Carta a "Viudela"
El abogado Horacio Martínez Baca, residente en California desde la dictadura militar, es hijo del ex gobernador Alberto Martínez Baca, elegido por el pueblo de Mendoza en 1973. Exactamente un año atrás, escribió esta carta que, más que confrontar con Jorge Rafael Videla, busca satisfacer el ansia de conocer de una juventud estudiosa y capacitada pese a la larga noche de la dictadura militar.
Horacio Martínez Baca
He leído sus reportajes y un par de libros sobre su vida. En algunos de ellos justifica o trata de justificar sus crímenes, tras un concepto de patria, Nación y religión, muy difícil de entender para quienes no han asesinado, robado, violado mujeres o entregado criaturas, para quien no asaltó el poder con un conjunto de criminales y justificó ese asalto a la República con una ideología occidental y cristiana.
También acusa al gobierno de revanchismo por el proceso judicial que se le inicia a usted y a sus salvadores de la patria (dentro del marco que dicta la Constitución que pisoteó y violó repetidamente). Yo pienso, Videla, y permítame expresarle mi opinión, que usted, además de una mala persona, fue un mal militar, insubordinado y cobarde. Su ex colega y secuaz Omar Riveros concuerda con mi opinión. El revanchismo que usted ahora imputa al gobierno de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner es por tenerlo en una cárcel cómoda, limpia, con televisor y visitas diarias de su esposa. Si hasta se le permite la presencia de un sacerdote para atender sus vicios confesionales.
Yo estuve también preso, Videla, cuando usted asaltó el poder. Fueron cuatro años y 19 días, largos, duros y con mucho sufrimiento. Desde una de mis cárceles vi cómo partían a la muerte varios hombres que usted y sus delincuentes asesinaron cobardemente después de infames torturas. Para citar a algunos pocos: Dardo Cabo, Angel Georgiades, Rappaport, Pirles, y demás, con quienes conviví en un pabellón de la muerte hasta su desgraciado final. De más está decir, Videla, que allí no teníamos televisor ni visitas diarias de cónyuges, y los pocos sacerdotes que acudían lo hacían para sonsacar información confesional que luego entregaban a sus secuaces. Aunque allí, entre los presos, había también sacerdotes; estaban prisioneros porque habían cumplido su sagrado deber, llevar la voz de Jesucristo a los oprimidos, a los postergados, o a esa “canalla”, como usted alguna vez la llamó. Cumplían con lo que proclama Kempis se debe hacer en su Imitación de Cristo, que usted lleva ufano a los tribunales de derecho que lo juzgan para demostrar su fe inquebrantable.
Otra cosa que no tenía yo en mi cárcel y que usted tiene en la suya fue un proceso justo y controlado por la ley argentina, con derecho a legítima defensa; no tuve nunca siquiera una acusación en mi contra. Cuando después de un Habeas Corpus (recurso que dilató 3 años en sustanciarse), la Suprema Corte de infames que usted apuntó, le confió a su secuaz Harguindeguy: “A Martínez Baca y a Timerman tienen que liberarlos, o tendremos que hacerlo nosotros”, el gobierno por usted asaltado me concedió entonces una opción para salir a un país extranjero. ¿Y qué país concedió el asilo al “delincuente subversivo”, al “comunista-terrorista” Martínez Baca? Estados Unidos de América, donde recuperé mi dignidad de ser humano, donde resido desde hace 32 años y desde donde decidí escribir esta carta al ver que es usted quien llama a la justicia de la constitución argentina “revanchista”, Videla. Sepa que en cada congreso, cursillo o reunión de abogados que frecuento, aquí y en el resto del mundo, cuando saben de mi procedencia, me felicitan por el juzgamiento de ustedes.
Hablemos entonces de su concepto de revancha, porque lo juzgan, condenan y apresan por matar a 30000, o 7000, como usted ahora dice. ¿Cómo es esto? Al que mata a un hombre la ley argentina lo castiga con una pena de 8 a 25 años de prisión. Entonces, según usted, al que mata a 30000, ¿no le debe pasar nada so pena de revanchismo? ¿El número crece y la pena se extingue? Interesante posición, no muy jurídica por cierto.
Aquí, en estos 32 años, he votado por seis presidentes, Videla. En Argentina, en 34 años, sólo pude votar por dos. Los demás se elegían entres ustedes, como el leporino Onganía en su landeau de la rural, o el perdonado Lanusse y luego el golpe final donde llevaron el asesinato, el robo y la violación a su más trágica expresión en la historia de este pobre país. Presidentes militares, que en su mayoría tenían poco más de sexto grado y cuatro años de gimnasia, pero que cerraban universidades y apaleaban a estudiantes y profesores. Miedo al saber, botas sí, libros no.
En el año 1987 encontré que Carlos Guillermo Suárez Mason, uno de sus secuaces más perversos, había agotado su utilidad para el gobierno de Reagan, por lo que la Secretaría de Estado lo despidió. Ya lo habían usado con algún éxito en Nicaragua matando gente. El “Pajarito” Suárez, que no quería ser el pavo de la boda, cometió entonces la equivocación de refugiarse aquí en California, donde vivo y ejerzo mi profesión. Nada más encontrarlo, porque el presidente Raúl Alfonsín habia pedido su extradición, decidí interponer un demanda por daños cuya causa de acción era arresto ilegal, torturas y vejaciones. Para hacerle la historia corta, Videla, el "Pajarito” fue ordenado a pagarme 21 millones de dólares, que por supuesto nunca los pagó. El "Pajarito", tuvo un legítimo proceso; yo lo veía diariamente cuando lo traían de San Quintín, vistiendo el uniforme naranja de los reclusos, con manos y pies encadenados y una cadena uniendo ambos. El "Pajarito" se volvió extraditado y, por violar la libertad vigilada del gobierno “revanchista”, murió en la cárcel de Devoto, bastante más dura de la que a usted alberga.
Cuando usted habla de ideología y usa palabras extrañas en sus discursos, como “idea-fuerza”, que tanto le gustaba decir, ¿a qué se refiere? ¿A ideas o a la ausencia de ellas, apoyadas por la bayoneta? Hay un film de Claude Lelouch, titulado La Aventura es la Aventura, que me recuerda mucho a los militares argentinos, guatemaltecos u hondureños. Trata sobre justificar la toma del poder con ideologías estrambóticas nunca explicadas con regular definición, sino apenas esbozadas con la camarilla que se beneficia de los asaltos al poder. Allí, en la película, el jefe de una banda de asaltantes –un trabajo excelente de Lino Ventura–, les hace estudiar a sus secuaces un libro de Marx sobre comunismo. A partir de allí, todos los asaltos a bancos, secuestros, etc, se hacen invocando una ideología, lo cual coloca a la gavilla en la categoría de presos políticos, y entonces la opinión pública condena así su juzgamiento.
¿Qué tal? Ustedes hacen lo mismo, Videla, siempre lo hicieron. Y sus fechorías las cubren con otra ideología, la occidental y cristiana para defender la patria. ¿Cuál es su patria, Videla? ¿La que pedía Mariano Moreno, con representantes de los hacendados? ¿A quiénes representaban ustedes, a qué sector “sano o progresista de la población”? ¿Al nieto de almaceneros coloniales Martínez de Hoz, que hizo “su América” deshaciendo todo el aparato productivo de un país que pugnaba por subsistir? Hacían una división entre categorías políticas que evidenciaba otra vez su imposibilidad de pensar la sociedad mas allá de la división entre honorables y atormentables, según una descripción excelente de una escritora argentina.
Ahora, algunos de los pocos panegiristas que le quedan dicen que usted no robó. Eso no es cierto, Videla, y usted lo sabe, pese a que el gobierno “revanchista” no se ha ocupado de iniciar la prosecución suya por incumplimiento de los deberes de funcionario, cuando llegó usted desde EE.UU. en el avión presidencial y lo aterrizó en El Palomar para bajar todo el contrabando que el avion traía y así esquivar aduanas. ¿Qué es eso? Afane liso y llano. El revanchismo no lo ha procesado por ello; debería hacerlo. Hay una parte de sus fechorías que no se han contado bien. Cuando usted y sus generales de cartón mataban, violaban y robaban a la “canalla”, cada uno de los integrantes de esa canalla pagaba sus sueldos de general al comprar cigarrilos, pan o vino, los impuestos internos pagaban botas de la sastrería militar: Los que mataban le pagaban para hacerlo, ¿no es injusto? Pero si eran tan ladrones, que uno de sus secuaces le robó la capa a la reina Sofía, la esposa del asesino de elefantes. ¿Qué es eso? Afane también, en plena Casa Rosada.
¿Sabe, Videla? Yo fui cadete del Liceo Militar Gral. Espejo. Tuve allí excelentes condiscípulos y también algunos excelentes oficiales instructores. Todavía en los cincuenta, el concepto del ejército era un poco –como dice la escritora María Seoane– “la imagen aristocrática e impoluta del joven uniformado que evoluciona compuesto y orgulloso en los desfiles de las fechas patrias”. Conocí de cerca la vida militar, y creo que usted y su canalla la destruyeron, Videla. Pasaron a convertirse en bandas armadas dispuestas a la transgresión sin límite. Quiero decir que usted y sus secuaces destruyeron las Fuerzas Armadas de la Nación. Las transformaron en un hato de cobardes que nunca pelearon una guerra en serio, como las que comenta y describe tan bien Clausewitz, no una “guerra sucia” inventada, que cuando la pelearon perdieron o se rindieron sin pelear, como el bravo Astiz (el bufón escarapelado) o el malo Menéndez.
He tenido oportunidad de conocer varios militares aquí en los EE.UU. No estoy de acuerdo con muchas políticas de este país, sobre todo con las guerras imperiales, pero debo reconocer que los militares de aquí van a la guerra a matar o morir, y matan y mueren, Videla, no como ustedes que solo matan, violan y roban de noche y encapuchados. El gobierno “revanchista” de esta administración argentina, una de las mejores que este país ha tenido, le ha concedido el beneficio de “viudez” a su esposa, Videla. Es así. Usted está muerto y su viuda cobra su pensión . Eso también es revanchismo, Viudela?
Todavía, la temible Pantera Rosa asesinó valientemente a dos monjas francesas que habían colaborado en el cuidado de su hijo minúsvalido. ¡Bravo, Videla, esas son ideas-fuerza! Para terminar, déjeme que le diga que en mis viajes frecuentes a la Argentina, voy notando el surgimiento de una juventud distinta, estudiosa y capacitada, ansiosa de conocer que pasó en la noche larga del proceso criminal que usted inició. A esa juventud van dedicadas estas líneas, para que sepan que eso no pasará “NUNCA MÁS”.
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