Balance del Cosquín Rock: un respiro de “normalidad”
En la edición 2022 del ya clásico festival en Santa María de Punilla, artistas y público vivieron una atmósfera inmejorable pospandemia.
Foto: Télam
Memorables shows de gran parte de los nombres más rutilantes que ofrece la escena local, una variedad estilística para conformar todos los gustos en medio de un inmejorable presente musical y el lógico desembarco triunfal del prócer cordobés Carlos "La Mona" Giménez en el festival marcaron esta nueva edición del Cosquín Rock, que se desarrolló el pasado fin de semana en el Aeródromo de Santa María de Punilla. Sin embargo, el gran toque estelar de esta edición estuvo dado fundamentalmente por la alegría de artistas y público por el retorno a la normalidad, tras el obligado parate de 2021 por la pandemia de coronavirus y la acumulación de casi dos años sin encuentros de este tipo.
En dos jornadas de alrededor de doce horas, con unos 160 artistas repartidos en cinco escenarios simultáneos, el encuentro musical, que con más de 20 años de historia se consolidó como el más importante a nivel local, ofreció en esta oportunidad para las 85 000 personas que se acercaron al predio –según cifras de los organizadores– un acabado paneo del glorioso pasado, el excitante presente y el prometedor futuro de la música argentina.
Es que, mientras en algunos de los escenarios los nuevos ritmos urbanos desplegaban su variada oferta, el rock tradicional y todas sus vertientes dieron cuenta de que se trata de un género que no solo no murió, sino que además sigue en condiciones de brindar vibrantes momentos. Así lo reflejaron las impresionantes actuaciones fundamentalmente de Skay y Los Fakires, Fito Páez, Divididos y la Kermesse Redonda; además de los celebrados shows de Ciro y Los Persas, Babasónicos, Guasones, La Vela Puerca, Eruca Sativa y Los Auténticos Decadentes.
En tal sentido, Skay ratificó que tiene bien ganado el título de "el corazón de Patricio Rey", Fito hizo gala de su gran momento creativo, Divididos renovó la sensación de que no hay banda más contundente en la escena rockera local, mientras que la Kermesse Redonda regaló la magia de Los Redondos y complementó así la vigencia del espíritu ricotero puesta de manifiesto el día anterior por el genial guitarrista.
En tanto, Ciro, Babasónicos, La Vela Puerca y Los Decadentes confirmaron que parecieran haber sido hechos a medida para festivales de este tipo. Por supuesto que este paneo se reduce a los escenarios principales, pero en otros espacios también circularon figuras que levantaron bien altas las banderas del rock con sus destacadas participaciones, como el caso de Juanse & The Mustang Cowboys, y Viticus, por mencionar apenas dos ejemplos.
En este contexto, el gran golpe del festival cordobés se dio con la presencia de La Mona Giménez, que, luego de su gran show, dejó la sensación de que su inclusión en la grilla es un hecho natural, de acuerdo a su propuesta artística en línea con el carácter del Cosquín Rock.
Más que causar sorpresa su participación, la gran pregunta es: ¿cómo puede ser que hasta ahora nunca había sido incluido en la grilla? Por un lado, porque es bien sabida la buena relación y el respeto mutuo que mantiene con muchas de las grandes figuras del rock. Por otro lado, porque su postura escénica, el pulso de su banda y las similitudes de lo que genera entre los cordobeses –a la altura de lo que en el rock provoca el fenómeno de Los Redondos– lo ponen a la par de cualquiera de los grandes nombres de la escena local. La postal final con Juanse desatado, corriendo con el torso desnudo por el escenario –como en sus mejores noches en Cemento con Ratones Paranoicos– mientras "La Mona", sorprendido, entonaba "¿Quién se ha tomado todo el vino?" y "Beso a beso", seguramente pasará a engrosar el gran anecdotario que acumula el Cosquín Rock a lo largo de su rica historia.
El festival también dedicó un amplio espacio al indie y las nuevas tendencias. En el primero de los casos, sobresalieron el debut en este encuentro musical de Él Mató a un Policía Motorizado, Los Espíritus y Juana Molina, en tanto que los ritmos urbanos sonaron con fuerza en escenarios exclusivos para el género, por donde desfilaron Bardero$, Acru, Taichu, Lara91K, Trueno y Dillom, entre tantos.
Un caso especial es el de Wos, acompañado por una banda poderosa y cada vez más versátil, que volvió a estremecer como en la edición 2020 hasta al más radical de los rockeros, con un set que arrojó que su crecimiento pareciera no tener techo.
Otra particularidad fue la carpa exclusiva para que Las Pelotas, la única banda con asistencia perfecta en todas las ediciones, ofreciera en las dos jornadas un show de dos horas. Aunque ese espacio suele estar destinado a presentaciones acústicas y así se había anunciado, el grupo comandado por Germán Daffunchio optó por un concierto eléctrico que, tal vez por sus características, hubiera sido más acorde en uno de los espacios centrales del festival.
La gran diversidad y el eclecticismo son características de las que puede jactarse el festival.
Mientras grandes números se sucedían en escenarios centrales, en otros espacios, de manera simultánea, el público pudo disfrutar del pop de Bándalos Chinos, María Becerra y Miranda!, o de la excelente grilla propuesta en "La Casita del Blues", donde destacaron Javier Malosetti, Jimmy Rip, Cristina Dall, Celeste Carballo, La Mississippi y Déborah Dixon junto a Patán Vidal. Sin embargo, este puede ser un punto cuestionable porque, en muchos casos, fue una pena tanto la superposición de horarios como la manera en que se colaban sonidos de otros escenarios, tal como lo padeció La Mississippi con el audio del show que estaba protagonizando Ciro en ese mismo instante.
El actual rebrote metió la cola en la grilla y obligó a cambios de último momento, como sucedió con los anunciados Rata Blanca, Arde la Sangre y El Plan de la Mariposa, que no pudieron asistir por contar con casos positivos por COVID-19 en sus respectivos equipos. Esto obligó a algunos reordenamientos que desconcertaron un poco al público respecto de los horarios y los escenarios preestablecidos.
Sin embargo, esto pasó a un segundo plano y no opacó la felicidad colectiva experimentada, por ejemplo, cuando tanto Skay como la Kermesse Redonda interpretaron en sus respectivos sets el clásico ricotero "Ji ji ji", o cuando La Mona se despachó con "Beso a beso" o "Me mata". La grey rockera puede darse por satisfecha por lo sucedido en el fin de semana, al igual que los cordobeses orgullosos de su idiosincrasia musical. Tal vez, con las cartas sobre la mesa, este último grupo mascullará que, aunque el rock se vista de seda, La Mona queda.
Fuente: Télam
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