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A pesar de ser una figura emblemática del proceso revolucionario, en el espacio público provincial se priorizó a San Martín.
Foto: Google Maps
Unidiversidad / Ángeles Balderrama
Publicado el 19 DE JUNIO DE 2020
Abogado y diplomático, periodista, economista, político y hasta militar, Manuel Belgrano ocupó un rol clave en el proceso de independización de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En este sentido, si bien existen algunas escuelas, calles o plazas que llevan su nombre, los mendocinos casi no celebramos su figura. El patrimonio cultural se encuentra colmado de referencias a San Martín.
“Lo podemos ver en el espacio público. La calle más importante del centro se llama San Martín, también tiene una plaza dedicada específicamente a él. El Cerro de la Gloria homenajea la gesta sanmartiniana, tenemos museos que conservan elementos relacionados con su labor, las bóvedas en Uspallata, el Manzano Histórico, el Campo Histórico El Plumerillo. Esto deja en evidencia que no existen muchos lugares que representen a Belgrano”, destacó Eugenia Molina, investigadora del Conicet y docente de la Facultad de Filosofía y Letras.
Aunque la provincia posee algunas escuelas, institutos, calles y plazas, la presencia de Belgrano en el espacio público es casi nula. Además, si bien la bandera, por la que es recordado en la memoria colectiva, está presente en múltiples edificios públicos, remite directamente a la idea de Nación y no a su figura como tal.
“El patrimonio de Belgrano es escaso, y si existe, no está incorporado en el recuerdo de los mendocinos. Todos hemos pasado por la Plaza San Martín, pero no todos conocen que la plaza del Barrio Bombal se llama Plaza Belgrano, y tampoco se les dio la misma importancia a ambos espacios. Claramente, aunque San Martín vivió menos de tres años en Mendoza, su influencia quedó marcada a través del Gobernador Luzuriaga, con quien trabajaba”, explicó Molina.
De esta manera, Mendoza se dedicó a celebrar “lo sanmartiniano” por la magnitud que tuvo su gesta a nivel local en los planos político, económico y poblacional. Hacia 1813, la ciudad solo tenía aproximadamente 13 mil habitantes, y luego de la conformación del Ejército de los Andes, se agregaron 3000 nuevos pobladores. A su vez, comenzaron a incorporarse terrenos para su producción, aumentó la fabricación de vestimenta militar y armamentos, y se desarrolló la cría de animales.
“Mendoza vivió esa época al pie de guerra y San Martín dejó una marca en la sociedad. Además, todo ello implicó un disciplinamiento fuertísimo; se controlaba qué decían y hacían las personas, y esa marca después se tradujo en la marca de los espacios públicos. La presencia de él y su gestión fue tan fuerte que no había lugar para mucho más en la memoria local. Esto se suma a que, desde inicios del siglo 20, los volúmenes de Historia de la Nación Argentina unían la labor de San Martín con la existencia de Mendoza, como si, antes de él, la ciudad no hubiese existido”, detalló Molina.
A diferencia de las provincias del norte argentino, la presencia de Belgrano en Mendoza no se construyó como elemento esencial. Tanto es así que, durante años, en las currículas escolares desempeñó un papel secundario y solo se lo recuerda como el creador de la bandera.
“Belgrano es un hombre clave de la Revolución. Él fue el que apoyó el proceso revolucionario desde el inicio, desde las invasiones inglesas. Incluso antes de esa fecha apoyó proyectos de renovación, de reformas agrarias. Pensaba que a través de la educación y la prensa la gente iba a transformar sus ideas, incluso quería que las mujeres se educaran. Es tal su versatilidad que tuvo que leer sobre táctica y estrategia porque no tenía formación militar y tenía que encabezar una expedición hacia Paraguay. ¡Hay que tener coraje para hacer lo que Belgrano hizo!”, subrayó la Investigadora.
Al mismo tiempo, la promesa de lealtad a la bandera que se celebra cada 20 de junio en las escuelas primarias mendocinas implica, en primer lugar, la incorporación de niños y niñas a la comunidad de la Nación, y en segundo plano, se recuerda a Belgrano como el creador de la bandera.
“Ya en 1813, Belgrano había tramitado en el Triunvirato un distintivo celeste y blanco para distinguirse de los realistas. Pero lo realmente audaz fue tomar esos colores y utilizarlos como bandera para representar la causa revolucionaria. Más allá de la bandera, lo importante es el gesto. Entonces, claramente, la promesa a la bandera tiene una fuerte carga simbólica y, de alguna manera, se lo recuerda, pero sería interesante empezar a incorporar otras aristas como prócer”, dijo Molina.
Algunas comunas, como Las Heras, en el bicentenario del paso a la inmortalidad de Manuel Belgrano, comenzaron a replantearse la presencia de su figura en el espacio público e iniciaron obras de restauración constructiva, eléctrica, lumínica, de mobiliario y forestal en los lugares que llevan su nombre. De esta manera, las mejoras en la Plazoleta Manuel Belgrano, en Las Heras, permitirán subsanar la memoria colectiva del prócer en Mendoza.
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