Hay varias formas para determinar la presión tributaria: una de ellas se realiza determinando cuanto paga en promedio de impuestos cada habitante, dividiendo la recaudación tributaria total por la cantidad de habitantes per cápita, lo que determina una presión fiscal 54,10 %; otra manera es determinar la recaudación total de impuestos divididos por el producto bruto interno (PBI).

Esta última es la más común y permite identificar mejor la carga tributaria, sin embargo, si uno mira países como Suecia, los países escandinavos tienen una presión fiscal muy alta, pero tienen niveles de vida muy buenos, con un crecimiento de la economía mayor al nuestro.

Alfredo Schclarek Curutchet, director académico del Cippes (Centro de Investigaciones Participativas de Análisis Fiscales) afirmó a Unidiversidad: “Tanto en el impuesto a las ganancias, como con el IVA, las alícuotas son muy altas, están al nivel de países como Suecia, en donde su IVA es del 25 % y su impuesto a las ganancias asciende a 30 %, por lo que uno determina que Argentina tiene alícuotas similares; sin embargo,  los que pagan estos impuestos en nuestro país no representan la cantidad de personas que en los países de Europa”.

La presión fiscal, como medida aislada no es muy útil para analizar algo. Uno podría vivir en un país donde el Estado no cobre ningún tipo de impuesto y no provea ningún servicio, pero eso no significaría un buen nivel de vida, ya que la presión impositiva sería baja, pero el nivel de vida también. Lo primordial sería determinar en que gasta el Estado, es decir en que usa el dinero recaudado a través de los impuestos.

“No creo que la presión fiscal por sí misma sea una cosa de locos, pero sí las alícuotas, ya que son relativamente altas, producto, en parte, por la evasión fiscal. Es decir, los que realmente pagan son las pequeñas pymes y los ciudadanos de clase media, lo que determina que el cumplidor sienta que le están cobrando mucho o sienta que paga por dos”, destacó Curutchet.

Sin embargo, como la evasión tributaria es mucho más alta en la Argentina que en los países desarrollados, las alícuotas impositivas tienen que ser necesariamente más elevadas. En otras palabras, hay que cobrarles más a los "pocos" que tributan.

En este sentido, el investigador del Conicet cree que hay mucho por mejorar en relación a lo que se recauda a través de los impuestos y la devolución que hace el Estado con los servicios.

“Otra de las dificultades es que en Argentina hay muchas empresas internacionales (alrededor de 350) que tienden a ocultar los orígenes de dónde hacen sus ganancias, es decir “contabilidad creativa” para pagar menos impuestos, no es evasión, porque no están haciendo algo ilegal, pero no pagarían el total de lo que les corresponde, dijo Curutchet”.

La diferencia entre Argentina y los países europeos radica en que los dueños de estas multinacionales viven fuera del país, por ende, terminan pagando sus impuestos en dónde residen estos empresarios. “La mayoría de las grandes empresas no pagan la totalidad de sus impuestos y encima los dueños no son de acá, por lo que esa parte de las ganancias que produce la empresa no cubre en su totalidad lo que realmente se debería pagar”, afirmó el investigador.