Cambio climático en Mendoza: los signos visibles que modificaron el ecosistema
El calentamiento global es cada vez más evidente y en la provincia generó una serie de impactos que cambiaron la biodiversidad. Cuál es la real amenaza hídrica y cuánto subirá la temperatura. La necesidad de fortalecer la educación ambiental y concientizar desde las universidades.
Federico Kruger
Publicado el 14 DE ABRIL DE 2023
El cambio climático es una realidad que se palpa en el cuerpo y en la biodiversidad de Mendoza. Las sofocantes olas de calor que nos golpearon con el verano en retirada representaron la última evidencia de que el ecosistema no deja de mutar y que padece el impacto del calentamiento global. En Mendoza, a este evento se suman una sequía permanente, el deshielo escaso que no alimenta los ríos, los glaciares en constante retroceso, y una progresiva tropicalización del clima. De hecho, se esperan menos lluvias en Alta Montaña para los próximos años y un aumento de entre 4 y 5 grados en la temperatura para el período que va de 2050 a 2100.
De acuerdo a las investigaciones del CONICET, los estudios sobre el impacto del cambio climático en los diversos oasis productivos de Mendoza permiten medir cómo afecta a la agricultura. En este sentido, un artículo de la revista de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO concluyó que el cambio climático provocó alteraciones en la fisiología de la vid, que se detectaron a lo largo de los últimos 50 años. Este análisis reveló que en la zona Este provincial se dio el mayor número de variaciones climáticas que alteraron la viticultura, mientras que en la zona Norte y Sur las alteraciones fueron levemente menores.
Cambios sin precedentes
El investigador superior del CONICET Ricardo Villalba comentó: "En el planeta ocurren cosas sin precedentes y en el caso de Mendoza se dan los episodios de las lluvias que en los últimos años inundaron la ciudad. Además, tormentas de tipo convectivas que son de alta precipitación y potencia, y que estaban limitadas a impactar en las zonas llanas de la provincia, ahora también se trasladaron a la precordillera, con los aluviones que se suceden y que cortan la ruta a Chile, en especial durante el verano. Es decir, son situaciones nuevas que empezaron a ocurrir en el último tiempo".
No es una ilusión.
No es un pronóstico.
No es una posibilidad.
El cambio climático es una realidad, y actuar es urgente. pic.twitter.com/2WEyApXINU— ACNUR para el Sur de América Latina (@ACNURSuramerica)
Existe un consenso en la comunidad científica sobre que hay más eventos climáticos extremos, que son diferentes a los que venían pasando en el planeta. Y aquí puede citarse el caso de la grave sequía que afectó recientemente a la zona centro de la Argentina y que golpeó muy duro al complejo agroexportador.
El investigador explicó que uno de los principales impactos del cambio climático en Mendoza se da en la disponibilidad del agua y en la afectación de los glaciares: "La sequía que empezó en 2010 es la más severa de los últimos 70 años y las particularidades evidencian que impacta en el déficit hidrológico". En cuanto a los glaciares, Villalba señaló el retroceso de glaciares, como el del Humo en el sur provincial. "Cuando el Ianigla comenzó a explorarlo en el 84 se comprobó que más de 2 km de extensión de hielo se habían perdido. Este proceso continúa en marcha en la zona de la alta cordillera, si uno vuelve cada año a los glaciares de nuestra provincia va a comprobar como esos cuerpos van retrocediendo". Por esto, desde la comunidad científica reclaman una urgente concientización de buenas prácticas ambientales para atenuar este proceso.
En este sentido, Gabriela Luquez, que integra el Instituto Interdisciplinario de Ciencias Ambientales de la UNCUYO, dijo a Unidiversidad que "el cambio climático ya está en nuestro territorio, en las zonas donde habitamos, por lo que esto ya no es una situación teórica, sino que está sucediendo". Y afirmó que es imperioso adoptar un "paradigma para la preservación de la especie y de la supervivencia del planeta. El cambio climático necesita medidas de mitigación y de adaptación, en especial de adaptación para dar vuelta nuestras formas de consumo y de entender a la naturaleza como un espacio de servicios ambientales, como una especie de retroalimentación y no solo de extracción, no de pensar que todo es renovable cuando claramente todo no lo es".
Alteración de la vid
Uno de los sectores más impactados por el cambio climático es la industria vitivinícola, por las transformaciones provocadas en el suelo y en la uva que se obtiene. Algunos reportes de la COVIAR sostienen que el cambio climático ya se ubica en el top 3 de las principales preocupaciones de la industria, por detrás de temas como la carga impositiva y de la crisis de la economía internacional. Aquí, en Mendoza, se estima que 6 de cada 10 productores experimentaron una reducción de los rendimientos debido a factores climáticos, mientras que el 50% sufrió problemas como el estrés hídrico por escasez de agua.
A su vez, en Mendoza se percibe el aumento anual de las temperaturas, con veranos cada vez más sofocantes e inviernos menos fríos. En este caso, Villalba apeló a la categoría de "noches tropicales" que usa la OMS para referirse a la temperatura ideal que el cuerpo humano necesita para un óptimo descanso nocturno. "Si uno duerme con temperaturas por sobre 20 grados, el cuerpo no descansa. Tenemos registros que en el departamento de San Martín, en la década de los 60, había entre 5 o 6 noches al año en las cuales la temperatura estaba por encima de los 20 grados. En la actualidad, ya tenemos veranos con más de 30 días cuyas noches son de más de 20 grados. Esto afecta nuestra salud, estamos más sensibles a enfermedades y la capacidad de trabajo se reduce".
Recientes informes confirman que hay una tendencia al aumento de la temperatura en la provincia. Se estima que el registro promedio de los próximos veranos oscilará entre los 31 y 32 grados. Se presume que el calentamiento va a ser mayor en las cordilleras y que durante los inviernos habrá menores precipitaciones en Alta Montaña, lo cual hará que el recurso hídrico será aún más escaso.
Ciudadanos ambientales
Por todo esto es imperioso una rápida y activa intervención para mitigar estos efectos. Y sobre las formas de adoptar políticas que permitan esto, Luquez señaló que "la sostenibilidad constituye el eje central de lo que debería ser la contribución de las universidades para con la sociedad, hacia un futuro que garantice el bienestar de quienes están y de quienes vendrán". Reafirmó que el aporte de las universidades desde este paradigma de la sostenibilidad es clave, tanto para el presente como para el futuro. Y recuerda el lanzamiento desde la UNCUYO de la Guía de Buenas Prácticas Ambientales.
Para la comunidad científica no hay dudas. Las actividades humanas y las tendencias sociales están detrás de los cambios ambientales. Los hábitos que implican un uso indiscriminado y descuidado de los recursos naturales degradan la biodiversidad, lo cual luego retroalimenta el deterioro. La Tierra, ecológicamente, está preparada para soportar en forma digna a los 9 mil millones de habitantes que próximamente seremos, según previsiones. Pero es necesario planificar la administración de los recursos porque ese crecimiento deja inevitables huellas en el sistema terrestre con la generación de más gases de efecto invernadero.
Por esto, para Luquez es imprescindible la educación ambiental con un enfoque transversal y multidisciplinario. Pidió "poner en valor a la Educación y Formación Ambiental como una estrategia para formar a ciudadanos ambientales, mediante un proceso pedagógico hacia la cultura ambiental en donde quienes educan serán quienes dinamizan las acciones educativas".
Asimismo, concluyó que el involucramiento de toda la comunidad universitaria es "necesario y determinante" para que el proceso sea eficiente y eficaz. "Las acciones institucionales serán una fuerte estrategia para la ejecución y expansión de iniciativas que se difundan hacia los integrantes de la universidad y hacia la sociedad", determinó, finalmente.
Fuente: Unidiversidad
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