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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Hay sustancias y objetos que –literalmente– nos queman la cabeza. El director del Observatorio de Problemáticas de Consumo de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO, Sergio Saracco, dice que el acento no se debe poner en el objeto, sino en el sujeto y en la realidad que lo aqueja.
Foto: Axel Lloret
Demonizar las drogas es el camino más simple y el más seguro para que nada cambie. Esa es la visión del director del Observatorio de Problemáticas de Consumo de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO, Sergio Saracco, quien aseguró que el consumo es un termómetro de la realidad social y que lo más complejo es modificar la vida de las personas que, frente a situaciones adversas, de soledad, de insatisfacción, buscan soluciones inmediatas pero ficticias.
Con el ser humano en el centro de la escena, la facultad inauguró hace un mes este observatorio, cuya finalidad es brindar información científica sobre los efectos que cada sustancia tiene en el cuerpo humano, realizar tareas de prevención, detectar casos de problemáticas de consumo y brindar ayuda a los estudiantes que la necesiten. Y, sobre todo, poner el énfasis en las conductas saludables.
Saracco recalcó que muchas de las acciones estarán centradas en los alumnos que están por terminar la primaria y comienzan la secundaria. La razón: el cerebro se desarrolla hasta los 20 años, y el consumo y abuso de sustancias naturales o químicas –legales e ilegales– tiene efectos irreversibles a lo largo de la vida del individuo.
Saracco, quien también se desempeña como jefe del Departamento de Toxicología de la Provincia, está convencido de que existe una estrecha relación entre el uso y el abuso de drogas con otras formas de consumo y problemáticas sociales, y que sólo hace falta conectarlas. El aumento de casos de obesidad, de aislación, de déficit de atención, de ACV, de problemas coronarios, de ataques de pánico, de fracaso escolar, son algunos de los ejemplos que dio de temas que parecen no guardar relación entre sí, pero la tienen.
El profesional recalcó que el uso y abuso de sustancias, o la mezcla, pueden despertar trastornos dormidos y para ejemplificarlo utilizó una de las historias de la película Relatos Salvajes. Dijo que así como un par de multas de tránsito llevó a Bombita (Ricardo Darín) a volar un auto con explosivos, para el cuerpo, esas multas son las sustancias, que pueden disparar cuadros depresivos, paranoicos, de angustia, problemáticas cardíacas, renales, que de otro modo no se manifestarían.
La lupa en el ser humano
Saracco explicó que todas las sustancias psicoactivas –sean naturales, sintéticas, legales o ilegales– tienen actividad a nivel del sistema nervioso central y actúan sobre dos neurotransmisores: uno relacionado con el estado de ánimo (serotonina) y otro con la gratificación y el bienestar (dopamina). Y recalcó que esa es la razón por la cual las personas usan drogas: mejoran el estado anímico, dan placer y una gratificación inmediata. El problema –remarcó– es que todas tienen efectos secundarios, en algunos casos irreversibles, y generan tolerancia, es decir que se necesita aumentar la dosis para lograr el mismo efecto.
¿Las problemáticas de consumo están relacionas con la repetición?
No, en realidad tienen que ver con qué consumo, cómo y cuándo, Puede haber una problemática con una dosis única. Por ejemplo, hemos tenido casos de muerte con consumo de un solo comprimido de éxtasis, porque tiene una acción estimulante, alucinógena, entonces puede disparar una arritmia y, como tiene acción anfetamínica, produce aumento de la presión, de la frecuencia cardíaca, de la transpiración, por eso produce deshidratación. Alguien puede no haber tomado nunca alcohol, pero toma, se sube al auto y tiene un accidente. Eso es una problemática de consumo. Por eso, lo importante es que, cuando alguien va a consumir una sustancia, tiene que saber cuáles son los efectos secundarios. Abuso es cuando este consumo se hace en forma reiterada, pero tampoco hablamos de adicción, sino de consumo abusivo. Por ejemplo, la modalidad que hoy existe en cuanto al alcohol: no se ingiere durante toda la semana pero el fin de semana hay un consumo abusivo.
¿Y la adicción?
Está relacionada con un cambio adaptativo del organismo. Las sustancias psicoactivas generan tolerancia, es decir la necesidad de aumentar la dosis para lograr el mismo efecto. Entonces, la dosis ya no alcanza para sentir el estado de bienestar o de alteración de la realidad, necesita aumentarla, la persona ya no consume para sentirse bien, sino que debe consumir para no sentirse mal. Acá ya estamos hablando de que existe una problemática más compleja, de adicción, que no tiene que ver con la sustancia sino con un conjunto de situaciones sociales, ambientales y de la persona.
Es decir que el problema no es la droga…
Tratamos de demonizar la droga, pero no es responsable de la adicción, porque tenemos adicción al juego, a la informática, donde no está presente la droga. Sin embargo, lo que hay que combatir es la realidad que tienen estos sujetos, que ante una situación de no contención, frente a una realidad que no les gusta, se automedican con una sustancia que les genera placer y les mejora el estado anímico. O sea, el problema es la situación. Las drogas han estado, estarán y seguirán estando siempre.
¿Cómo se aborda esta problemática tan compleja?
El único abordaje posible es multidisciplinario, es social, psicológico, es poner la lupa sobre la persona. Hoy se genera la necesidad de tener elementos que en realidad no son necesarios —el último celular, la última ropa— a lo que se suma esa idea ficticia de éxito y situaciones sociales complejas. Todo esto u Dr. Sergio Saracco Director del Observatorio de Problemáticas de Consumo combinado produce frustración, sensación de fracaso, y si la persona tiene una sustancia que le genera gratificación inmediata y le altera la percepción de la realidad, la consume. El tema es que ese efecto desaparece a las pocas horas y vuelve a la realidad, porque no se atacó el problema, que es aquello que le genera esta angustia. Entonces, ¿qué hace? Vuelve a consumir para sentirse bien y esto va generando este círculo vicioso. Por eso, el consumo es el termómetro de la realidad social. Generalmente, cuando hay crisis sociales, aumenta el consumo de sustancias porque generan gratificación y mejoran el estado anímico.
Y ese es el mensaje que reciben los jóvenes de los adultos…
Sí, porque el mensaje es que cuando tengo dolor, angustia o un displacer me automedico, es lo que dicen en la TV. Es más, te dicen que no te sacan un dolor, sino dos. O pasan la publicidad de Vida y Vuelta, que es muy positiva, y atrás una que les dice que rompan las reglas. Hoy ese es el mensaje social. Hay una alarma encendida, hay una situación que tiene que ser contenida, que es brindarle a los jóvenes un ámbito donde puedan encontrar la gratificación a través del desarrollo de sus necesidades por medio del deporte, del arte, de la recreación, de muchas actividades que hoy han sido limitadas producto de las inseguridades, de los temores, del desgranamiento de la familia y todas estas frustraciones que hacen que la persona se sienta mal.
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