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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Por Victoria Vasini, ingeniera de procesos para Fluence Corporation.
Argentina presenta varias regiones del país con elevadas concentraciones de arsénico en agua, de origen natural, producto de diversos procesos ecológicos que afectan las napas. En particular, en la provincia de Buenos Aires, solo el 20 % de su superficie tiene agua subterránea que cumple actualmente con la norma de potabilidad. Ahora, hay una posible solución para contrarrestar ese efecto.
La exposición a la ingesta prolongada de arsénico pone a las poblaciones residentes en riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, dermatológicas, neurológicas y diversas formas de cáncer con localización cutánea, respiratoria, digestiva y urinaria. Con el objetivo de minimizar los peligros de este agente, tanto empresas como entidades públicas vinculadas al tratamiento de aguas y efluentes han aplicado estrategias con variados resultados.
Las técnicas de ósmosis inversa, intercambio iónico y los medios de absorción son actualmente utilizados como herramientas para removerlo. Sin embargo, conociendo ampliamente las ventajas y desventajas asociadas a estas, existe un concepto de tratamiento reciente que permite eliminarlo con resultados aún mejores. Se trata de la coagulación-ultrafiltración, un sistema que viene cosechando reconocimientos a escala global por parte de la Asociación Internacional del Agua (IWA), la Asociación Internacional de Desalinización (IDA), la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR) y la Asociación de Desalinización del Caribe.
A partir de un estudio realizado por una de las primeras plantas de remoción de arsénico por coagulación-ultrafiltración –en la localidad de French, Pcia. de Buenos Aires–, que contó con la supervisión de ABSA, se constató que, para un agua con contenido de arsénico de 190 ppb (partes por billón), el agua tratada mediante esta tecnología arroja un contenido de 3 ppb, debajo de los 10 ppb recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Entre los hallazgos más importantes, se concluyó que resulta más eficiente este tipo de tratamiento respecto de otros convencionales, por todo lo mencionado, pero también por costos operativos y de inversión. Además, a partir de este estudio, comenzó a analizarse la posibilidad de usar lodos residuales –del tratamiento de remoción de arsénico del agua– en la fabricación de ladrillo, hormigón armado y otros materiales para la construcción donde el agente utilizado para este fin sería inocuo. De esta manera, se reducirían los desechos y se les daría un nuevo lugar en el ciclo productivo. Adicionalmente, el proceso de coagulación-ultrafiltración puede llevarse a cabo en un diseño compacto que requiere hasta el 50 % menos de espacio físico para su instalación, trabaja a baja presión y provee una calidad de agua constante con eficiente remoción de patógenos.
La problemática del arsénico en el país permanece, pero ahora existen nuevas herramientas que permiten a las poblaciones contar con agua segura a través de una solución sostenible y fácil de implementar. Estamos en una era de transformación el acceso a un recurso tan indispensable como el agua es una responsabilidad de todos.
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