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12 DE DICIEMBRE DE 2024
Lo planteó Alberto Föhrig durante un encuentro sobre Crimen Organizado realizado en la UNCUYO.
Verónica Gordillo / Foto: Nicolás Latorre
Publicado el 25 DE SEPTIEMBRE DE 2015
Los dos investigadores que expusieron en el debate sobre Crimen Organizado, Sociedad Global e Impacto en la Comunidad Nacional y Local, que se realizó en la UNCUYO, pintaron un panorama argentino complejo. Aseguraron que en el país se exporta, se consume y se elaboran drogas, que la sociedad argentina tiene una inquietud genuina respecto de la inseguridad, que el Estado no cuenta con un diagnóstico real sobre el avance del crimen organizado y el narcotráfico, lo que le imposibilita tener una política clara para abordar el tema.
El sociólogo y director del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian, y el sociólogo y licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad de Belgrano, Alberto Föhrig, expusieron en el debate organizado por el Centro de Asuntos Globales de la UNCUYO que conduce José Octavio Bordón, que se realizó en el Aula Magna de la Facultad de Derecho representada por su decano, Ismael Farrando.
Los investigadores coincidieron en varios aspectos: Argentina no cuenta con estadísticas ni diagnósticos serios respecto del crimen organizado y el narcotráfico, lo que le impide tener una política nacional clara para enfrentar el problema. Ambos aseguraron que, desde diversos sectores, como la clase dirigente y la academia, se hacen afirmaciones contundentes, simplistas, que son efectistas pero que no aportan a un debate serio ni riguroso.
Los investigadores aseguraron que la peor respuesta frente al problema es que la clase política, la academia y la sociedad en su conjunto caigan en la tentación de negar el problema. Recalcaron que esto es aprovechado por el crimen organizado y el narcotráfico, que tienen facilidad de adaptación y recursos disponibles para penetrar todos los sistemas de control y lograr su propósito: que el Estado sea ineficiente.
Los expertos también explicaron que el fenómeno tiene características propias en cada país, imposibles de extrapolar a otro, pero que es necesario analizarlo como un problema global, porque tiene ramificaciones internacionales.
Más que una sensación
El máster en Relaciones Internacionales Juan Gabriel Tokatlian dio un panorama general del problema. Dijo que los argentinos se sienten más inseguros y que esto no es una percepción sino una realidad, porque existe un padecimiento efectivo. Remarcó que la afirmación está sustentada en las estadísticas oficiales: hasta 2010 la tasa de victimización (cantidad de población víctima de un delito) fue de 25 %, mientras que en dos años el porcentaje creció a 33 %.
Respecto del tema de las drogas, el sociólogo explicó que no hay una respuesta unívoca a nivel internacional para abordar el problema. Comentó que el debate se centra en dos posturas: quienes plantean una guerra contra las drogas, posición que muchos circunscriben a Estados Unidos pero que adoptaron muchos otros países como China, Malasia, Brasil e India; y quienes son reformistas, que buscan poner en marcha políticas de reducción de daños y de regulación estatal del negocio.
Frente a esta tensión entre lo que llamó guerrerismo y reformismo, Tokatlian planteó que existe suficiente evidencia de que la primera opción no logró los resultados esperados. Aunque recalcó que los reformistas no tienen la panacea, plantean la necesidad de repensar las respuestas y de buscar nuevos mecanismos para abordar el problema.
El especialista también expuso sobre uno de los aspectos debatidos a nivel nacional e internacional: la intervención de las Fuerzas Armadas en el control del fenómeno del narcotráfico. Dijo que los ejemplos mundiales, en especial en el continente americano, muestran que es una medida ineficaz: crecieron el consumo, el número de hectáreas cultivadas, de bandas, de rutas de tránsito, al igual que las violaciones a los derechos humanos y los casos de corrupción.
El mapa nacional del narcotráfico
El doctor en Política Alberto Föhrig elaboró un mapa del narcotráfico en Argentina, aunque advirtió su imperfección debido a la escasa información oficial lo que, explicó, lleva a la falta de una política clara y sobre todo a conceptos y debates simplistas. Dijo que “Argentina exporta, consume y elabora drogas” y analizó cada uno de esos puntos.
El investigador aseguró que en el país operan bandas exportadoras, que tienen una base local y cadenas internacionales, tanto para la provisión de insumos como por los destinos. Explicó que, según datos oficiales, en 2005 se incautaron dos toneladas de cocaína y que en 2010 (cuando se conocieron los últimos datos oficiales) la cifra trepó a 12. Y comentó que es común que las bandas busquen mercados que son exportadores (como el argentino) para utilizar la estructura comercial existente y tratar de penetrarla.
En cuanto al consumo de sustancias ilícitas, el licenciado en Relaciones Internacionales comentó que, según las estadísticas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), bajó la edad de inicio, creció el consumo de sustancias, especialmente las lícitas como el alcohol y los psicofármacos, así como la complejidad de los cuadros que se atienden en los hospitales por la mezcla de sustancias.
Föhrig también apeló a las estadísticas del Sedronar para hablar de elaboración. Explicó que entre 2000 y 2009 se detectaron 159 laboratorios en los que se elaboraban algunas de las fases de la cocaína y drogas sintéticas, y señaló a este último dato como el más preocupante.
El especialista enumeró los efectos que produce el narcotráfico en el país. Dijo que el fenómeno explica ciertas dimensiones de la violencia, especialmente los patrones de concentración especial, ya que si bien en Argentina hay 6,6 homicidios por cada 100 mil habitantes, existen lugares donde esa cifra crece en forma significativa. Y dijo que es necesario desmitificar la idea de que eso sólo ocurre en Rosario, ya que pasa lo mismo en Comodoro Rivadavia y ciudades de Mar del Plata, Córdoba, Gran Buenos Aires y especialmente el municipio de San Martín (hay el doble de asesinatos que la media nacional, 14 por cada 100 mil habitantes).
Föhrig también planteó la situación de la Ciudad de Buenos Aires y especialmente de cuatro de las 23 villas inestables que existen en la zona. Ahí se detectaron cuatro laboratorios, se concentra el 34 % de los homicidios que se producen en la Ciudad y es la única zona donde hubo quíntuples homicidios desde 2003, es decir que alguien con un arma automática dispara a varias personas.
El especialista advirtió que ni la Ciudad de Buenos Aires ni la Nación tienen un plan de prevención de violencia en los barrios vulnerables. Explicó que, de acuerdo con las experiencias existentes, la presencia represiva no es la respuesta, sino la no represiva, con un Estado presente a través de escuelas, fiscalías y programas dirigidos a los jóvenes.
El investigador también aseguró que en Argentina va en aumento la complicidad entre narcotráfico y la cúpula policial y otros sistemas públicos, como el aduanero. Dijo que esto quedó demostrado con la cantidad de jefes de las fuerzas policiales procesados por narcotráfico, al igual que otros empleados públicos y hasta dirigentes políticos, especialmente concejales en Chaco y el conurbano salteño.
Para Föhrig, otro de los aspectos que no abordó el país es el lavado de dinero que proviene del narcotráfico, pese a que hace 15 años se creó una Unidad de Investigación Financiera, que tiene 300 empleados pero sólo condenó a seis personas por lavado de dinero y no maneja estadísticas. El investigador explicó que esta y otros falencias hacen que el crimen organizado busque al país y a otros destinos como Argentina, que no tienen una política clara ni controles efectivos.
El investigador recalcó que el problema de las drogas necesita una respuesta estatal, pero que no es un fenómeno sólo estatal, sino que requiere decisiones colectivas e individuales. Y dio un ejemplo: dijo que es importante que los empresarios no realicen transacciones cuando duden del origen del dinero.
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