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Un repaso por el peso que tuvo la obra pública según los períodos políticos de Mendoza.
Estadio mundialista, 1978. Fuente: Archivo General de la provincia
Patrimonio, arquitectura e historia
Cecilia Raffa / INCIHUSA, CONICET
Publicado el 31 DE OCTUBRE DE 2019
La construcción de Obra Pública tuvo (y tiene) un consenso social general acerca de la función del Estado como proveedor de equipamiento e infraestructura, útiles tanto para el desarrollo de actividades productivas, como para el devenir de la vida cotidiana. Su materialización es el resultado de la suma entre el amplio proceso de ideación y ejecución de los proyectos, los lenguajes estéticos y las tipologías utilizadas, pero es claramente también consecuencia de las redes de relaciones entre técnicos y políticos.
Ese vínculo, que se retroalimenta en forma constante, ha servido para aumentar progresivamente el acceso a los servicios esenciales en todo el territorio provincial. Desde inicios del siglo pasado y a raíz, entre otras factores de la reconstrucción de la ciudad capital luego del terremoto de 1861, la concreción de arquitectura pública en Mendoza fue adquiriendo impulso y visibilidad.
Las acciones llevadas adelante por el inicialmente denominado Ministerio de Industrias y Obras Públicas (hoy Ministerio de Economía Infraestructura y Energía) a través de la Dirección de Arquitectura (hoy DACOP), fueron transformando en cada momento histórico las obras en fuente de poder político. A la ejecución de los primeros edificios públicos en torno de la plaza Independencia (cárcel, casa de gobierno e incluso catedral), se fueron sumando obras (como el Parque del Oeste iniciado en 1898 o el Hospital Provincial inaugurado en 1907) que se difundieron por medio de albúmenes gráficos, labores de gobierno o a través de la prensa escrita y que fueron marcando la memoria colectiva, al tiempo que se constituían en ejemplos que impulsaban nuevas concreciones materiales de políticas públicas.
Embarcados en una cronología histórico-política, podríamos ver cómo los gobiernos lencinistas que dirigieron la provincia entre 1918 y 1927, concretaron obras como la remodelación del edificio donde funcionaría la Legislatura de Mendoza (1923), el trazado del Rosedal del Parque Gral. San Martín (1919), el diseño del Hospital José Néstor Lencinas (1919-1924), la escuela Domingo Bombal, y en el mismo período, las obras del Hospital Regional de San Rafael. Con los principales edificios de gobierno en funcionamiento, desde 1932, el Estado fue ampliando sus injerencias y empezó a ocuparse más activamente de temas vinculados a la salud, la educación, la vivienda, la asistencia social y la recreación. Son obras de este ciclo la construcción de las Casas Colectivas (1935-1941), el Hospital Central (1938- 1945); el Arco Desaguadero (1935); la Caja de Jubilaciones y pensiones (1937); Playas Serranas (1937); los Hogares para Menores en Agrelo y San Rafael (1938-1943), el Hotel de Potrerillos y la Hostería del Dique Cipolletti (1941) y una serie de escuelas urbanas de escala monumental y centros de salud en villas cabeceras y parajes aislados de los centros administrativos departamentales, entre otros.
Las políticas públicas comenzaron a materializarse extendiéndose en el territorio. En los años cuarenta y cincuenta, las administraciones peronistas acentuaron el papel del Estado y de su intervención en diferentes dimensiones que tuvieron en Mendoza, un fuerte anclaje en los programas educativos, sanitarios y de vivienda, especialmente. Entre las ejecuciones más representativas del período están las escuelas Láinez (1945 c), Edmundo De Amicis (1947 c); Juan José Paso en Luján (1953 c) y el Hogar escuela Eva Perón (1953) o el Hospital Presidente Perón, hoy Lagomaggiore (1952), por nombrar sólo algunas realizaciones. También hoteles de turismo como los ubicados en Tupungato e de Isla del Diamante en San Rafael (1947 c). De gran impacto resultó en ese momento, la creación del Instituto Provincial de la Vivienda en 1947, que absorbió el diseño y ejecución de las viviendas (barrios Bancario, Ejército de los Andes y Ferroviario, por ejemplo).
Las obras realizadas por el Estado, entre mediados de la década de 1950 y los años setenta, incluidos en los que se conoce como “desarrollismo” mostraron interés por la modernización.
A partir de esas décadas, se aceleró fuertemente el fenómeno de urbanización de la capital mendocina y los departamentos circunvecinos que conformaron el Gran Mendoza, y se multiplicó el equipamiento con obras públicas y privadas de envergadura como la Terminal de Ómnibus o el Estadio Mundialista (1978). Las escuelas y centros de salud seguían multiplicándose, pero el Estado que contaba ya con equipamiento múltiple diseminado en el territorio, empezó a pensar en obras de otra escala y con otras funciones que sirvieran a las masas que se desplazaban de las periferias a los centros urbanos.
En un análisis que puede extenderse abarcando numerosos aspectos, el vínculo entre Arquitectura pública e Historia puede dar pautas de las formas en que el Estado en cada ciclo político, fue construyendo materialmente sus políticas públicas, estableciendo prioridades y equipando o re-equipando el territorio en sus diversas escalas.
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