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La Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina elaboró una guía con 8 puntos donde revela el método de religiosos para cometer delitos sexuales con niños, niñas y adolescentes.
Fuentes: Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina / Página/12
Publicado el 06 DE AGOSTO DE 2019
¿Cómo actúan los curas pedófilos? ¿Cómo captan a sus víctimas y las manipulan? La Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina elaboró una guía con 8 puntos comunes en la forma de actuar y someter a niños, niñas y adolescentes, a partir del relato de más de un centenar de víctimas
1. Utilizan una fina manipulación emocional, cosificando, humillando, aislando a las víctimas de su entorno afectivo, ya sea familia, amigos, amigas, novios o novias.
2. En muchos de los relatos, las víctimas han "pedido ayuda" hablando con algún/a integrante de la parroquia, congregación, etc., mayoritariamente psicólogos, piscólogas, confesores u autoridades como obispos. Casi todos coinciden en que las devoluciones que les hacían afirmaban "que estaban atravesando una crisis de fe o de vocación". Por lo tanto, los y las mandaban a rezar, a hacer retiros o a aislarse. De este modo, aparece otra vez el castigo, el no creerles, el acallarlos y acallarlas, el desdecirlos y desdecirlas, el confundirlos o confundirlas, que produce cada vez más daño psicológico.
3. Los curas abusadores eligen a sus víctimas, ejercen un poder irrestricto, son conscientes de lo que hacen, lo planifican. Por todo esto, no son enfermos. Verbalizan ese poder diciéndoles a sus víctimas que son seres privilegiados al contar con su atención. Les hacen creer que la religiosa o el religioso es su amigo/a, padre, madre, mentor/a o referente. Para ello, detectan su vulnerabilidad emocional, social, familiar, física u otras que tienen niños, niñas o jóvenes, lo que los y las vuelve más frágiles aún. De este modo, hacen completamente efectivo el ejercicio de todo su poder, que en esa circunstancia es un poder absoluto. "Te elijo/te desecho, te traigo regalos/no existís": esta es una mecánica de premio/castigo. Otra forma de poder absoluto es instalar prácticas abusivas, como normas institucionales naturalizadas que pueden llegar a la mortificación y el castigo corporal.
4. En la mayoría de los casos, los abusadores sostienen que la víctima los provocó o dio su consentimiento. Siempre, la relación entre abusador y víctima es una relación asimétrica de poder en la que nunca puede existir consentimiento alguno, ya que se está bajo manipulación, coacción e incluso reducción a la servidumbre. Estas llegan a anular el discernimiento y la voluntad. Bajo una disciplina férrea de sumisión y miedo, "(...) es Dios quien habla a través del Superior; por ende, quien obedece no se equivoca. Es imposible decirle no a Dios". En síntesis, hablamos de tortura física y psicológica.
5. Logran arrasar la subjetividad, el cuerpo y la sexualidad de sobrevivientes bajo el secreto de confesión, que es una herramienta utilizada para obtener información estratégica que contribuye al mantenimiento del sistema perverso.
6. Refieren la estafa a la confianza de familias enteras, a las que los abusadores (y aunque no sean curas, a veces son monjas o religiosas con rango superior dentro de una institución) han humillado en muchísimas situaciones al compartir con ellas su intimidad, sus mesas y sus fiestas familiares, mientras que, en simultáneo, abusaban de sus niños, niñas y adolescentes. Estas situaciones impiden a las y los sobrevivientes hablar porque se instala el "¿Quién me va a creer?" o el "Van a pensar que tuve la culpa".
7. Es importante tener en cuenta que cuando se ha estado sometido a ese poder, este sigue vigente en la persona victimizada aunque no vea a su abusador durante mucho tiempo. Esto causa efectos tales como adicciones, trastornos alimentarios, trastornos del sueño, depresión, suicidios e intentos de suicidio, entre otros.
8. La persona victimizada puede haber escrito cartas a su abusador o abusadora por estar en ese contexto descrito en los puntos anteriores. Esas cartas hasta pueden tener un tono cariñoso, justamente por estar la víctima sometida a una manipulación que es muy difícil de ver o advertir cuando está sucediendo, ya que, en la mayoría de los casos, la violencia física no está presente.
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