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26 DE DICIEMBRE DE 2024
Aportes de la sociología política.
La doctora en Historia Virginia Mellado describe la heterogeneidad del electorado francés. Foto: telemundo.com.
Especial democracias en la mira
Virginia Mellado, Incihusa-Conicet / UNCUYO
Publicado el 22 DE JUNIO DE 2017
Las elecciones presidenciales francesas ocuparon la agenda pública mundial, principalmente por el papel protagónico que Francia detenta en el devenir de la Unión Europea y el riesgo de que expresiones políticas vinculadas con la extrema derecha alcanzaran el poder en uno de los principales países europeos.
El candidato de En marche!, una nueva organización política creada por su principal impulsor, Emmanuel Macron, ganó las elecciones en segunda vuelta frente a su opositora, Marine Le Pen, por más del 66 % de los sufragios. En una elección que tuvo como telón de fondo una alta abstención, Macron impulsó una imagen de “renovación de la política” que caló hondo en amplios sectores de la población.
Personalidad desconocida hasta que ocupó el cargo de Ministro de Economía en 2014 dentro del gobierno del socialista François Hollande, Macron responsabilizó a la “vieja política” de no haber resuelto los principales problemas que aquejan a la sociedad francesa: retornar a la senda del crecimiento económico sin debilitar la ya resquebrajada protección social. Uno de los principales enigmas que arrojó la contienda fue comprender la forma en que se nutrió el electorado del joven candidato electo, quien no contaba originalmente con apoyos de grandes personalidades políticas ni con una organización partidaria de trayectoria.
Una primera impresión que recogieron los medios internacionales sobre los resultados electorales del último 7 de mayo fue que el voto de Macron provino de las grandes ciudades, asociadas en el imaginario colectivo con los efectos positivos de la globalización, mientras que aquellos que obtuvo el Frente Nacional fueron cosechados en “la Francia profunda”, las zonas periféricas que habían pagado los costos de la integración europea.
Sin embargo, una mirada más atenta a las complejidades del mundo político y social, sustentada en los enfoques provenientes de la sociología política, permite matizar y refinar estas afirmaciones al advertir sobre las diferencias que se perciben en las votaciones de las grandes ciudades.
En efecto, la composición demográfica y la estructura social de cada urbe resultan variables de peso para explicar las tendencias “Macron” y “Le Pen” y descomponen la mirada dicotómica que las primeras impresiones sugirieron.
Radiografía del electorado francés
Los estudios de sociología política y de comportamiento electoral han ofrecido abundantes evidencias del conjunto complejo de variables que intervienen en el momento en que un individuo escoge su candidato en el cuarto oscuro. En el cruce de cálculos racionales, proyecciones personales, tradiciones familiares, impresiones, emociones y programas políticos, la elección responde a un cúmulo de vectores que se nutren de decisiones individuales, disposiciones sociales y culturales y una oferta política.
En este sentido, los ejercicios empíricos realizados por el politólogo Fréderic Sawicki con los datos estadísticos construidos a partir de los votos emitidos en primera y segunda vuelta resultan un estímulo para ponderar la capacidad analítica de la sociología política. Su investigación pone en evidencia el peso del anclaje social del voto. A través de la construcción y correlación de un conjunto de variables cuantitativas, el politólogo analiza el comportamiento electoral de las veinte principales ciudades de Francia, donde encuentra notables diferencias.
Mientras que el voto hacia el candidato de En Marche! aumentaba en las urbes que tenían una sobrerrepresentación de altos cargos ejecutivos y profesionales universitarios, como es el caso de París, disminuía en aquellas que tenían una mayor presencia de jubilados, empleados, obreros y hogares monoparentales, como es el caso de Marseille.
También el voto Macron se correlacionó fuertemente con los grupos sociales que poseen profesiones intermedias, lo que permite auscultar el efecto positivo que tuvo el discurso de campaña entre las clases medias asalariadas. Sin embargo, dentro de este grupo, el sector de los pequeños propietarios y comerciantes se inclinó hacia la derecha, lo que a la postre resultó un pilar importante del Partido Republicano.
Frente a la composición social del voto hacia Macron, la preferencia hacia Marine Le Pen guarda significativas diferencias. La capacidad de cosechar sufragios de la extrema derecha se correlaciona con la presencia de sectores populares, de jubilados y de grupos sociales que obtienen menores ingresos.
Por último, la composición estructural del voto de Jean-Luc Mélenchon, principal candidato de la izquierda y que alcanzó el 19,6 % de los sufragios en primera vuelta, resulta la más novedosa desde el punto de vista sociológico, ya que no se correlaciona fuertemente con ninguna variable socioeconómica.
Esta anomalía estadística sugiere el carácter intergeneracional e interclasista del voto hacia Mélenchon. Sin embargo, los análisis espacialmente localizados refuerzan la hipótesis de que el voto capitalizado por el candidato de izquierda ha sido elevado en barrios urbanos con fuerte presencia de familias descendientes de inmigrantes. Cabe destacar que, en Francia, cerca del 10 % de la población cuenta con al menos un inmigrante como ascendente directo y que el 89 % de ellos vive en las ciudades.
Tendencia confirmada
Los indicadores construidos por Sawicki para la segunda vuelta permiten confirmar las tendencias presentes en la primera vuelta: mientras que las ciudades concentraban mayor presencia de diplomados, profesiones intelectuales, asalariados de clase media y jóvenes, la propensión hacia el voto Macron fue en aumento, como lo exhibe el caso de París, donde alcanzó el 95 % de los sufragios.
Por otro lado, la mayor concentración de obreros, empleados y una estructura demográfica envejecida favorecieron la preferencia por el voto hacia la extrema derecha. En adición, la abstención resultó más importante en aquellas ciudades que son menos prósperas y registran una actividad económica moderada.
Sin embargo, estas tendencias no deberían reforzar la noción de una brecha entre dos países socialmente distinguibles. La deriva de votos cosechados por Jean-Luc Melenchon y Benoît Hamon en primera vuelta hacia el candidato de En marche! refuerzan el perfil heterogéneo de los votantes que escogieron al octavo presidente de la V República.
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