El escenario político de Brasil, luego de la primera vuelta del domingo 7 de octubre, dejó al país carioca en el centro de las miradas. Es que el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, con una campaña que reivindica los procesos dictatoriales de la década de los 70, se impuso con el 46,2 % de los votos sobre Fernando Haddad (con el 29,1 %), el candidato de Lula. Las posibles políticas que pueda tomar el candidato que ganó la primera vuelta fueron tomadas con cautela por los empresarios mendocinos, quienes esperarán los resultados que se puedan dar en la segunda vuelta.

Es que el gigante carioca moviliza, junto con Argentina, a toda la región. Si a Brasil le va bien, al resto le va bien. Si le va mal, el resto siente el temblor. Sin embargo, la primera percepción empresarial es que los acuerdos comerciales con Argentina no se verán afectados, puesto que el nacionalismo que pregona el líder ultraderechista es a nivel político, mientras que en el ámbito económico, Bolsonaro promueve la apertura internacional.

“No nos sirve que a Brasil le vaya mal. Su economía es muy importante para la región”, aseguró Javier Allub, titular de la Cámara Empresaria Mendocina (CEM). En la misma sintonía, Guillermo San Martín, de la Asociación de Exportadores de Ajo, afirmó: “Hay que esperar. Tenemos el marco del Mercosur, que tiene perspectiva de protección y, aunque todavía no se puede prever cómo evolucionará, necesitamos que el sistema político esté más estable”.

El panorama actual

El panorama actual con el principal socio comercial es, en principio, favorable. El ajo es la verdura estrella en las exportaciones a Brasil, junto con un repunte de las ventas de materiales plásticos y sus manufacturas. El punto flojo son las exportaciones de ciruela y duraznos deshidratados. De acuerdo a los datos de Pro Mendoza, durante el primer semestre de 2018 las exportaciones de la hortaliza a Brasil se incrementaron el 43,49 % en relación con el mismo período de 2017 y los materiales plásticos crecieron más del 800 %.

Mario Lázzaro, titular de la entidad, explicó a Unidiversidad que hubo un incremento del volumen de exportación, aunque este incremento no tuvo su correlato en la cantidad de dinero que ingresó por las ventas: en 2017 se exportaron casi 90 millones de dólares  y en 2018, poco más de 65 millones (USD 65 329 057).

Los vaivenes económicos en los que entró Brasil en 2016, cuando destituyeron a la presidenta Dilma Rousseff, implicaron que en Mendoza creciera la exportación de los productos de origen industrial. En 2017 se exportaron 3108 toneladas de plásticos y sus derivados, mientas que en 2018 ese valor se incrementó a 29 952 toneladas, es decir, más del 800 %. Esto se traduce en un total vendido de 43 millones de dólares.

Ante esto, Lázzaro aclaró que la provincia deberá realizar una acción ofensiva para no perder competitividad. En este sentido, aseguró que un eventual triunfo de Bolsonaro implicará una apertura de los mercados que en este momento se encuentran “dormidos”.  “Cuando Brasil ordene sus asimetrías y tenga un horizonte, se convertirá en competitiva,  por lo que hay que tener una actitud ofensiva. En la medida en que Brasil encauce sus carriles políticos, será una economía que va a despegar y en Mendoza va a impactar en los sectores en los que no hubo suficiente crecimiento”, sentenció.

La calma que antecedió al huracán

Guillermo San Martín explicó que Brasil es el principal mercado de ajo y un triunfo de Bolsonaro no implicará grandes modificaciones. El país carioca no se autoabastece de ajo (su producción es de solo 100 mil hectáreas) y, al estar dentro del Mercosur, debe cumplir con los acuerdo comerciales. “Puede haber un impacto mayor en otros rubros”, advirtió.

San Martín señaló que será importante mantener la competitividad, dado que países como España y China también están en el mercado. Para que esto suceda, el empresario señaló que el Gobierno debe actuar porque no resolvió el problema de fondo de las economías regionales. Al mismo tiempo, apuntó a las consecuencias que en el mercado tendrá la devaluación de abril y agosto. 

“No podemos crecer y tampoco podemos bajar la productividad porque perdemos mercados. Si uno se va (del mercado), otro te ocupa el lugar. La devaluación no ayuda, genera el problema de que no se puede planificar. Aumentan los precios y no vamos a estar mejor”, concluyó.