El viernes por la tarde se lanzó un ataque informático a escala mundial contra organismos gubernamentales y empresas en, al menos, 150 países. Dicho ataque se produjo a través de una grieta del sistema operativo Windows, que filtró el agente agresor conocido como ransomware (programa secuestrador).

Este particular virus no solo generó dificultades a lo largo y a lo ancho del mundo, sino que también expuso la vulnerabilidad de los sistemas informáticos en los más altos niveles oficiales y privados. Así, el reciente ataque se caracterizó por la utilización del ransomware, que no destruye archivos, sino que los encripta –los captura– para pedir luego un “rescate” por los mismos.

Dicho rescate debe ser pagado en moneda bitcoin, que es una criptodivisa o dinero virtual, y que circula únicamente por internet, lo que permite transacciones en privacidad. El bitcoin no es una moneda física, pero sí permite el trueque dentro de Internet, que tiene un valor bastante alto: un bitcoin equivale a 1728,497 dólares, unos 26 683,68 pesos argentinos.

La modalidad más frecuente de infección fue a través de correos electrónicos engañosos, que contenían enlaces para que los usuarios cliquearan y así dejaran actuar al virus, pero a la vez, dicho virus se valía de la lista de contactos del ordenador para difundirse a las máquinas de esa lista. 

En la reciente arremetida hacker, se llegó a pedir hasta 300 bitcoins para liberar archivos. Esa es la explicación de por qué el virus no destruye documentos.

Según lo cita la BBC, el ciberataque mundial del viernes dejó 200 mil víctimas en al menos 150 países, informó el director de Europol, Rob Wainwright.

La modalidad de secuestrar archivos y exigir dinero para su rescate es relativamente nueva, ya que viene en auge desde hace dos años y se diferencia del modus operandi de los hackers comunes, ya que exigen dinero –lo que los transforma en criminales–, a diferencia de los que actúan contra objetivos específicos y enarbolando principios filosóficos o libertarios.

Diferentes portales informativos destacaron que, con el inicio de la semana laboral, todavía existía riesgo de propagación del virus, ya que miles de trabajadores podían transformarse en replicantes de la infección al encender los equipos.

Como el ataque se dirigió contra Microsoft, a las pocas horas la empresa lanzó un parche de seguridad, el MS17-010, para que su sistema operativo cerrara la brecha por la que se filtró el ataque.