¿Cuáles son los signos del consumo excesivo de TICs?
La autora analiza las consecuencias negativas del uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que se reflejan en el ámbito educativo
Foto: gentileza comunidadblogger.net
Los educadores que hemos decidido emprender el desafío de hacer realidad el proceso de la atención a la diversidad en nuestras aulas, nos enfrentamos a distintos indicadores en el desempeño de los alumnos que, de alguna manera, nos orientan en la búsqueda, diagramación, propuesta e incluso puesta en marcha de recursos y/o herramientas que nos posibiliten dar respuestas adecuadas a las diversas necesidades que se presentan.
Cuando nos disponemos a reflexionar sobre las causas del desempeño académico expresado en bajo rendimiento o inadaptación desde una mirada ontológica y multifactorial, la influencia de las nuevas tecnologías en Educación no puede quedar fuera del análisis. Esto tanto respecto al inadecuado uso que se realiza de ellas, como también en cuanto a los mecanismos con que hoy cuenta la escuela, como institución, para poder hacer de este instrumento un facilitador, donde sea factible la minimización de sus consecuencias indeseables.
Luego de observar distintas investigaciones y estudios al respecto, podemos introducir como un eje valorado de análisis, las dificultades que se están observando en el funcionamiento cognitivo de niños, adolescentes y jóvenes en edad escolar cuando el acceso a estas tecnologías resulta indiscriminado, inadecuado y no planificado; dificultades identificadas sobre todo, en procesos tales como atención, lenguaje y resolución de problemas.
Lo anterior se ha observado por ejemplo, en estudios de casos específicos informados por Servicios de Rehabilitación pertenecientes a espacios hospitalarios que asumen actividades de evaluación, diagnóstico, intervención y seguimiento, neurocognitivo o psicopedagógico, de niños, adolescentes y jóvenes derivados por profesionales de distintas especialidades e instituciones educativas, que refieren como antecedentes ciertas dificultades de adaptación social, trastornos de aprendizaje, trastornos de conducta, entre otros.
En un alto porcentaje de estas evaluaciones han surgido como hipótesis de análisis tanto las consecuencias negativas de la utilización de tecnologías como sus beneficios. Acordamos con un sinnúmero de aportes que el uso de las nuevas TIC puede ser saludable, excesivo o disminuido, o una mezcla de ambas, permitiendo a las personas que hacen uso de ellas la posibilidad de aprender, ampliar conocimientos, fomentar la creatividad, investigar y comunicarse, entre otras. Sin embargo, como consecuencia negativa, la dificultad se sitúa en el punto en que debe trazarse la línea entre un uso intenso de la tecnología y la aparición de las consecuencias derivadas directamente de la actividad.
Es allí donde, desde los distintos ámbitos educativos se comienza a observar en algunas situaciones: dispersión atencional, linealidad de pensamiento, rigidez perceptiva, repertorios repetitivos en la resolución de problemas, ensimismamiento, falta de interés por otros portadores de información, mutismo, motivaciones egocéntricas independientemente de la etapa evolutiva, ausencia de planificación ejecutiva para hacer frente a la tarea, baja tolerancia a la frustración y resistencia a la fatiga.
He aquí algunos otros indicadores clave a los cuales prestar especial atención:
-El uso de la tecnología pasa a ser el centro de interés; todo lo demás pasa a segundo término, incluso actividades que antes eran placenteras.
-Se genera un aislamiento del resto de vínculos interpersonales. Horas de encierro, alteraciones en los horarios de las comidas o sueño.
-Cambios de humor, irritabilidad, ánimo irascible.
-Cuesta reconocer que la vida se ha visto modificada por el cambio de hábitos que ha introducido el uso excesivo de tecnología.
-Se visualiza en la comunicación la reproducción textual de frases de otros (películas, dibujitos, videojuegos.).
-El rendimiento escolar se observa alterado, tanto en calidad como en cantidad.
Los anteriores son algunos de los indicadores a tener en cuenta y que pueden volver necesaria la consulta a un equipo de salud que oriente e intervenga adecuadamente según la situación.
Sobre la autora:
Rosa Giunta es profesora terapeuta en Ortopedagogía, especialista en Desarrollo Infantil Temprano y máster en Psicopedagogía Clínica. Es profesora adjunta de las cátedras de Pedagogía terapéutica de personas con Discapacidad Intelectual y/o motora, Pedagogía terapéutica de los Trastornos Motores, Pedagogía terapéutica del Adulto con discapacidad intelectual y/o motora y Pedagogía Especial, en la Facultad de Educación Elemental y Especial de la UNCUYO. Además se desempeña en el Área Neurocognitiva en el Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario.