En el mundo, el asma es una de las enfermedades más prevalentes y se estima que un 10% de la población global la padece y pueden ayudar a la aparicion de la apnea del sueño. Actualmente hay 235 millones de personas en el mundo que padecen la enfermedad según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en la Argentina se estima que el 6% de la población convive con la enfermedad.

La apnea del sueño causa dificultad para respirar e incluso se puede dejar de hacerlo. Con frecuencia, las personas que la padecen pueden aumentar y empeorar los síntomas durante la noche y así alterar su calidad de sueño dando lugar a un tipo de patología conocida como "asma nocturna".

El asma nocturno, está asociado con períodos repetidos de sibilancias (que son como silbidos al respirar), opresión en el pecho, dificultad para respirar y con interrupciones de la circulacion de aire pueden durar desde unos pocos segundos a minutos y pueden ocurrir más de 30 veces por hora. El tipo más común es la apnea obstructiva del sueño. Esta causa un colapso en las vías respiratorias o una obstrucción de ellas durante el sueño. Luego, la respiración vuelve con un ronquido o resoplido.

La mayoría de personas afectadas si cumplen el tratamiento adecuado, pueden llevar una vida normal, pero si abandonan el tratamiento puede causar daños permanentes en las vías respiratorias. La falta de control de la enfermedad provoca que el paciente se encuentre limitado en sus actividades y en riesgo de padecer una crisis de asma: episodios de falta de aire que pueden culminar en una visita de urgencia o incluso una internación. El sedentarismo, el consumo de alcohol, tabaquismo y la obesidad sus principales causas.

En la Argentina el asma, segun la OMS, ocasiona más de 400 muertes anuales y más de 15 mil hospitalizaciones por año. Además, en nuestro país, la prevalencia de asma se encuentra en aumento y los especialistas señalan a la contaminación, el estilo de vida y el ambiente en el que vivimos entre los principales responsables.

La vida al aire libre, el ejercitarse, vivir en un ambiente libre de humo y polvo ayudan a mejorar la perspectiva de la enfermedad, y así lograr que el paciente tenga una vida normal.