Científico del Conicet explicó por qué el 2024 va camino a ser el año más cálido jamás registrado
El dato fue difundido por la Organización Meteorológica Mundial. Cómo el fenómeno influye en los eventos climáticos extremos y en la disponibilidad de agua para el futuro.
Juan Rivera trabaja en el CCT Mendoza. Foto: gentileza FBB
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), 2024 va camino a convertirse en el año más cálido jamás registrado. La temperatura media del planeta superó en 1,54 (±0,13) °C el valor de referencia de la era preindustrial. Además, de acuerdo con las mediciones, lo mismo ocurre con el decenio 2015-2024. Juan Rivera, investigador del Conicet y miembro del Programa Regional de Meteorología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla, Conicet-UNCUYO-Gobierno de Mendoza), explicó este fenómeno que ya había marcado un récord en 2023.
“Lamentablemente, el calentamiento global no se detiene. Este 2024 marca la transición entre el fenómeno de El Niño, responsable en parte del récord de 2023, y una condición actual de vigilancia en relación con La Niña. No obstante, a pesar del enfriamiento reciente a lo largo del océano Pacífico tropical, el verano del hemisferio norte marcó numerosos récords globales y regionales de temperatura e impulsó la señal de calentamiento a niveles sin precedentes en los últimos ciento setenta años”, comenta el científico, reciente ganador del Premio Estímulo de la Fundación Bunge y Born 2024 en Ciencias del Mar y la Atmósfera.
Según Rivera, las concentraciones de dióxido de carbono superaron en 2024 valores sin precedentes en el contexto de los últimos dos millones de años. “Si combinamos los años 2023 y 2024, es probable que la temperatura media mundial haya superado durante 16 meses consecutivos (entre junio de 2023 y septiembre de 2024) todos los valores registrados con anterioridad, lo cual da cuenta de lo inusual de la señal de calentamiento”, agrega.
Este valor de temperatura superado corresponde a uno de los umbrales establecidos en el Acuerdo de París, que tiene como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global por debajo de 2,0 °C, e incluso a menos de 1,5 °C. “Estos incrementos en la temperatura son niveles de calentamiento respecto de la segunda mitad del siglo XIX, antes de que las actividades humanas tuvieran una influencia notable en el aumento de los gases de efecto invernadero. Cada año se calculan las probabilidades de alcanzar el umbral de 1,5 °C, y el año pasado había un sesenta y seis por ciento de probabilidades de superarlo antes de 2027. Ahora, es prácticamente una realidad. Desde el sector científico se viene advirtiendo que, de superar permanentemente estos umbrales, habrá especies que no podrán adaptarse a las nuevas condiciones climáticas, lo cual implicará una pérdida de biodiversidad irrecuperable. También es un llamado para que todos los países incrementen los compromisos para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero”, afirma el investigador.
Además, Rivera sostiene que estas anomalías en la temperatura son en parte responsables de algunos de los fenómenos climáticos extremos que atraviesa hoy el mundo. “La relación entre las tendencias en la temperatura media global y regional, y la ocurrencia de temperaturas extremas y olas de calor es directa. Hemos documentado que, para el centro de Argentina, las actividades humanas hicieron que la ola de calor de diciembre de 2022 fuera sesenta veces más probable, lo cual ilustra este nexo y anticipa un escenario donde los sistemas de alerta temprana van a ser sumamente necesarios para proteger a las poblaciones vulnerables frente a estos fenómenos”, detalla.
Anomalías anuales de la temperatura media mundial de enero a septiembre de 2024 (respecto a la media del período 1850-1900) a partir de seis conjuntos de datos internacionales. Fuente: wmo.int
Sin embargo, aclara que la relación con las precipitaciones extremas no es tan directa debido a mecanismos de circulación atmosférica que no necesariamente responden a una señal de calentamiento. No ocurriría lo mismo con periodos secos: “Analizamos parte de la sequía que se dio durante 2022 en la región de la cuenca del Plata para ver cuál era el rol del cambio climático antropogénico (relacionado con actividades humanas) en su desarrollo. Si bien el déficit de precipitación estuvo dentro del rango de valores asociados a la variabilidad natural, impulsado por el fenómeno de La Niña, los impactos de la sequía se exacerbaron como consecuencia de un incremento en la frecuencia e intensidad de períodos extremadamente cálidos. Asimismo, teniendo en cuenta que aproximadamente el veinte por ciento de la humedad que se transporta hacia la región proviene del Amazonas, la deforestación en esa región puede tener un rol importante al favorecer condiciones más secas”, explica.
En relación con el impacto del aumento de la temperatura global sobre la disponibilidad de agua en el futuro, el científico comenta que este proceso está generando efectos sobre los cuerpos de hielo, lo que supone un riesgo significativo, y que la cordillera de los Andes no es la excepción. El calentamiento regional se conjugó con un período de sequía sumamente prolongado, lo cual generó pérdidas importantes en la masa de los glaciares. “Las proyecciones futuras indican una probable reducción en las precipitaciones invernales sobre los Andes centrales de Argentina, lo cual va a impactar directamente en la disponibilidad de agua regional en las próximas décadas. Esta tendencia es parcialmente atribuible a las actividades humanas y se vincula con un mecanismo de expansión de las zonas tropicales, que favorece el déficit de precipitación en la región. En el caso de las regiones polares, el panorama es más complicado, en particular en la región del Ártico. La masa de hielo que se está perdiendo en los grandes casquetes polares de Groenlandia y la Antártida está contribuyendo al incremento en el nivel del mar, que también aumenta como consecuencia del calentamiento de los océanos y la expansión térmica de sus aguas”, relata.
Según el especialista, las tendencias en Argentina son similares a las observadas a nivel global: 2023 fue el año más cálido desde que existen los registros. Además, la región de Cuyo también se ve afectada, lo cual se evidencia en un incremento en la frecuencia de olas de calor. “Si miramos a nivel global, las tasas de calentamiento en nuestra región son levemente inferiores a lo que se observan en el hemisferio norte, lo cual va de la mano con el predominio de masas de agua sobre el hemisferio sur, que amortigua la señal de calentamiento. No obstante, no estamos exentos de sufrir los impactos de períodos prolongados con temperaturas muy por encima de lo normal, particularmente durante los meses de verano”, concluye el investigador.
Fuente: Prensa Conicet Mendoza
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