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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Por Valeria Salech, Gabriela Cancellaro y Mariana Amanto, integrantes de Mamá Cultiva, fundación que asesora a familias en el cultivo de cannabis con fines medicinales.
Desde Mamá Cultiva Argentina celebramos las palabras de la Ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, respecto de la regulación de las drogas blandas, libre de la política criminalizadora y persecutoria que el paradigma prohibicionista impone a la región.
Dicho debate es urgente y fundamental y debe ser integral: no alcanza con la sanción de leyes, como lo demuestra la experiencia de la fallida ley 27.350, limitada y mal reglamentada.
Para que la regulación funcione, son necesarias políticas públicas que incorporen la formación de todos los actores de la sociedad: fuerzas de seguridad, trabajadores y trabajadoras de la salud, la justicia, la ciencia y la educación, usuarios y cuidadores de personas usuarias de marihuana para la salud.
Esto lo aprendimos en nuestro recorrido de los últimos años, en el cual nos vimos ante el desafío de ocupar el lugar que el Estado abandonó: abrazamos, contuvimos y empoderamos a la ciudadanía, enseñando a cultivar la terapia que a miles de personas les permitió la calidad de vida que un sistema de salud colapsado no pudo brindarles.
Mamá Cultiva Argentina surgió como una demanda hacia el Estado, pero hoy somos mucho más que eso. Nuestra responsabilidad mutó hacia la conformación de una extensa red de conocimiento que se construye colectivamente, de abajo hacia arriba, sin recurrir a diferenciar los tipos de consumos, con la certeza de que la planta es en sí misma terapéutica, si contamos con la información y la educación para el uso responsable de la misma.
Dicha construcción es comunitaria, transformadora, horizontal y feminista. No reconoce liderazgos sino experiencias, valora la autonomía que nace de la solidaridad y no del sálvese quien pueda, pone en valor el aporte de quienes buscan, ni más ni menos, vivir en una sociedad más empática e inclusiva, una sociedad en la que la justicia social sea la norma y no la excepción.
Cualquier legislación sobre el tema, para no ser letra muerta, deberá contemplar nuestra voz: nada sobre nosotras sin nosotras. Solo tendremos buenas leyes desde el compromiso de escuchar y comprender las necesidades de todes, para que nadie se quede afuera.
Es hora de mirar hacia dentro. Si bien, como expresó la ministra, son valiosas las lecciones de otros países, los y las argentinas tenemos nuestra manera de hacer las cosas: el nuestro es un país único en su vitalidad ciudadana, en la capacidad instalada de saberes, en la generosidad de les cultivadores que desde la clandestinidad nos enseñaron a mejorar, en el coraje de científicos y científicas que en estos años investigaron a nuestro lado arriesgando sus puestos de trabajo, en la humildad de los y las profesionales de la salud que, con el sistema en contra, reconocieron lo mucho que tenían para aprender de nosotras.
Este momento es histórico. Estamos acá para aportar nuestra lucha, y que no se desaproveche más todo lo que sabemos que podemos ser.
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