Argentina suma ciencia y tecnología a la vigilancia contra los ensayos nucleares
Aunque está lejos de los focos de tensión geopolítica que elevan los temores de una guerra atómica, el país mantiene un rol activo en el monitoreo para que no se realicen pruebas nucleares. A través de ocho estaciones y un laboratorio de radionucleidos (átomos radiactivos), forma parte del sistema internacional de vigilancia, red a la que se sumó un Centro Nacional de Datos para analizar la información.
Foto: Victoria Gesualdi / Télam
Tres estaciones sísmicas, tres de radionucleidos y dos de infrasonido, ubicadas en puntos tan diversos como Tierra del Fuego, Salta, Río Negro o Buenos Aires, observan sin parar la tierra y la atmósfera para verificar que se cumpla el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT por su sigla en inglés), firmado en 1996 pero aún no vigente, ya que falta la ratificación de ocho países (China, Egipto, India, Irán, Israel, Corea del Norte, Pakistán y Estados Unidos). El Congreso de la Nación sí confirmó su validez en 1998 y designó como organismo con competencia a la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), dedicada a la regulación y fiscalización de la actividad nuclear, salvaguardias y no proliferación.
La agencia Télam entrevistó a Pablo Zunino, Marcelo Fernández y Andrés Pantin de ese ente, quienes destacaron el "entusiasmo" y el ingenio con los que se realiza el monitoreo, la "rica historia de más de 70 años que tiene Argentina en el área nuclear" y el liderazgo de América Latina y el Caribe en el proceso de desnuclearización. Todos temas que serán parte, junto a otros vinculados a las 321 estaciones de monitoreo que existen en el planeta, de una conferencia que empieza el lunes en Viena, ciudad donde tiene su sede central el organismo que se encarga de verificar que se obedezca el tratado que prohíbe los ensayos nucleares y trabajar diplomáticamente para que entre en vigor.
Foto: Victoria Gesualdi
¿Cuántas estaciones de monitoreo tiene el país en el marco del tratado CTBT?
Pablo Zunino (gerente de Políticas de No Proliferación y Asuntos Institucionales): El tratado establece una red internacional de monitoreo para verificar su cumplimiento y allí quedaron pactadas todas las estaciones. En nuestro país, corresponden ocho: tres sísmicas, que están a cargo del Instituto Nacional de Prevención Sísmica, tres de radionucleidos y dos de infrasonido. Hay una explicación técnica: la red busca cubrir todo el globo y posibles explosiones en la atmósfera, a nivel de la Tierra, subterráneas o bajo el agua. Hay otra tecnología que contempla el tratado, que es la hidroacústica, aunque Argentina no tiene estaciones de ese tipo.
Más allá de este mandato original de verificar posibles pruebas nucleares, ¿qué otros datos aporta esta red mundial?
PZ: Los usuarios y los científicos fuera de la red empezaron a darse cuenta de que toda esa inmensa cantidad de información en tiempo real, disponible 24 horas los siete días de la semana, podía tener otros usos, como detectar tempranamente tsunamis o, en las erupciones volcánicas, trazar a dónde va la ceniza y cómo afecta a las distintas zonas, tanto desde un punto ambiental o al tráfico aéreo. En Argentina, la Armada pidió datos porque les interesa usarlo, sobre todo, en la campaña Antártica, y había, por ejemplo, un especialista de la Comisión Nacional de Energía Atómica que tenía la idea de que se podía prevenir una erupción volcánica con algunos de estos datos.
¿Qué sensibilidad tiene el sistema? La estación de radionucleidos debe detectar en la atmósfera partículas radioactivas que no están vinculadas a una prueba nuclear.
Andrés Pantin (responsable de la Actividad CTBT): Son muy sensibles. La estación en Buenos Aires es bastante única en líneas generales por estar en una gran ciudad. Detecta la actividad de medicina nuclear en clínicas, al Centro Atómico Constituyentes y Atucha, por ejemplo.
PZ: En general, las estaciones no están en grandes ciudades. La de Bariloche y Salta están en el aeropuerto, en las afueras. La de Buenos Aires fue la primera de América en ser certificada y la primera experiencia sobre la cual la CTBTO aprendió algunas cosas. Al principio, los datos eran una sorpresa; después quedó que detectaba los usos de material radiactivo que tiene cualquier ciudad.
Foto: Victoria Gesualdi
En la conferencia en Viena se van a presentar los resultados del Centro Nacional de Datos. ¿Qué trabajo realiza?
Marcelo Fernández (coordinador de las estaciones de monitoreo): Las estaciones mandan la información a Viena, al Centro Internacional de Datos. Cuando un país quiere utilizarlos, los puede descargar desde ahí y hacer investigación científica con base en los datos conseguidos por ellos. O se pueden analizar tus propios datos en crudo y generar uno mismo un revisado por el analista. Para esto último sirven los centros nacionales de datos, que acá tenemos hace un año, todavía en construcción, y por ahora, haciendo un reanálisis de los datos ya analizados por el Centro Internacional, para ver si podemos equiparar su capacidad.
PZ: El Centro Nacional de Datos es optativo para cada país, porque, de hecho, ya recibís información procesada desde Viena. Si querés y tenés la capacidad técnica y el recurso humano, podés ir un poco más allá.
AP: Es una opción que puede tomar el país y es financiado localmente. En el caso de las estaciones del sistema internacional, todo el equipamiento, entrenamiento y costos los cubre la CTBTO. El Centro Nacional de Datos es una inversión directamente del Estado.
Trabajan con científicos e instituciones a nivel mundial, ¿cómo está vista Argentina en lo que respecta a ciencia e investigación nuclear?
PZ: Argentina tiene una historia rica de más de 70 años en el área nuclear. En la región, tal vez está a la par de Brasil en cuanto a programa nuclear e instalaciones, que al fin y al cabo es lo que impulsa también el recurso humano. Podés entrenar a gente, pero si después no tienen un reactor para meter mano y hacer algo, va a ser difícil sostenerlo en el tiempo.
Argentina tiene un lugar en el ámbito internacional en lo que respecta a lo nuclear que no suele tener en otras áreas. En esa tradición se construyó la ARN como organismo independiente y con una tarea muy específica, vinculada a la regulación y el control de los usos en material radiactivo y nuclear en el país, y que tiene una rama de no proliferación que es donde entra el CTBT como tratado internacional.
En septiembre del año pasado, el secretario ejecutivo de la CTBTO, Robert Floyd, estuvo en la ARN. ¿Qué dejó esa visita?
PZ: En general, hace visitas más protocolares. Al venir al ARN, que es básicamente el organismo que opera las estaciones, y visitar una estación de las más antiguas, que implica más trabajo para mantenerla funcionando, se fue impresionado con el entusiasmo que hay.
AP: Entusiasmado con eso de "Lo atamos con alambre, pero lo atamos y lo arreglamos". Y si se desata, lo atamos de vuelta y somos persistentes, y tratamos de que las cosas funcionen. Y creo que se llevó esa impresión de nosotros, de gente que se preocupa por su responsabilidad a nivel internacional con respecto al cumplimiento del tratado.
Foto: Victoria Gesualdi
¿Ven un liderazgo regional en cuanto a la no proliferación? Toda América Latina y el Caribe ratificaron el tratado CTBT o tenemos el Tratado de Tlatelolco para la proscripción de las armas nucleares firmado en 1967, cuando en Guerra Fría existía la amenaza de un apocalipsis atómico.
PZ: Sí. Tlatelolco fue el primer tratado de zona libre en un área densamente poblada y eso fue parte del liderazgo de la región, que se mantiene con la adhesión al CTBT. Y hay otro punto importante también en esta línea, que es la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (Abacc).
Brasil y Argentina, los dos países más desarrollados de la región en el área nuclear, firmaron a principios de los 90 un acuerdo bilateral de uso pacífico que es la Abacc, un mecanismo único en el mundo que permite las inspecciones cruzadas. Es una medida de construcción de confianza entre Brasil y Argentina, pero también para los países vecinos.
Fuente: Camil Straschnoy para Télam-Confiar
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