Último programa de "Apuntes": recorrido por sus tres años
Recorremos notas, artistas, "backstage" y momentos divertidos del programa de Señal U que fue un ...
20 DE DICIEMBRE DE 2024
El museo "de sitio" que atesora la historia de la Ciudad antes del terremoto de 1861 fue premiado por su acción inclusiva hacia las infancias. Un informe para viajar al pasado mendocino, para valorar el cuidado de las raíces precolombinas y coloniales.
La maqueta de la Mendoza antigua, en el MAF, observada por una estudiante mendocina. Foto: Unidiversidad
Cada vez que le damos valor a un espacio donde vivimos, encontramos una historia para contar. Eso ocurrió hace 30 años, cuando redescubrimos el Área Fundacional de Mendoza. Fue un momento significativo para nuestra vida urbana. En esa superficie rectangular formada por la calle Ituzaingó al oeste, la Costanera al este y las transversales Beltrán al norte y Alberdi al sur, se encuentra esta historia.
Este período rescatista comenzó el 20 de febrero de 1993, cuando, por ordenanza municipal, se reconoció al área donde comenzó nuestro pasado poscolombino. Fue un acto institucional con el que recuperamos la memoria de 431 años, porque, de acuerdo a los registros, el 22 de febrero de 1561 llegó a este valle, desde el otro lado de la cordillera, Pedro del Castillo, el conquistador español, junto a 38 soldados. Ocho días después, el 2 de marzo, firmó el acta de fundación de la Ciudad de Mendoza en el Valle de Nueva Rioja.
Hicimos entonces una parada necesaria, miramos por el retrovisor del tiempo y nos reconocimos en los vestigios de los antiguos habitantes de Mendoza, cuando, 132 años atrás, se destruyó aquel caserío heredero de la fundación española. Aceptamos la existencia de la superficie naciente de Mendoza. Caímos en la cuenta de que la ciudad latió durante trescientos años dos kilómetros y medio hacia el noreste de la Plaza Independencia.
Fachada del Museo del Área Fundacional. Una "añoranza" arquitectónica de lo que pudo ser el Cabildo de Mendoza.Foto: Unidiversidad
Es en ese predio donde sobresale el Museo del Área Fundacional, el “MAF”. Un arcón arqueológico, una "añoranza" de lo que fue el Cabildo de la Mendoza colonial: así lo llamó ante Unidiversidad su directora, Azucena Tamiozzo, historiadora que, desde 1989, explora y cuida uno de nuestros recuerdos más tangibles y antiguos. Ella es la responsable del MAF, nuestro museo “de sitio”. La actualidad marca un hito en el devenir del museo. La alerta periodística que motivó el reencuentro con este espacio fue una información municipal difundida el martes 22 de agosto que explicaba que el lugar había recibido un premio. Veamos.
“La Secretaría de Patrimonio Cultural de la Nación impulsó un reconocimiento abierto a la participación de todos los museos provinciales, municipales y privados de la Argentina a través de la primera edición de los Premios RMA. De 113 instituciones que se sumaron a la convocatoria, el Museo del Área Fundacional, por su característica de recinto municipal, ingresó en dicha categoría, y por el proyecto 'De niñ@s del pasado a niñ@s del presente', fue el único de Mendoza en quedarse con el galardón”, consignó el comunicado municipal.
Azucena Tamiozzo, la directora del MAF, junto a la excavación que muestra las capas históricas donde se levantó el Cabildo de Mendoza. Foto: Unidiversidad
"Hace dos años comenzamos a armar un guion adaptado para la infancia, con esa propuesta ganamos el concurso. Consiste en un guion adaptado para la niñez. Es entender que niños y niñas son visitantes del museo, y no acompañantes de las personas adultas. Entonces, la idea es adaptar el guion que nosotros tenemos hoy, museológico y museográfico, a la niñez. Así, pueden ingresar al museo y hacer su recorrido con sus tiempos, sus motivaciones, pero que igualmente ese contenido tenga la información histórica que nosotros contamos en nuestro guion”, transmite la licenciada en Historia que está a cargo del MAF.
Tamiozzo se pone medulosa en su explicación y señala los “puntos huecos” que ella y el equipo del MAF detectaron en el contenido que se da a quienes visitan el lugar. “Es un contenido muy abstracto. Aquí tenemos que dar a entender que en este piso existió un edificio que era el Cabildo, que es el edificio fundamental del museo y es el motivo que nos lleva a hacer las excavaciones y las demás investigaciones”, remarca.
Por la descripción, es evidente que el museo de la historia de Mendoza tiene su propio proceso vital y una observación constante hacia el público curioso que lo visita. Así, se tomó nota de que la mitad de las personas visitantes salen de las aulas, sobre todo de las escuelas primarias, y surgió la consigna: “Hagamos una propuesta que haga que este museo sea entendido por los más pequeños”. Ese fue el germen del guion de infancias en el MAF que se viene aplicando y con el que se ganó el premio nacional, que consiste en un fondo que permitirá sequir desarrollando el plan de adaptación. La provincia ya hizo un aporte: "De a poquito nos vamos acercando", dice la directora con tono optimista.
En la nave del museo se exponen las distintas capas de las etapas históricas del terreno donde se asentó el cabildo, que era la unidad estatal colonial en la que funcionaba el gobierno imperial español. El cabildo es el "protozoo" del municipio actual y que nos legó la hispanidad, en términos de gestión.
Dice bien Tamiozzo que, por los distintos movimientos durante los 264 años de vigencia del cabildo, hay distintas etapas de construcciones del recinto, que muchas veces quedaba anegado por las inundaciones clásicas de la zona. Veamos cómo lo detalla la historiadora.
• Primer rastro. "El Cabildo como institución existe desde el momento de la fundación, es lo que le da legalidad a la ciudad, pero esa materialización es el edificio justamente. Por la documentación que se podía seguir en el archivo histórico, ese último edificio era del año 1749, y se cayó con el terremoto de 1861".
• Sin documentación. "Cuando se cayó el edificio del Cabildo, ya no cumplía con la función con la que se creó porque la institución fue abolida en 1825. En ese momento, lo que podemos desentrañar a nivel histórico es que ahí funcionaba un archivo administrativo, por eso es que también es evidente la pérdida de la documentación en el terremoto de 1861".
• Al matadero. "En las excavaciones arqueológicas de 1989 y 1990, no solamente se encontraron los restos del Cabildo, sino también los restos del matadero que funcionó entre 1877 y 1927. De hecho, en el momento en el que funcionó el matadero, se reutilizaron algunos pisos. Hay evidencia arqueológica de que hubo una restauración de los pisos del Cabildo en esa época".
Vista de la Plaza Pedro del Castillo, la antigua plaza mayor de Mendoza. En primer plano, el friso que ilustra la vieja ciudad fundada por el enviado español desde Chile
• La cancha del conquistador. "La plaza siempre fue plaza. En algún momento fue cancha de fútbol, a principios del siglo XX. En 1912 se hizo un convenio con la Federación Mendocina de Fútbol, pero siempre fue un espacio abierto. En la época de la cancha, el lugar estuvo cerrado, pero era un espacio en actividad".
• Cabildos "encimados". "Varios sondeos nos permiten darnos una idea de hasta dónde llegaría el Cabildo en su momento, el último es de 1749. Es más, desde esa excavación central que podemos ver, se han hecho sondeos y se encuentran restos de construcciones anteriores de características arquitectónicas distintas al último, porque los (cabildos) anteriores son de tapia".
• La feria de Capital. "Entre 1940 y 1980 funcionó una feria municipal que posteriormente se trasladó, y de esa construcción habían quedado las paredes perimetrales. El espacio ya venía con tradición de mercado, incluso desde la época misma del Cabildo. La secuencia fue: cabildo, matadero y feria. Tengamos en cuenta que el Cabildo tenía como una de sus funciones contener al mercado de la ciudad".
Momento "histórico" para visitantes del MAF que comienzan a conocer cómo era Mendoza en la época colonial. Foto: Unidiversidad
• En área protegida. "Al encontrar estos restos, se hizo una propuesta a la Municipalidad de Mendoza; en realidad, los arqueólogos también son financiados por la Municipalidad, pero la propuesta fue: 'Construyamos algo que proteja y exhiba esos restos de la antigua Ciudad'. Para la época, principios de los 90, la Municipalidad estaba en un plan de remodelación de la ciudad, es la época de remodelación de calle Las Heras, de la creación de la Peatonal y remodelación de la calle España, es la época de Víctor Fayad como intendente. Entonces, en ese contexto, se decidió la construcción del Museo para proteger y exhibir los restos, y también la remodelación de la Plaza Pedro del Castillo".
En 1989 se pidió permiso a la Ciudad de Mendoza para hacer una excavación en el lugar donde estuvo emplazado el Cabildo. Habían transcurrido nueve años de la mudanza de la feria. Se hicieron excavaciones de sondeo para ver qué quedaba del edificio; se sabía que en ese lugar había nacido la Ciudad de Mendoza. "Acá se había producido la fundación, por eso ya se hablaba del 'área fundacional', pero, en concreto, no se veía materializada parte de esa Mendoza colonial. En realidad, lo único que tenemos materializado hasta el día de hoy 'del piso hacia arriba' son las ruinas de la Iglesia de San Francisco, era la evidencia de que aquí había estado esa Mendoza colonial", indica Tamiozzo, señalando al extremo noroeste de la Plaza Pedro del Castillo, donde se hallan las Ruinas de San Francisco (RSF).
Ahí permanecen firmes los restos de la iglesia que ya se había resentido cuando se sacudió con el sismo de 1789, registrado como "terremoto de Santa Rita", porque ocurrió el 22 de mayo, día de la santa de "los imposibles". Hoy se ven los rastros de las arcadas y los restos de columnas apuntaladas por estructuras metálicas diseñadas que proyectan curvas arquitectónicas y permiten imaginar los espacios de aquel edificio construido con adobe y argamasa (mezcla ligante de cal, arena y agua). Son estructuras que se mantienen como testigos tozudos de lo que pasó ese día fatal, cuando la tierra bramó y en un instante todo fue escombros.
La Iglesia que sobresalía del resto de los edificios se extendía hacia el oeste y hacia el sur alcanzaba la línea de la calle Beltrán. Actualmente, ahí funciona el Centro de Investigación Ruinas de San Francisco, un organismo científico creado en 1998 por Horacio Chiavazza, actual director de Patrimonio de la provincia. Un equipo de científicos desarrolla su tarea bajo ese paraguas rescatista y preservacionista. Un grupo de profesionales que no para de explorar el pasado para seguir reconstruyendo nuestra historia. Las RSF son un "portal" que nos lleva hacia aquel miércoles de cenizas, el 20 de marzo de 1861.
Las Ruinas de San Francisco, una imagen captada a la misma hora en que se produjo el terremoto de 1861
Lo que apasiona en estos ámbitos es que siempre hay algo más por descubrir, intentar iluminar el pasado para entender mejor lo que sucedió. En este caso, allí donde comenzó Mendoza, tal como la entendemos quienes nacimos y/o elegimos morir en este lugar. Otra vez el zoom lo ubicamos ese día estremecedor, que fue la gran bisagra histórica para Mendoza.
Aquel miércoles de cenizas hubo una procesión y una misa. Los actos religiosos se hicieron en la plaza mayor por la gran cantidad de personas creyentes convocadas. El altar se instaló en la misma plaza, el respaldo daba a la misma iglesia matriz, ubicada en el costado sur del predio abierto (hoy hay un edificio tapiado donde funcionó el hogar de ancianos San Vicente de Paul hasta la década del 90). Por eso, Tamiozzo dice con certeza que una gran cantidad de personas estaban afuera en el momento del terremoto, a las 20.36. "Algunas personas corrieron hacia los muros que parecían más firmes y quedaron en la zona del atrio de la iglesia de San Francisco", especifica.
Entonces, pasando en limpio, y con base en los hallazgos arqueológicos, se concluye que no había tal misa en el interior de la iglesia matriz. En marzo, para esa fecha ya no hay luz solar, por eso se dice que, luego del sismo, hubo incendios mayúsculos causados por la iluminación de velas, lámparas y candelabros.
Los actuales sismógrafos graduados en la escala de Richter marcarían una intensidad de 7,2 si se produjera un sismo como aquel. Un gran sismo, que produjo un ruido seco e imponente, una explosión, un derrumbe estruendoso con una liberación de energía telúrica descomunal.
"Los testimonios coinciden en que se hizo sentir un estruendo sordo, como el producido por muchos carros que ruedan juntos y rápidamente sobre un terreno abovedado o como la detonación simultánea de una batería de cañones. En ese instante, hubo un repentino movimiento contractivo de la tierra. La ciudad osciló y casi todas las construcciones se desplomaron". Así describen lo sucedido Margarita Gascón y Esteban Fernández en el trabajo de investigación “Terremotos y sismos en la evolución urbana de Hispanoamérica”, elaborado por el Cricyt y publicado en julio de 2001. El texto es difundido parcialmente por el sitio Revisionistas.
En la bibliografía actualizada contenida en el MAF se registra que el terremoto produjo entre 5000 y 8000 muertes por causas "directas" de la destrucción o bien posteriores al sismo por enfermedades o traumas. Una proporción que representaba hasta la mitad de la población de aquel tiempo. Las muertes son la consecuencia de la imprevisión, el fuego esparcido y las inundaciones que produjo el oleaje de las aguas del canal zanjón sobre el poblado al momento de la contracción que tuvo el terreno por el sismo. Las calamidades tuvieron "condimentos" como los saqueos de delincuentes oportunistas.
Gobernaba en ese momento el federal Laureano Nazar (pariente del Félix Aldao), que ese día estaba fuera de la ciudad, y se encontró con el siniestro que se llevó la vida de sus hijos. Hubo una revuelta que lo destituyó. Retomó el control del gobierno, aunque mucho no pudo hacer porque la conmoción duró varios meses, y terminó renunciando en diciembre de 1861.
La directora del MAF hace un aporte valioso para entender la mirada de ese tiempo, cuando el país estaba en los umbrales de tener una nueva fisonomía política y económica y la mirada de los gobiernos estaba orientada hacia Europa más que a tierra adentro.
¿Por qué históricamente se ha "negado" el terremoto?
Creo, principalmente, porque fue una tragedia y porque, además, hay que tener en cuenta que el año del terremoto coincide con la Batalla de Pavón, que se produce en septiembre de 1861, y, a partir de ese hecho, hubo un cambio de concepción. Desde las presidencias de ese tiempo, se miraba con mucho amor hacia Europa y con mucho desdén hacia nuestro pasado. Esa concepción cambió ahora, pero durante mucho tiempo fue mirar hacia Europa.
¿Esa actitud de rechazo al pasado ocurrió en Mendoza?
De hecho, se trasladó la ciudad en lugar de reconstruirla: era más fácil dejar ese pasado. Se interpreta como dejar el pasado de lado y "Hagamos una nueva Mendoza" en torno a la Plaza Independencia, con características, incluso, arquitectónicas muy distintas de lo que era nuestra Mendoza colonial.
Detalle de la maqueta de la Mendoza antigua antes del terremoto. A la derecha, la imagen reconstruida a escala de la Iglesia San Francisco. Foto: Unidiversidad
Tuvieron que pasar 128 años para volver a "mirar" la Mendoza colonial.
Claro, se pone en valor finalizando el siglo XX. La concepción actual revaloriza las raíces, se tiene en cuenta a los pueblos originarios, como que hay toda una concepción histórica que cambió entre 1861 y hoy. Además, el terremoto es una bisagra en nuestra historia. El terremoto nos dejó sin ver la Mendoza colonial, nos dejó sin poder apreciarla, salvo las ruinas de San Francisco, pero nosotros no podemos reconstruir el pasado si no es por la arqueología, por esa búsqueda documental que acompaña al rescate arqueológico.
¿La destrucción también eliminó todas las evidencias documentales del pasado?
Hay que tener en cuenta lo siguiente: mucha de la documentación hallada es "oficial", que a veces dice determinadas cosas aunque la realidad demuestra que han sido distintas. Incluso queda en el imaginario esa información como cierta, pero vayamos al terremoto de 1861 para ver esto. Siempre se habla de que las iglesias, la de San Francisco, estaba con una misa, pero, con base en otra documentación que se encontró en estos 30 años y con el trabajo del Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco, se determinó que la iglesia estaba vacía y que, en realidad, los restos humanos que podemos encontrar registrados son los que se solían enterrar en las iglesias porque no existían cementerios.
Aprovechando esta narración histórica y enlazada con nuestro pasado colectivo, pasamos un aviso "parroquial". En marzo de 2018, la Legislatura provincial sancionó la ley de creación del Día Provincial de la Prevención Sísmica, señalado cada 20 de marzo como memoria activa del superterremoto de 1861. Fue por una iniciativa surgida desde este mismo espacio de Unidiversidad con un informe cuya editorial titulamos "Escombros resilientes", dedicado a la prevención sísmica y a la capacidad sismorresistente de Mendoza.
Los horneros sobre los escombros representan la resiliencia ante la catástrofe. Ilustración de Pablo Pavezka para Unidiversidad
Los encierros sanitarios por la pandemia conspiraron para poner en vigencia real la aplicación del día señalado para concientizar sobre la prevención sísmica local. Sin embargo, desde la recuperación de las actividades productivas e institucionales, se ha ido tomando como referencia la fecha con capacitaciones y simulacros.
"Cuando la ciudad avanza, hay que convivir entre presente y pasado. Hay que avanzar porque es necesario, pero también tiene que hacerlo sobre raíces sólidas, y esas raíces se dan en el conocimiento del pasado", define Tamiozzo oportunamente.
Sumando a la idea de la historiadora, decimos que "el día del terremoto" debe ser entonces un despertador constante en prevención de nuestras vidas y en honor a esa Mendoza que durante muchos años quedó enterrada en el olvido. Así sostendremos ese pasado en el presente. A esta altura, solo falta una canción que recuerde ese día tan doloroso como importante que cambió nuestra historia.
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