Cada vez son más las compañías que certifican como empresas B
Así lo expresó Andrea Nallim, ejecutiva de empresas B, en "#ChatEconómico". Analizó el cambio que están haciendo las empresas hacia la economía circular.
Cada vez son más los consumidores y las consumidoras que eligen a las marcas a partir de los valores, acciones y soluciones que aportan a la sociedad. Por eso, en la actualidad, muchas compañías y organizaciones redefinen el sentido del éxito en la economía y enfocan sus esfuerzos hacia un modelo de economía circular que tiene en cuenta el ciclo de vida del producto para que los materiales utilizados en su fabricación puedan ser reparados, sustituidos o mejorados, y que también admitan el reciclado para reducir su impacto ambiental.
De eso se trata esta nueva edición de #ChatEconómico, en la que se cuenta qué es una empresa B de triple impacto, cómo se construye y cuál es su rol en la sociedad. Su conductora, Claudia Durán, y Alejandro Trapé, economista y docente de la UNCUYO, profundizaron sobre estos temas con la invitada del día, Andrea Nallim, licenciada en Administración y empresaria de empresas B.
“Cuando hablamos de empresas de triple impacto, tenemos que hacer referencia a que son empresas que buscan, en primer lugar, un beneficio económico, pero también buscan ese equilibrio empresa/medio ambiente. Cuando hablamos de triple impacto, hablamos de impacto ambiental y social positivo”, explicó Nallim.
Consultada sobre si una empresa de carácter netamente económico puede reinventarse en una empresa B o de triple impacto, la empresaria sostuvo que sí, que es posible.
“Las empresas que llevan mucho tiempo como empresas de trayectoria más económica pueden transformarse en empresas de triple impacto, que pueden o no estar certificadas, y mostrar así ese impacto positivo o su estrategia en lo social y ambiental. Cada vez son más las compañías que certifican como empresas B”, detalló.
Para ser parte del sistema B, sostuvo Nallim, es necesario dar tres pasos fundamentales. El primero es definir un propósito que genere un impacto positivo para la sociedad y el ambiente, más allá de la generación de ganancias.
“El segundo paso implica un compromiso legal, que se expresará en el estatuto de la empresa al incorporar las cláusulas que manifiesten el impacto positivo que se quiere generar, un propósito por el cual deberán velar los accionistas e inversores. Luego, como tercer paso, la empresa debe completar la 'Evaluación de Impacto B', un autodiagnóstico que se realiza a través de una herramienta de gestión online, gratuita y confidencial, y que permite conocer el impacto socioambiental de la empresa”, dijo.
Según la empresaria, la certificación como empresa B otorga un valor agregado a nivel comercial y un mejor posicionamiento de la marca.
Fuente: Señal U
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