Belén Baigorria: “La militancia me enseñó a brindarme libertades”
En el marco del Día de la Memoria, Belén repasó los rumbos de su vida. La búsqueda de la verdad la llevó a ser una activa militante por los derechos humanos: “Generalmente, a una le cuentan la historia familiar, pero en nuestro caso, fue al revés”.
Foto: Facebook Espacio para la Memoria ex-D2 Mendoza
Belén Baigorria Bernal es integrante de la agrupación HIJOS (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio). Junto con su hermana, arribaron a la militancia en busca de verdades sobre Juan Bernal y Raquel Herrera –su tío y su tía, un matrimonio asesinado en mayo de 1976– y Alberto Bernal –su otro tío, desaparecido también en esos días–.
Su lucha es social, por la memoria, la verdad y la justicia, pero también es personal y familiar. Es que en su familia siempre reinó el silencio acerca de lo sucedido, el miedo a hablar de política.
Hijos e hijas
“Soy docente y soy feminista”, se presenta Belén. Ejerce la docencia desde 2016 y actualmente es maestra en un centro educativo del Campo Pappa, en Godoy Cruz. Cursa la carrera de Educación Primaria en la UNCUYO y recibirse es un desafío personal que quiere concretar. A pesar de estar precarizada, elige ese contexto y ese trabajo por vocación.
Antes hizo algunas suplencias y también se desempeñó en la economía social y solidaria, en El Almacén Andante. Está claro que intenta congeniar su desarrollo laboral con su compromiso social. Trabajar le dificulta terminar su carrera, pero aun así lo elige, para poder vivir sola “y tener espacios de libertad que son muy importantes”.
Antes de estudiar Educación Primaria, ingresó a Ciencias Políticas, donde formó parte de un plan de alfabetización en barrios populares. Estuvo en el barrio Democracia de Las Heras casi cuatro años por ese camino. También participó del espacio de la biblioteca Pablito González en La Gloria. “A mí siempre me gustó lo territorial”, reafirma Belén.
De adolescentes, Belén y su hermana mayor empezaron a interesarse por las reuniones de los organismos de derechos humanos de Mendoza. Recordó con simpatía un encuentro de Familiares de personas detenidas desaparecidas por razones políticas: “Éramos las mas chiquitas, obviamente. En esa reunión había militantes grandes, históricos, y decidimos ir”.
Belén Baigorria lee el documento del 24 de marzo de los organismos de derechos humanos de Mendoza. Foto: Coco Yáñez en www.elotro.com.ar
Hoy, y luego de una larga historia, para Belén, los organismos de derechos humanos también son su familia. Desde allí pudo rescatar la historia de su familia y armar la propia.
Belén Baigorria Bernal es sobrina de Juan Bernal, Raquel Herrera –su esposa– y Alberto Bernal. Militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). El 28 de mayo del 76, el matrimonio fue asesinado en la finca donde vivían y el tercero fue desaparecido.
Durante muchos años, la familia culpó fuertemente a Raquel por lo sucedido. Belén cuenta orgullosamente que, junto con su hermana, la empezaron a reivindicar en su entorno, como militante y como mujer: “Esto nos permitió también reivindicar a nuestros tíos, que tenían un pensamiento marcado e ideales por delante. Eran personas pensantes y rebeldes que se animaron a pelearla hasta el final”.
28.05.76 JUAN VICENTE BERNAL – FELIPA RAQUEL HERRERA - ALBERTO BERNAL - JUAN VICENTE BERNAL, nació el 25 de junio de...
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Por la identidad y la justicia
Alrededor de 2008 o 2009, un proyecto “Mauricio López” de la UNCUYO la llevó a trabajar en la comisión Hermanos, dentro de HIJOS. “Es una comisión que actualmente no está en movimiento —relata la militante—, pero trabajó mucho tiempo la identidad, haciendo la conexión, el puente, con Abuelas”. Facilitaban la posibilidad de acceder a un análisis a quienes dudaban de su identidad y querían saber si eran o no hijas de personas desaparecidas.
Esos fueron sus comienzos en HIJOS: “Ahí fue cuando me metí de lleno. Empecé con Hermanos, me encantó ese trabajo… Muy secreto, muy minucioso, de hormiga. Y a mí me encanta ese tipo de militancia, donde una pasa medio desapercibida, pero a la vez está haciendo un montón”.
HIJOS en la marcha del 24 de marzo. Foto: Inés Nieto
Aquellos proyectos de extensión universitaria abrieron caminos: “Muchas personas que no eran familiares de personas desaparecidas pudieron integrar una comisión de HIJOS, dentro de los organismos”. Hermanos le permitió a Belén conocer gente, recibir denuncias, acompañar búsquedas y crecer como persona.
Gracias a ese gigantesco trabajo que se hizo, donde participaron cuatro becarias de la universidad, se logró encontrar a la nieta 127. Fue a partir de una denuncia que presentó Hermanos junto con otras cinco que están siendo investigadas. “Nos sentimos consagradas, fue un momento muy fuerte”, expresa Belén.
Contra el olvido y el silencio
“Dos de mis tíos fueron fusilados, una pareja –Raquel y Juan–, y Alberto, desaparecido”, puede decir hoy Belén Baigorria Bernal. Sin embargo, cuando eran adolescentes, Belén y su hermana Paula no conocían la historia de su familia: “Ese tema no se hablaba. Sabíamos que teníamos tres tíos y algo les había pasado, pero no sabíamos qué”.
A raíz de una estafa a la familia –llamadas telefónicas en las que les decían que Alberto estaba vivo–, las cosas cambiaron para las jóvenes. Hasta ese momento, en su casa “no se hablaba de política”, pero con el tiempo lo fueron entendiendo: “Venía de los miedos de lo que había pasado. Nuestra familia se quedó con mucho silencio”. Entonces, como buenas adolescentes, se empezaron a meter en “lo prohibido”.
Juan Bernal y Raquel Herrera. Foto: Facebook MEDH Regional Mendoza
“En el 2006, mi familia todavía estaba pensando cosas erradas y repitiendo el discurso de lo que nos había impuesto la dictadura, que era que andaban paseando por otros lados”, lamentó Belén. Sin embargo, con su hermana fueron atando cabos y entendiendo cosas que cuando eran más chicas se les escapaban.
Con lo poco que tenían, se acercaron a los organismos de derechos humanos de Mendoza. “Lo único que sabíamos eran los nombres de nuestros tíos”, confesó Belén.
Cargaban con todos los miedos del momento y Paula “hizo su tarea de hermana mayor”. Quería reconocer el ambiente para constatar que fuera “un lugar seguro para su hermanita”, ríe Belén. A escondidas de su familia, empezaron a participar de reuniones y actividades. A través de amistades de aquel momento, conocieron la militancia de sus familiares, sus edades e, incluso, empezaron a grabar sus rostros.
La integrante de HIJOS se reconoció en su historia: “Íbamos construyendo la historia de nuestros tíos, nuestra tía y, a la vez, nos íbamos reconociendo en muchas cosas. Porque a nosotras nos interesaba la política, nos interesaba lo social, nos interesaba salir a la calle”.
Alberto Bernal. Foto Facebook MEDH Regional Mendoza
“A pesar de todos los conflictos familiares que nos trajo eso, hoy con mi hermana decimos que lo logramos —celebra la entrevistada—. Hoy el tema se instaló y es algo que se habla. Que mis primos y mis tíos salieran a marchar cada 24 de marzo para nosotras fue muy significativo, porque era salir del silencio y no repetir el casete del miedo, el terror y las mentiras de la dictadura”.
En la familia, fue un giro rotundo. Belén contó: “Muchas de las historias de mis tíos se las terminamos contando nosotras, sus sobrinas, a sus hermanas y a su madre. Y eso fue fuerte, porque generalmente una es la que recibe la historia. A vos te dicen de dónde venís, quién es tu familia, cómo son. En nuestro caso, el camino fue al revés”.
De “genocidio cultural” a biblioteca de la memoria
Pasada la dictadura, la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep) hizo una visita a Mendoza para reconocer centros clandestinos de detención. Junto con sobrevivientes, ingresaron al Departamento de Informaciones 2 (D2) de la Policía de Mendoza. Una de las exdetenidas era Silvia Ontivero, que, en la zona de las celdas, solicitó que abrieran una de ellas, al fondo, donde había –muerto producto de las torturas– su compañero Miguel Ángel Gil.
“Ahí cuando se desmoronan los libros”, relata Belén, y uno de los que cayeron a los pies de Silvia fue Las venas abiertas de América Latina, dedicado por su hermano. Había estado en la mesita de luz hasta el día de su secuestro. Con esa secuencia, no se necesitaron más pruebas de que el D2 había sido un centro de detención, torturas y exterminio.
“Los libros que están ahí han sido recuperados de los calabozos de lo que es ahora el Espacio para la Memoria, antes el D2. Estos libros fueron secuestrados durante la última dictadura, fueron perseguidos también, y encerrados, en este caso, dentro de una celda”, repasó Belén Baigorria.
Esos libros estuvieron secuestrados ahí hasta los 80. En los 90, por un proyecto de la legisladora provincial Ana Montenegro, fueron trasladados a la Legislatura y quedaron bajo la guarda de HIJOS. Luego fueron llevados a la Casa por la Memoria y la Cultura Popular y, finalmente, desembarcaron en el Espacio para la Memoria, hace unos cuatro años. “Qué mejor que vuelvan de otra manera al lugar de donde salieron. Fue muy simbólico”, recordó Belén.
Hoy, todo ese material –“que es biblioteca y es archivo a la vez”– sigue en proceso de organización y clasificación. Está siendo inventariado para poder abrirse al público. Son alrededor de 3100 libros que, con mucho trabajo, buscan constituirse en biblioteca de la memoria: “Es un proyecto que me enamoró”, confiesa la militante.
Durante todos estos años, han trabajado en ella integrantes de HIJOS, personas independientes, estudiantes de intercambio en sus prácticas sociales educativas. Casi todos los libros “tienen un perfil social”, contó Belén. Son de Ciencias Sociales, “en su mayoría internacionales con contenido marxista”. Hay de psicología, filosofía, economía, política argentina, literatura infantil, de Mendoza “y algunos muy curiosos”, recuerda entre risas.
Integrantes de HIJOS en la presentación de la Biblioteca. Foto: Facebook Espacio para la Memoria ex-D2 Mendoza
“Los libros te tiran mucha data de aquella época, podés entender las mentalidades”. A pesar de que hay muchos de las mismas ediciones, quienes trabajan en ese proyecto sostienen “que los libros de la biblioteca no están repetidos, porque tienen historias distintas, dedicatorias distintas, caminos y recorridos distintos”. Recuperar ese material, organizarlo e intentar abrirlo a la sociedad es dar cuenta del “genocidio cultural que existió”, reflexiona Belén.
“Los libros son sobrevivientes de la dictadura”. En el plan sistemático que tuvo como objetivo “arrasar con una mentalidad, intentaron desaparecer a una generación y su pensamiento”. Pero acá están, los libros y las personas sobrevivientes, como parte de la resistencia.
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