Suena La Blunty: la voz del hip-hop que se proyecta desde Mendoza

Sala de escape

Bag in Box, su primer material, estará compuesto por 7 canciones que condensan la esencia urbana propia de la banda, tanto en su estética musical como en sus referencias. En sus composiciones se puede disfrutar del rap y la inteligencia lírica, fusionados con otros géneros musicales como el jazz y el funk. Como banda, BIB busca que sus composiciones sean innovadoras, por lo que incorporan constantemente nuevos elementos sonoros de forma creativa para refrescar la escucha del público mendocino. Esta nueva producción se estrena este 25 de agosto y desde las 18 se podrá escuchar en todas las plataformas digitales.

Unidiversidad tuvo la oportunidad de conversar con sus integrantes para que sean ellos quienes hablen sobre su primer material, el proceso de elaboración del álbum y cómo fue conformar una agrupación musical en plan cuarentena.

¿Por qué los ritmos urbanos? ¿Qué los vinculó y cómo se acercaron al género?

Los ritmos urbanos, hoy por hoy, son una influencia directa en la mayoría o gran parte de les compositores, porque es un cambio y un lenguaje generacional en la manera de acercarse a hacer música, con los nuevos elementos desde lo tecnológico, desde la producción musical. Al mismo tiempo, venimos de otra escuela: bandas en vivo... Somos una mezcla rara porque tenemos influencia directa del estilo urbano, porque es el estilo que nos atrae. Al mismo tiempo, innovamos porque nuestra escena no es necesariamente urbana, es heterogénea, es de nuestra generación, que es lo que nos vincula directamente al género.

¿Tienen referentes locales dentro de la cultura urbana? ¿Hay movida "sello mendocino", como en su momento fue el manso indie?

Individualmente, sí, pero la música urbana no es una influencia de todas las cabezas compositoras de la banda, no es algo colectivo o definitorio. En este caso, creo que la movida es una movida más de bandas, que comparten entre ellas la autogestión y la independencia al momento de moverse y generar. Hay varias movidas en Mendoza, pero no algo tan grande como el manso indie, hay como un post manso indie. También está la cultura hip hop, pero no nos sentimos parte de ninguna. Creemos que somos parte de una nueva camada de músicos independientes que viene de la escuela de músicos mendocinos que adoptan los ritmos de la música urbana. No hay un nombre todavía, creemos que es algo que se está gestando.

¿El disco lo terminaron durante o luego de la cuarentena?

Lo terminamos luego de la cuarentena, lo terminamos a principios del 2022.

¿La idea de Bag in Box surgió como una manera colaborativa de sobrellevar la cuarentena o ya estaba en los planes?

Ya estaba en los planes, nos habíamos reunido antes y hasta en cuarentena, cuando se pudo salir por el final de los DNI. Ahí se empezó a gestar y, al mismo tiempo, acompañó la cuarentena. Terminó siendo una manera de contenernos, pero el proyecto ya existía desde antes de la cuarentena y de que empezara la pandemia.

¿Cómo fue salir a tocar en vivo pospandemia?

Fue muy duro. Los temas en la pandemia, estando lejos y aislados, los hicimos en la computadora a distancia, y, para volver a tocar después de la pandemia, tuvimos que reaprender esos temas en la realidad no virtual. Fue salir con algo nuevo: los temas tenían un año y no los había escuchado nadie. Cuando fuimos a tocar, fue la primera vez que los presentamos y no sabíamos qué esperar, porque hay una mezcla rara en Bag in Box, porque hay mucha influencia del rap y lo urbano, pero la base es otra, era atar dos cabos diferentes, dos mundos que no se habían juntado. Y el resultado podía ser que te fuera muy bien porque le gustaba a todo el mundo, o que te fuera muy mal porque no le gustaba a nadie.

¿Cómo viven el proceso creativo pospandemia y qué dificultades encontraron (espacios, facilidades municipales)?

Al haber creado todo en la virtualidad, empezamos a crear en los ensayos, desde el feeling y los sentimientos que van surgiendo, desde otro punto y otro objetivo, más abocado al show y no tanto a la reproducción digital de tema o del producto. No es que descuidamos eso, solo que el único medio objetivo que teníamos antes del vivo era ver cómo sonaba en los auriculares. Ahora, ya con los vivos, cambian la perspectiva, la comunicación y la manera de hacer la música, y está bueno, se vive bien, es atractivo. Es un cambio de paradigma que refresca y motiva. Si lo hiciéramos como en pandemia, quizá sería otro desgaste.

Encontramos más dificultades que otra cosa: hay muchos teatros y espacios superimportantes para la provincia sin directores, espacios que han cerrado, lugares que no están capacitados para la calidad de show que plantean los artistas y eso nos lleva muchas veces a tocar en lugares privados, direcciones por privado, más que en cualquier bar. A pesar de todo esto, apuntamos a toques estatales, porque nos pueden dar recursos que no tenemos como banda independiente y autogestiva, y hay un público al que podemos llegar por ese camino.

¿Cuál es el mensaje que BIB quiere transmitirle a la gente desde sus canciones?

Que vale la pena tirarse al piletazo. Cada tema tiene su esencia, su mensaje, su intención y su energía. Eso le da mucha diversidad al disco, lo que es muy hermoso. A nivel conjunto, creo que el mensaje es ese: nosotros hemos hecho todo este disco de manera 100 % autogestiva, sin financiamiento, desde el bolsillo propio, desde la paciencia y el sacrificio. Hay que mandarse, hay que confiar en lo que uno propone y el impulso, y largarse a hacer. Nosotros siempre hemos mantenido esos valores. Antes que esperar 10 años para juntar una torta de guita y sacar el disco, es hacer con lo que hay. Esperar el momento perfecto para hacer algo es morir esperando. Hoy presentamos un disco y, para nosotros, es un orgullo porque sabemos lo que nos costó.