Antes y después de la Ley de Salud Mental: “Dejamos de ser custodios para ser profesionales de la salud”
Así lo aseguró Malvina Acosta, licenciada en Enfermería a cargo de un sector de internación del Hospital El Sauce. Dijo que falta mejorar las redes de atención primaria y de asistencia para pacientes que son dados de alta.
Acosta es jefa de la Sección A del Hospital El Sauce, que cuenta con 12 camas para internación. Foto: Unidiversidad
“Dejamos de ser custodios para ser profesionales de la salud”. Con esa frase, la licenciada en Enfermería Malvina Acosta (40), que hace 19 años trabaja en el Hospital El Sauce, explicó uno de los cambios positivos que, a su juicio, significó la implementación de la Ley de Salud Mental, cambios a los que sumó una nueva mirada de la persona en tratamiento, a la que ahora se considera sujeto de derechos que es necesario respetar.
En las últimas semanas, la Ley de Salud Mental se transformó en el centro de debates y discusiones debido a los pedidos para modificarla que hicieron en forma pública la hermana de Felipe Pettinatto y la mamá del cantante Chano Charpentier. Ambas cuestionaron los mecanismos para internar a una persona que, a raíz de su adicción, tiene una crisis y necesita asistencia.
Frente a ese pedido de modificación, las autoridades de 23 provincias ratificaron en el seno del Consejo Federal de Salud Mental (Cofesa) la necesidad de avanzar en la plena implementación de la ley. Además, expresaron que el problema no es la letra de la norma, sino que es necesario reforzar los mecanismos previstos para asistir a las personas que atraviesan por un padecimiento de salud mental.
Un nuevo paradigma
La Ley de Salud Mental (26657), que se aprobó en noviembre de 2010, prevé la sustitución de los hospitales monovalentes (solo con especialidad psiquiátrica), tanto públicos como privados, por un sistema de atención de base comunitaria, por entender que los primeros eran lugares de encierro sin respeto por los derechos humanos.
La norma significó un cambio de paradigma, ya que, si bien contempla la posibilidad de internaciones voluntarias e involuntarias, regula estas últimas. En este sentido, determina que esta decisión la debe tomar el equipo de salud y que la Justicia debe realizar el control de legalidad de la medida, dado que se trata de una privación de la libertad.
La implementación de la norma tiene avances disímiles en el país. En Mendoza, se abrieron servicios de salud mental en los 22 hospitales generales, mientras que la deuda es reforzar los mecanismos de atención primaria y las redes para acompañar a las personas que continúan con tratamiento ambulatorio. La profesional explicó que no se redujo la cantidad de pacientes, pero que ahora la mayoría recibe atención ambulatoria. Foto: Unidiversidad
Los cambios
Acosta –que se formó en la UNCUYO– es jefa de la Sección A, que cuenta con 12 camas para internación. Ahí trabajan 19 profesionales de enfermería, 3 de psiquiatría, 2 de psicología, 3 de trabajo social, incluidos quienes realizan residencias, que asisten no solo a pacientes internados, sino a quienes recibieron el alta y continúan con controles ambulatorios.
Con la experiencia de trabajar hace 19 años en el hospital psiquiátrico, la profesional enumeró los cambios que significó la implementación de la ley puertas adentro de la institución. Dijo que antes había personas internadas por razones sociales y no psiquiátricas, es decir, personas que no tenían con quién ni dónde vivir, mientras que ahora esa internación, si es involuntaria, la determina el equipo de salud; que antes era custodio de esas personas y ahora está centrado en asistirlas desde su rol profesional; que la imagen de quien estaba en tratamiento solía ser la de un ser más pasivo y que hoy está claro que es sujeto de derechos al que se debe respetar.
“Yo ingresé al hospital en 2003, los servicios tenían 30 o 40 camas y había pacientes internados por cuestiones sociales, que no tenían donde ir porque, a lo mejor, la familia no los podía tener con ella, y no habían redes de hogares o sostén. Con la ley, eso se fue cambiando, la idea es que el paciente vuelva a la sociedad de la mejor manera posible y de mucho se hizo cargo el hospital, en tener convenios con instituciones, en lograr vínculos con las familias. Se notó mucho el cambio porque bajó la cantidad de camas. En realidad, la demanda sigue siendo la misma, pero se atiende más en forma ambulatoria, porque se interna solo cuando es necesario desde el punto de vista psicopatológico”, explicó la profesional.
Acosta comentó que hay aspectos en los que es necesario avanzar porque aseguró que existen lagunas. Por ejemplo, consideró clave fortalecer e incrementar las redes primarias de atención, porque las personas no encuentran profesionales preparados en los efectores más cercanos y es difícil que se trasladen al hospital. Otro aspecto que es importante fortalecer, afirmó, son los mecanismos de acompañamiento y contención de pacientes que son dados de alta y regresan con su familia.
“Nos encontramos con que no hay profesionales de salud mental en los centros de salud más cercanos, entonces la gente termina viniendo acá, al hospital, aun con las distancias, con las situaciones económicas, es muy difícil. Si bien existe un Servicio Coordinado, es de clínica, no hay un servicio específico de salud mental, o también se puede acudir al sistema de seguridad, que, si bien cumple su función, tampoco está preparado para estas situaciones“, comentó la profesional.
Capacitación permanente
Acosta comentó que el grupo de profesionales a su cargo está en permanente capacitación, ya que no solo debe conocer los aspectos relacionados con la parte de clínica médica, sino con la salud mental y las formas de abordar a cada paciente.
La profesional explicó que el Departamento de Enfermería del hospital trabaja hoy en la elaboración del protocolo de fijación mecánica, un aspecto clave cuando un paciente tiene una excitación psicomotriz o se torna violento, y puede hacerse daño a sí mismo o a terceros. Comentó que existen tres maneras de abordar a la persona; la verbal, la química –es decir, con medicamentos– y la contención mecánica, que son maniobras de fijación de la personas que deben seguir un estricto protocolo.
Aunque Acosta comenzó su carrera en el área de emergencias, dijo que no cambiaría la especialidad de salud mental. “Con el correr de los años, me fui capacitando en temas de salud mental y no volvería a la emergencia. Particularmente, me llaman mucho la atención las conductas del ser humano, los vínculos con estas conductas que hacen que uno llegue acá por distintos padecimientos. Soy una observadora de la conducta del ser humano”, fueron las palabras de la profesional.
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