. En determinado momento, miramos hacia la derecha –o sea, hacia el Poder Judicial, y desde ahí, la policía cargó contra la gente cuando ya estaba empezando a dispersarse. Dispararon el chorro del hidrante hacia el oeste. Los que estábamos arriba del techo saltamos al piso”. Todo el mundo corrió en dirección contraria al camión. “Como broma, siempre he dicho que ahí tenía yo las marcas de la vergüenza porque –terminado el día–, cuando llegué a mi casa y me cambié, el pantalón tenía manchas azules atrás… Me agarraron corriendo, escapando, no enfrentando”, rio.
Ahí comenzó realmente la represión “y también la resistencia de la gente”, que buscaba piedras para arrojarle al camión. El vehículo de la policía, cuando se quedó sin carga, subió por la rampa del costado de la Casa de Gobierno hacia el frente, donde los efectivos que lo manejaban se bajaron y se metieron al edificio. Sin nadie en su interior y con los vidrios blindados apedreados, el camión fue empujado por las personas que se manifestaban hacia abajo, hasta la zona del mástil. “Fue la última vez que lo usaron porque la gente lo destruyó y después no compraron otro, felizmente”.
Represión y resistencia popular
La represión no solo fue encabezada por la policía, sino que, luego del episodio del hidrante, llegaron el Ejército y la Gendarmería, y empezaron a disparar. “Yo, sinceramente, siempre he pensado que si la policía no hubiese cargado, la cosa no hubiera tenido las consecuencias que tuvo”, aseguró el fotógrafo
“Con toda justicia, la gente ya se había vuelto loca y empezó a prender fuego a los autos. Las piedras volaban por todos lados. También las fuerzas disparaban desde la Casa de Gobierno. De ese momento es la foto que yo saqué y publicaron en Siete Días, que es desde el ala oeste. Había fuego, humo, gases”.
Foto de Coco Yañez para Revista Siete Días
“En ese momento, se le atribuyó a los infiltrados la marcha. No. Es que la gente estaba harta, harta de la dictadura también. El Mendozazo tiene que leerse en el marco de todo lo que estaba sucediendo en el país. El Cordobazo, el Rodrigazo, el Viborazo, la época donde todo terminaba en “-azo”. Lo que impactó mucho acá es que se supone que el pueblo mendocino es apático, no se moviliza”.
Las personas, enardecidas, empezaron a desplazarse hacia el centro. En Colón y San Martín, prendieron fuego algunos trolebuses; caminando hacia el norte rompieron vidrieras, etc. Los días siguientes continuaron las manifestaciones y la coacción violenta de las fuerzas.
La represión dejó un saldo de tres personas muertas –el canillita Ramón Quiroga, la comerciante Susana Gil de Aragón y el estudiante Luis Mallea– y cientos de heridas. Una de ellas, recordó Yañez, era Pedro Torres padre, que, producto de un tiro en la pierna, quedó rengo hasta el día de su muerte. “En un diario de la época hubo una foto, que no es muy buena, donde está el muerto Quiroga y hay dos personas arrodilladas. Una de las personas es el cura “Macuca” Llorens, de civil… Él no usaba sotana. Hubo varios heridos. Uno de los reporteros gráficos era Pedro Moyano", evocó.
Mendozazo. Foto: Wikipedia
El oficio del fotógrafo: trabajo individual y memoria colectiva
Coco Yañez, dedicado siempre a lo suyo, estaba preocupado por sacar fotos. Con nostalgia, recordó que, en aquella época, la tecnología era muy distinta. “No era como ahora, que en un par de tarjetas de memoria se pueden guardar miles de fotos”. Él tenía siete rollos, “que era mucho, nunca se sacaba tanto”, pero gastó todos. “Perderlos después fue una de mis grandes tragedias”, lamentó.
Para hacer llegar su material al periódico de tirada nacional, Coco colocaba todo en un sobre de papel madera que llevaba escrito en el frente: “Gentileza Aerolíneas Argentinas”. Iba hasta el aeropuerto, le daba el envoltorio en mano a algún piloto o copiloto, y en Buenos Aires, una moto lo buscaba. “Ese era el sistema de ese momento, ahora ha cambiado un poco”, dijo entre risas. Con el tiempo, llegó un transmisor que tenía un tubo grande que giraba e iba leyendo la foto. Otro aparato igual, desde otro lugar, recibía la información. “Mandar cada foto demoraba 8 o 10 minutos; a veces llegaba movida y había que volver a hacerlo”.
La persecución política fue en aumento, y las militancias se clandestinizaron o se disolvieron. Con la dictadura del 24 de marzo del 76, las comisiones gremiales internas de los bancos también se desintegraron. Solo se limitaron –por lo bajo– a ayudar económicamente a las familias de quienes habían secuestrado o detenido.
En 1977, cuando la represión estatal todavía era intensa y después de varias situaciones que lo ponían en peligro, Coco Yañez se exilió en Ecuador. Primero viajó él, y después, su pareja de entonces, con su hija y su hijo. Antes de partir, le dejó a un compañero también fotógrafo y militante todo su material de trabajo: negativos, rollos, fotos.
“En determinado momento, él decidió que todo eso que había ahí —de él y mío, y algunas otras cosas— tenían que ser pasto del fuego. Cosa que a mí me dolió y me duele mucho, pero me es absolutamente comprensible. En ese momento, la cosa era de vida o muerte”.
Foto: Unidiversidad
Todos esos archivos, que no solamente eran producto del trabajo de fotógrafos, sino también parte de la memoria colectiva, desaparecieron. De Coco, solo quedó la foto que publicaron en Siete Días y algunas del 5 y el 6 de abril en Clarín, pero nunca pudo dar con ellas. “Se perdió prácticamente todo el material gráfico y fotográfico”, también el de los canales de televisión, que fue secuestrado por la policía y el Ejército.
“Cuando uno está trabajando en ese tipo de cosas, no toma conciencia de que en lo que estás participando puede ser parte de la historia (...). Si alguien me hubiera dicho 50 años atrás: ‘Revelá bien los rollos, conservalos bien y, si te vas a ir, guardalos en algún lugar’, quizás me hubiera arriesgado, aunque en ese momento era muy difícil”. Junto con el material del Mendozazo, Coco Yañez perdió fotografías de la llegada de Juan Domingo Perón a Ezeiza el 20 de junio de 1973: “Dos hechos históricos y no tengo nada”.
Estuvo casi dos años en Ecuador, junto con compañeros y compañeras de Mendoza y también de Chile, contó, que se habían exiliado por la dictadura pinochetista. “Había muchos chilenos también apurados por allá. O, como dice el 'Flaco' Suárez, ‘becados por los verdes’”. El actor mendocino también huyó hacia ese país.
A su regreso, Coco Yañez se dedicó exclusivamente a la fotografía. Los años pasaron, pero no pasó su interés por acompañar, siempre cámara en mano, las movilizaciones populares. Hoy, desde el medio de comunicación autogestivo y cooperativo El Otro Diario, sigue trabajando en coberturas periodísticas.
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