Andrés Accorsi y una vida extraordinaria con superhéroes
El especialista en historietas pasó por la UNCUYO y presentó su nuevo libro: “¿Quién quiere ser superhéroe?”. En diálogo con Unidiversidad, contó sobre el surgimiento del libro, dio su opinión personal sobre cuestionamientos acerca del mundo de la historieta, su rol en asuntos políticos, comerciales, perspectiva de género e inclusión.
Foto: publicada en noticiasdelestero.com
¿Es verdad que la primera aventura de Aquaman la dibujó un argentino? ¿Cuántos supervillanos cambiaron de bando? ¿Cuál fue el primer superhéroe en morir? Los superhéroes, ¿son de izquierda o de derecha? ¿Cuántos superhéroes pelearon en la guerra de Vietnam? ¿Es verdad que DC estuvo por comprar al Capitán América por menos de 10.000 dólares? ¿Y que Deadpool estuvo a punto de matar a Bruce Wayne? ¿Quién fue el primer superhéroe homosexual? Las preguntas no paran de surgir si estamos frente a Andrés Accorsi, uno de los principales especialistas en historieta de habla hispana.
Accorsi nos invitó a resolver todos estos interrogantes en un libro que funciona como una mirada caleidoscópica al maravilloso mundo de los superhéroes, que explotó hace más de 80 años en la historieta y conquistó al cine, la televisión y los videojuegos.
Desde temprana edad, este reconocido especialista de historietas en Argentina comenzó a trabajar en medios gráficos, como Editorial Perfil, y a desarrollarse dentro del mundo de la comunicación social. Si bien estudió ciencias políticas, dedicó su vida profesional a desarrollarse dentro del ámbito de los cómics y el periodismo especializado, y creó la revista sobre historietas más importante del país: “Comiqueando”, que hoy continúa en su versión digital.
El entusiasmo y la pasión por los cómics y los superhéroes lo llevó a recolectar y coleccionar durante años cantidades infinitas de material bibliográfico, que terminó decantando en 2020 con la creación de su primer libro, ¿Quién quiere ser superhéroe?, donde analiza, de forma profunda pero sencilla, el surgimiento y expansión de los cómics en el mundo y que presentó en el 4.º Encuentro de Historieta y Fantasía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO. En diálogo con Unidiversidad, contó sobre el surgimiento del libro, dio su opinión personal sobre cuestionamientos acerca del mundo de la historieta, su rol en asuntos políticos, comerciales, perspectiva de género e inclusión, y relató la historia de su revista Comiqueando.
Más allá de las innumerables reseñas que realizó sobre cómics de todo el mundo, Accorsi sostuvo que este es el primero que escribe sobre historieta.
“Yo siempre decía que no me interesaba hacerlo (al libro) porque era casi como un matrimonio, que había que ponerle mucho esfuerzo, tiempo y compromiso, pero vino la pandemia y de pronto encontré que me sobraban muchas horas en mi casa. Al principio, me resultó traumático; después lo fui aprovechando para organizar ideas que tenía dispersas por la cabeza respecto de ensayos sobre superhéroes y me senté por primera vez al escritorio a escribir un libro, ya de grande, porque en 2020 tenía 52 años”, expresó.
“Fueron muchos meses de trabajo, porque casi todo está hecho de cero. Tenía mucha bibliografía que coleccioné durante años, fui buscando más y comprando durante el proceso –continuó–. Siempre digo que lo más difícil de escribir el libro en sí no fue escribir, sino leer. Cuando uno escribe ensayo, tiene tres tareas: leer, pensar y discutir con lo que leíste, y finalmente escribir. La escritura era la más fácil de esas tareas porque es la que más rápido y fácil me salía. Fueron mucho más difíciles las horas que me dediqué a leer y a pensar en eso, en qué cosas estaba de acuerdo y en cuáles no, como para elegir qué tomar, qué intentar refutar desde mi punto de vista”, detalló.
Otra cosa que hizo, recordó, fue recolectar testimonios inéditos de historietistas "muy capos" de distintos lugares, preguntándoles dudas concretas. Esto también enriquece el libro porque lo hace más coral, pero llega un momento en el que hay que poner un límite; si no, es infinito el camino. "Todavía hoy estoy leyendo libros que me compré durante el 2020”, dijo.
Según Accorsi, este libro le aporta una mirada muy amplia a Latinoamérica. “La inmensa mayoría de la bibliografía que consulté yo fue escrita en Estados Unidos, en Inglaterra, o a lo sumo en España. Pero bibliografía latinoamericana, seria y confiable sobre el tema superhéroes, casi no encontré. Entonces me parece que va a servir para abrir el debate o traerlo a Latinoamérica, y que otra gente de nuestra raza y de nuestro idioma tenga algunas herramientas para empezar a pensar en esto”, manifestó.
Y continuó: “Yo traté de no meterme muy en profundidad en el libro porque tengo la ilusión de que el público al que llega no es gente recontra fanática, que leyó 40 años de historieta y vio todas las películas y series, y así lo puede leer, entender y disfrutar. El comunicador le ganó al teórico y traté de que no fuera demasiado profundo e intrincado, pero, a partir de esto, se pueden abrir puertas de libros mucho más complejos que analicen el tema con mayor especificidad”.
Los cómics nacieron y se expandieron en Estados Unidos. ¿Podría haberse dado ese fenómeno en otro lugar? El historietista afirmó que “lo más probable es que no”.
“El último capítulo del libro trata de eso, de explorar por qué en el resto del mundo no aparecieron superhéroes con la misma popularidad y la misma chapa icónica. Ahí hablé con especialistas de un montón de países peguntándoles por qué creen que en sus lugares no hubo personajes de estas características, y entre todos lo explican de modo bastante coral. Yo creo que tiene que ver con que Estados Unidos es un país que no tenía mitología, entonces la construyó durante el siglo XX, y los superhéroes son una parte de eso, sin ninguna duda. Son la parte más tributaria de la mitología griega, que está llena de héroes, dioses, poderes, guerras, a todo o nada. Le fue muy bien porque fue una mitología superexportable al resto del mundo, con una fuerza icónica que traspasó las épocas, las modas, las clases sociales, las generaciones, los países” resaltó.
¿Por qué en Argentina no se dio esta expansión?
“Siempre digo que los superhéroes argentinos son como un samurái nigeriano, es decir, se nota demasiado que no son los verdaderos. Nosotros tenemos una forma de pensar la vida, la aventura y la ficción muy distinta a la de Estados Unidos. Entonces, cuando tratamos de trasladar los íconos de la ficción yanqui a la argentina, nos cuesta, pero cuando se hizo el traspaso del western al género de aventura gauchesca, no costó tanto, y milagrosamente, en Argentina se produjeron montones de historietas de temática gauchesca que eran básicamente las mismas que de los cowboys, pero ambientadas en nuestra Pampa, y funcionaban bien. Es decir que la mirada argentina al western no hacía ruido, pero la mirada argentina al superhéroe hace ruido, y se nota mucho que no son los verdaderos”, subrayó.
Y remarcó: “Es muy difícil en general lograrlo porque o se reproduce la estética o se trata de reproducir la temática, pero nunca se reproduce todo junto. Lo más difícil de reproducir, que es una de las cosas más interesantes que tiene el cómic de superhéroes en Estados Unidos, es la construcción de los universos. Grupos enormes de superhéroes que están controlados por una misma empresa que los hace interactuar entre sí y hermanarse en la aventura a personajes que parecen muy distintos, como Superman y Batman. La propia lógica industrial de Estados Unidos que controla estos personajes los obliga a integrar sus universos en uno solo, hacerlos fusionar y darles una historia común. En Argentina, ese proyecto colectivo es muy difícil, que todo un grupo de autores creen personajes y se los den a una editoral para que haga lo que quiera con ellos es absolutamente inviable. Entonces es muy complicado reproducir esa lógica industrial que tiene el cómic en Estados Unidos”, recalcó.
En la entrevista, Accorsi también resaltó que “las historias de superhéroes son creaciones colectivas, que pertenecen a una firma y no a un autor en particular”. “Algo así es, por ejemplo, Marvel. Uno supone que metió mano Stan Lee, o Jack Kirby, o los dos a las creaciones, pero es de Marvel. Es una construcción colectiva y de muchos años. Es como la Sagrada Familia en Barcelona, son millones de personas que metieron mano a lo largo de un siglo para construir esa iglesia y todavía no la terminaron. Si se hace bien, es un monumento majestuoso, una obra de ficción enorme; si se hace mal, es el jenga, en donde se toca una maderita y se cae todo”, dijo.
“Es muy difícil hacerlo bien porque esto de que todos los personajes compartan una historia genera una lógica distinta a la de la aventura simple, como El Eternauta o Mafalda, que no se cruzan nunca con otros personajes. Cada historia se empieza a vincular con otras, para adelante y para atrás, entonces se va haciendo una cosa faraónica muy difícil de controlar. El comic de superhéroes tiene eso de interesante, el dinamismo de que cada semana haya nuevas incorporaciones, que cada vez se sumen más autores de más países distintos y culturas distintas a contar esas historias”, remarcó.
Por otro lado, como consejo para alguien que se quiere iniciar en el mundo de superhéroes, el historietista afirmó que “lo más accesible siempre son las series de televisión, las películas y los dibujos animados”. “Ahí simplifican los universos tomados de los cómics para que la gente que no está iniciada en el tema y no tiene muchos años de lectura pueda entender lo que va pasando y hacerse fánaticos de algún personaje. Siempre sabiendo que no son las versiones originales, sino que son versiones adaptadas a otro lenguaje, a otro medio y a otra época. Por ejemplo, cuando cuentan el origen de Black Widow en la última película, te hacen seguir la Guerra Fría hasta el 95, porque ella y la hermana son infiltradas rusas en esa época de Estados Unidos. Por una cuestión de edad de los personajes, las fechas van mutando. El origen de Wonder Woman lo sacaron de la Segunda Guerra Mundial, pero lo pusieron en la primera, que fue más o menos parecida. Sin embargo, cuando tratan de "aggionar" el material surgido de las historietas, se dan cuenta de que algunas cosas no se pueden tocar. El origen del Capitán América no lo pueden sacar de la Segunda Guerra Mundial, por más que intenten”, detalló.
“Yo creo que la puerta de entrada más lógica es esa, los dibujos animados, las series, las películas, siempre sabiendo que no son las versiones originales, que los creadores de estos personajes los pensaron distinto, en otro contexto –continuó–. Si después si se ven más interesados, pueden llegar a explorar los cómics. En los cómics siempre hay muchas opciones. Hay obras autoconclusivas que en 48 o 64 páginas cuentan una historia superredonda, y sagas infinitas que para contar todo abarcan cien revistas. Es cuestión del tiempo que tenga cada uno para dedicarle y quizás también del dominio del inglés, porque hay muchas cosas muy buenas de historietas que no se han publicado fuera de Estados Unidos”, expresó.
En cuanto a esta crisis que está teniendo el formato papel y consultado sobre qué va a pasar con la historieta, Accorsi sostuvo que “se van a seguir publicando en papel muchos años más”.
“Yo no voy a estar vivo el día que no exista más la historieta en papel porque su mercado es impulsado por un circuito de coleccionistas muy tradicionalistas, muy minuciosos con el tema del papel y con que las historietas salgan en revistas o en libros. A esa gente no la conformás vendiendo el material en algún soporte digital, con nada que no sea una edición prolija en papel. Quizás, en un futuro, en vez de salir todos los meses una revista de 20 páginas, salga dos veces por año un libro de cien, pero no va a pasar que no publiquen la historieta en papel porque la gran mayoría de la gente que hoy consume historietas es un público que lo hace desde hace muchos años”, dijo. “Al género le cuesta captar público nuevo, entonces se sostiene básicamente con gente que lo consume hace muchos años y que lo considera parte de una tradición que no se puede cambiar. Es como si uno fuera a la cancha de fútbol y, en vez de tribunas, hubiera reposeras: no es la cancha que al público le gusta porque cambian algo muy importante”.
Otro punto interesante de ¿Quién quiere ser superhéroe? es el abordaje social y político de las historietas en los Estados Unidos. En este aspecto, Accorsi detalló que “los guionistas están como a la izquierda del espectro político norteamericano”. “Yo creo que los superhéroes transmiten un mensaje social muy claro, que es: 'Vamos a armar un poder por encima del poder'. Es decir, si nosotros permitimos que los más poderosos se salven a sí mismos o usen su poder para su propio beneficio, eso es un villano. Entonces, ¿qué nos enseñan los superhéroes? ¿Qué valores nos transmiten? Que el que tiene más poder lo tiene que usar para ayudar al que menos poder tiene, para equilibrar un poco esa balanza. Por eso, me llama mucho la atención que haya gente que leyó 40 años de cómics en superhéroes y sea fan de Macri o de Bolsonaro, o de esa lógica de derecha en la que el poder sirve para perpetuarse en el poder”.
“El rol del superhéroe, al ponerse por encima del poder, es muy parecido al rol que asume el Estado con el New Deal de Franklin Delano Roosevelt, o sea, hay millonarios que tienen más poder y gente que no tiene nada, pero el Estado se va a poner acá arriba para regular un toque y no dejar que este haga esto mientras el otro se hunde. En los primeros años de sus historias, Superman no luchaba contra alienígenas ni contra monstruos gigantes, sino que se metía en problemas de la gente: el tipo ayudaba a demoler unos edificios viejos para que los municipios construyeran más rápido. Eso estuvo muy presente en los cómics. Hoy eso se perdió cuando incorporan seres de otras galaxias o lo hacen más cósmico, como pasa con las películas”.
En ese marco de ponerse en el lugar del otro, una de las preguntas que surgió en la charla se refiere al personaje de DC: Jonathan Kent Jr. y la comunidad LGTBIQ+ al mencionarlo como homosexual en la historita de Los Nuevos 52. Al respecto, el periodista afirmó que “es un poco ampliar el espectro de la representación”.
“Antes, la única sexualidad que se veía representada en los cómics era la hegemónica, o sea, el varón heterosexual o la mujer heterosexual; si vos eras varón homosexual o mujer homosexual, no te veías representado en los personajes. Hoy, eso se amplió y está la posibilidad de que el varón homosexual o la mujer homosexual, o incluso el que es bisexual se vea representado, para el espanto de cierto público más conservador, al que le parece horroroso que haya un personaje que se llame Superman y le encaje besos a un varón. Bueno, tendrá que acostumbrarse y educarse al respecto de que eso también es no ponerse en el lugar del otro. Ponete un toque en el lugar del lector homosexual, que durante mil años leyó aventuras de héroes heterosexuales y nunca se vio representado: bueno, ahora hay personajes que lo representan y no te representan a vos, que sos heterosexual y no tenés por qué es canalizarte, ni salir a prenderle fuego a nadie. Los homosexuales se la bancaron”, resaltó.
Y selló: “Ahora lo que se hizo fue ampliar el espectro de representación y me parece tristísimo que eso enfurezca a cierto público. Si vos leíste muchos cómics de superhéroes, también te transmitieron esos valores de aceptar al otro, el de no discriminar, de ser solidario, de ser inclusivo, de ser comprensivo”.
Sobre “Comiqueando”
La revista Comiqueando empezó a publicarse en papel en el año 1994. “Trabajábamos con mi hermano y un amigo, Rafael Iglesias, en Editorial Perfil, que en ese momento tenía las licencias para publicar en Argentina los cómics de DC, para los que yo hacía las traducciones, Rafa hacía los correos de lectores, algunos artículos explicando personajes y sagas que quizás no se entendían para el lector argentino porque no tenía mucha tradición previa de publicación de ese material”, contó Andrés.
Así, hicieron 54 números, hasta que llegó la crisis fuerte de fines del 2001, y la revista se produjo hasta enero de 2002. “Se llegó a distribuir en Uruguay, Chile, España y México, que nos ayudó un montón a hacer contactos, y nos dieron otros laburos a partir de eso”, destacó Accorsi.
Un nuevo resurgir
La revista dejó de publicarse en 2002, pero en 2003, un chico que había sido lector y después colaborador de la revista, Martín Casanova, estaba estudiando diseño. Como proyecto para la facultad, le pedían hacer una página web de una revista, por lo que decidió hacer Comiqueando.
Andrés consiguió que algunos de los colaboradores de la etapa anterior volvieran a escribir especialmente para esta versión. “Pensamos que iba a durar tres meses, pero le pusimos mucha garra, se impuso y salió durante tres años. Al primer aniversario de la revista digital, hicimos un especial en papel. Juntamos a toda la tropa y lo sacamos justo cuando se estrenaba una película de Batman, con tapa de Batman. Anduvo muy bien y los distribuidores pedían más, entonces empezamos a armar un formato de revista grande, de 80 páginas, trimestral. En el medio de todo esto, renovamos el sitio web con mucha más interacción, secciones y demás”, comentó.
“A fines de 2011 dejamos de sacar la revista en papel, seguimos haciéndola online y le empezamos a meter mucho más contenido ahí también –continuó–. En 2009 le sumamos un podcast del que ya vamos por el número 153, y en el 2016, un canal de YouTube”, destacó el especialista. Pero no se comparaba con la revista en papel, y la gente seguía pidiendo que la volvieran a sacar. “Finalmente, en 2020, con la pandemia, se nos ocurrió hacer la revista digital, es decir, vender descargas de PDF, sin la limitación de la distribución ni de la imprenta, para que se pueda comprar de cualquier país”.
Investigaron sobre el tema y durante el 2021 sacaron cuatro números, todos de más de 200 páginas que, además, tienen códigos QR que permiten acceder a contenido de podcast y videos exclusivos.
“Esta transformación de Comiqueando fue furor. Hemos tenido descargas desde Rusia o Japón, de lugares adonde nunca llegaría en formato papel”, contó.
En cuanto a la actualidad, Accorsi adelantó que empezarán a realizar un número nuevo. “El objetivo es que la revista digital siga existiendo porque encontramos la posibilidad de escribir notas sin límite de caracteres, que nos fascinó. Hemos publicado notas de más de cien páginas. Es nuestro miniimperio de las comunicaciones”, selló.
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