Biodegradables y compostables: bolsas que buscan ganarle al plástico
Parecen, pero no lo son. Estos bioplásticos son fabricados de compuestos orgánicos como el almidón de maíz o mandioca. Ya hay productos para la venta minorista y para uso agrícola.
Bolsas compostables, uno de los productos que busca reemplazar al plástico. Foto: erres.bio
Anualmente en Argentina se generan 16,5 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos, es decir, una tasa de generación de 1,15 kg por habitante al día. En este contexto, la búsqueda de propuestas para disminuir esta problemática medioambiental está latente y las bolsas compostables se posicionaron como una alternativa ecoamigable frente al plástico. Desde la UNCUYO también se suman a esta innovación y apuntan a disminuir los plásticos en el sector agrícola con un film biodegradable.
Los plásticos biodegradables son materiales (polímeros) capaces de descomponerse por la acción de microorganismos tales como bacterias, hongos y algas bajo condiciones que naturalmente ocurren en el medio ambiente. Sin embargo, a nivel mundial se fabrican en pequeña escala, siendo aproximadamente entre el 0,7 % y 1,5 % de la producción mundial de plásticos.
Aunque en Argentina no existe una industria específica, algunas empresas han comenzado a producir productos similares al plástico, pero de compuestos orgánicos como el almidón de maíz o mandioca. Erres Economía Circular es una de las pioneras en la producción de bolsas compostables.
“Erres surgió de la mano de cuatro amigos que teníamos una misma preocupación: la contaminación ambiental y, puntualmente, la conducta humana vinculada a ella. Durante años pensamos que nos gustaría cambiar nuestro modo de consumir tan lineal, de comprar y tirar, pero definir cómo hacerlo nos llevó varios años. En 2020, en medio de la crisis mundial climática, y a su vez, en pandemia, nos permitimos soñar y concretar los primeros pasos”, expresó Gabriela Real, directora de Comunidad del emprendimiento a Unidiversidad.
De esta manera, pese a las dificultades vinculadas a la cuarentena, el aislamiento, la inestabilidad del dólar y el poco camino recorrido, el emprendimiento de amigos y amigas se transformó en una empresa de triple impacto que comenzó a fabricar y vender bolsas biodegradables y compostables de almidón de maíz. Si bien este tipo de productos ya existían en diferentes países, en Argentina eran pocas las empresas que se dedicaban a producirlos. “En el país hay poco aún, aunque la transformación de una fábrica de bolsas plásticas en fábrica de bolsas compostables o cualquier otro bioplástico es realmente simple”.
“Con las mismas maquinarias, pero cambiando los pellets (la materia prima), ya la transformación sería en grande. Pero la dificultad o reticencia al cambio tiene muchas aristas, algunas incomprensibles. Las bolsas compostables son un reemplazo perfecto para las bolsas plásticas con la gran diferencia de que al ser 100 % naturales, no solo son biodegradables en menos de 3 meses, sino que, al hacerlo, no dejan huella de daño ni microplásticos como las de polietileno típicas”, explicó Real.
En un contexto de mayor interés por el cuidado del ambiente, diversos negocios comenzaron a buscar bolsas sustentables para entregar sus productos. Para Real, el crecimiento de las ventas es claro y rotundo, y marca un retorno de la sociedad hacia conductas más saludables y conscientes. “Hay una preocupación creciente respecto a qué comemos, qué compramos y qué camino recorrió eso que estamos por comprar”.
“Mes a mes seguimos sumando clientes. La mayor parte ellos son dietéticas, almacenes naturales, verdulerías orgánicas, emprendiemientos veganos y/o de alimentación saludable, como también, algunas cadenas de supermercados y veterinarias. De a poco se van sumando rubros que nos sorprenden y alegran, ya que, a priori, no los teníamos en el radar, como algunas ferreterías, librerías o empresas del rubro entretenimiento y actoral”, dijo Real.
No son bolsas, pero disminuyen los plásticos en el campo
Investigadores de la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria de la UNCUYO junto a Conicet crearon un film biodegradable para la producción agrícola. Mario Ninago, director del Proyecto, dialogó con Unidiversidad sobre el producto.
“El film o la película biodegradable es un plástico como los que habitualmente usamos, pero se diferencia de estos porque puede obtenerse a partir de polímeros naturales los cuales se encuentran presentes en cereales, raíces o tubérculos. El uso de mantos biodegradables representa una alternativa para usarse en reemplazo de los mantos sintéticos comerciales porque, además de no generar residuos que deben ser tratados luego de finalizado el ciclo productivo del alimento, ayuda a la producción de alimentos sanos y con menor agregado de agroquímicos y fertilizantes”, explicó Ninago.
Para obtener estos films, el laboratorio utiliza almidón de maíz o mandioca, un agente de refuerzo como arcillas o las fibras del mismo tubérculo o cereal y un plastificante que le brinda mayor flexibilidad al material final. “Se pesa una masa conocida de almidón y arcilla que forma una suspensión filmogénica por acción del calor y la agitación. El tiempo de gelatinización puede variar entre 15 a 30 minutos. Luego esta suspensión se transfiere a placas de policarbonato para ser secadas en una estufa por 24 horas a temperatura controlada”.
Aunque pueden encontrarse bioplásticos de palta, bambú, mandioca, arroz o papa, la película biodegradable realizada en el laboratorio de la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria se basa en el almidón de maíz porque se trata de “un recurso abundante, de bajo costo y, que en el caso de Argentina, su producción excede su demanda”.
Para Ninago, la necesidad de generar productos biodegradables en el ámbito agrícola surge por la influencia de las sociedades actuales y políticas medioambientales. “Existe una mayor conciencia respecto del uso y aprovechamiento de los recursos naturales”.
“Esto genera que las políticas medioambientales se vuelvan cada más exigentes con el sector productivo, y como consecuencia, promueven y comprometen a las empresas y a los productores a incluir materiales que sean capaces de reemplazar o sustituir parcialmente a los plásticos sintéticos no degradables por alternativas más ecológicas”, remarcó Ninago.
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