El número de personas que padecen hambre crónica en el mundo volvió a aumentar luego de una década en descenso, debido a la intensificación de los conflictos, inundaciones y sequías. Son 815 millones las personas afectadas durante 2016, es decir, el 11 % de la población mundial.

En el informe anual sobre la situación alimenticia de la Organización de las Naciones Unidas, se detalla que 185 millones de personas sufrieron este problema en 2016, 38 millones más que el año anterior. La ONU advirtió que el aumento “es causa de grave preocupación”, pese a que la cifra dista de la de 900 millones de hambrientos en 2000.

 En total, el 11 % de la población mundial padeció hambre el año pasado. El 60 % de esas personas se encuentra en zonas de conflicto provocado por el hombre.

“Han sonado alarmas que no podemos darnos el lujo de ignorar”, dijeron los líderes de la organización. El hambre se agrava cuando esas zonas se ven afectadas por problemas climáticos, tales como sequías e inundaciones vinculadas en parte con el fenómeno de El Niño.

El titular del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, dijo acerca de esta situación: “Es una vergüenza. Es una acusación contra la humanidad”. La ONU señaló que 20 millones de personas enfrentan posibles hambrunas en Sudán del Sur, el noreste de Nigeria, Somalia y Yemen. 

Aunque las estadísticas de malnutrición suelen indicar escasez de alimentos, se observó que hay distintos tipos de trastornos de la nutrición, entre ellos, la obesidad.

Se registró un aumento de niños con sobrepeso en la mayoría de las regiones del mundo, y en todas las regiones en el caso de los adultos. En 2016, había 41 millones de niños menores de cinco años con sobrepeso, según el informe.

Los jefes de las principales agencias de las Naciones Unidas advirtieron que sin una acción concertada, no se alcanzará el objetivo ambicioso que fijaron los gobiernos del mundo: poner fin al hambre y la desnutrición para 2030.