Resistencia antimicrobiana: alerta global por el mal uso de antibióticos y antivirales
El abuso de estos medicamentos genera bacterias más resistentes y tratamientos menos efectivos. Especialista destaca la importancia de cumplir con las prescripciones médicas, evitar la automedicación y fortalecer las políticas de control sanitario.
El mal uso de antibióticos y antivirales está generando bacterias más resistentes y tratamientos menos efectivos. Foto: Pixabay
Desde el descubrimiento de la penicilina en 1928, los antibióticos revolucionaron la medicina y salvaron millones de vidas al combatir infecciones bacterianas que hasta entonces eran letales. Sin embargo, el mal uso de estos medicamentos ha llevado al surgimiento de un problema alarmante: la resistencia antimicrobiana, una amenaza global que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se encuentra entre las diez principales preocupaciones para la salud de la humanidad.
En la actualidad, los antibióticos y antivirales, esenciales para tratar infecciones bacterianas y virales respectivamente, enfrentan un uso indiscriminado que compromete su efectividad. En la provincia de Mendoza, autoridades y profesionales de la salud han encendido las alarmas ante el aumento de prácticas indebidas relacionadas con estos medicamentos, como la automedicación y el abandono prematuro de tratamientos.
“La gente debe saber que los antibióticos son medicamentos diseñados para combatir infecciones bacterianas, mientras que los antivirales se enfocan en atacar infecciones causadas por virus. Ahora bien, los antibióticos se clasifican en generaciones según su complejidad y efectividad; por ejemplo, los de primera generación, que son los más comunes y utilizados, como la amoxicilina, son utilizados comúnmente para infecciones respiratorias o de la piel. Sin embargo, el excesivo uso de ellos puede generar resistencia antimicrobiana”, detalló a Unidiversidad Laura Muros, farmacéutica y especialista en el tema.
Según Muros, la resistencia antimicrobiana, esto es, resistencia a los antibióticos, antivíricos, antifúngicos y antiparasitarios, surge cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian y dejan de responder a los medicamentos, lo que hace más difícil el tratamiento de las infecciones e incrementa el riesgo de propagación de enfermedades, de aparición de formas graves de enfermedades y de muerte. Por otro lado, ocurre por el uso indebido, cuando los medicamentos se usan sin prescripción médica (la llamada automedicación) y cuando las personas realizan el tratamiento médico de forma incompleta.
"Los que realizan un tratamiento médico a medias son propensos a generar resistencia antimicrobiana. Cuando comienzan a sentirse mejor, abandonan el tratamiento, guardando las pastillas sobrantes. Más tarde, ante cualquier síntoma que no tiene que ver con algún antibiótico, se automedican con esas mismas pastillas, y eso también influye para que se genere resistencia", advirtió la especialista.
Especialistas alertan por el mal uso de antibióticos y antivirales. Foto: Pixabay
Así, la automedicación con antibióticos y antivirales sin la supervisión adecuada de un profesional de la salud es un inconveniente. “A menudo utilizan estos medicamentos de manera incorrecta, ya sea en dosis inapropiadas o por períodos insuficientes. Este uso indebido no solo puede ser ineficaz para tratar la enfermedad, sino que también favorece la supervivencia y proliferación de otras bacterias más resistentes y peligrosas", detalló la profesional.
A medida que estas bacterias resistentes se multiplican y se diseminan, remarcó la farmacéutica, las infecciones se vuelven más difíciles de tratar, lo que puede llevar a un incremento en la duración de las enfermedades, la necesidad de tratamientos más costosos y un mayor riesgo de complicaciones graves.
El alcance global de la resistencia antimicrobiana
Una proyección de The Lancet publicada en septiembre pasado, sobre el análisis de 520 millones de datos, calculó que la resistencia a los antimicrobianos (RAM, por sus siglas en inglés) podría matar en los próximos 25 años a más de 39 millones de personas de forma directa y a 169 millones indirectamente en todo el mundo. Las consecuencias serán particularmente problemáticas entre mayores de 70 años, para quienes la incidencia crecerá entre el 72 % en países de renta alta y el 234 % en el norte de África y Oriente.
"Hemos aprendido a combatir las bacterias con antibióticos, que es la principal herramienta que teníamos para el tratamiento de las infecciones por bacterias. Pero estas, a lo largo del tiempo, han logrado hacerse resistentes a estos antibióticos, se van haciendo cada vez más aptas y van logrando sobrevivir a los antibióticos. Y si a eso le sumamos el uso indebido de estos, la situación se agravará aún más. Resulta imperioso que la gente tome conciencia de que usar medicamentos no prescritos por un médico no es bueno", explicó Muros.
La automedicación es uno de los principales causantes de la resistencia antimicrobiana. Foto: Pixabay
Cómo hacer frente a la creciente resistencia antimicrobiana
La resistencia antimicrobiana es un problema no solo provincial, sino también global, que amenaza con revertir décadas de avances médicos y requiere una respuesta coordinada y responsable, tanto de los individuos como de los sistemas de salud.
Para hacer frente al curso creciente de la resistencia a los antibióticos, la OMS señaló que los países deben poner mayor empeño, a alto nivel, en potenciar su capacidad de vigilancia y aportar datos de calidad garantizada, sabiendo que también incumbe actuar a todas las personas y comunidades.
De hecho, la OMS nombró cuatro pilares para combatir la resistencia antimicrobiana: prevención de las infecciones; acceso a los servicios de salud esenciales; diagnóstico oportuno y preciso, y tratamiento adecuado y de calidad garantizada. Esos pilares se apoyan en dos elementos funcionales: gobernanza, concienciación y educación eficaces, e información estratégica procedente de la vigilancia y la investigación.
"Si uno no tiene la parte de prevención de infecciones a nivel comunidad y a eso se le suma un mayor uso de antimicrobianos y más resistencia a estos, terminamos teniendo bacterias que son más resistentes, que requieren internaciones, antibióticos de alto costo, y eso termina empeorando no solo la salud de las personas, sino también los costos para el sistema de salud", aseguró Muros. “Solo hay que tomar antimicrobianos cuando la situación lo amerite y sean recetados por un médico especialista”, advirtió.
El usos de estos medicamentos está regulado por la Ley 27680. Foto: La Nación
Qué dice la legislación argentina
Con la Ley 27680 de Prevención y Control de la Resistencia a los Antimicrobianos, el o la profesional de la salud encargada de elaborar una autorización de algún antimicrobiano (antibiótico, antiviral, antifúngico, antiparasitario) debe dispensar al paciente la receta original y una copia o duplicado, ya sea de forma manuscrita, digital o electrónica, que queda como registro en la farmacia donde se compra el medicamento. Además, la receta debe incorporar el diagnóstico por el cual se indica su uso.
“Afortunadamente, esta normativa ha endurecido el acceso a estos medicamentos. Actualmente, tanto los antibióticos como los antivirales son de venta bajo receta archivada, lo que significa que no pueden adquirirse sin prescripción médica. Sin embargo, algunas personas buscan alternativas para obtenerlos, lo que incrementa el riesgo de consumo indebido”, remarcó Muros. Esta norma, publicada en el Boletín Oficial en agosto del 2022, tiene el enfoque integral de "Una Salud". Implica el abordaje de la resistencia antimicrobiana como problema de salud pública desde las diferentes disciplinas de las ciencias médicas, veterinarias y medioambientales, con la participación de todos los sectores y actores involucrados, con un enfoque multidisciplinario como es la génesis de su problemática y a partir de la necesidad de alcanzar un mejor manejo y control.
La OMS lanzó una lista de las bacterias farmacorresistentes más peligrosas. Foto: OMS
Lista de bacterias farmacorresistentes más peligrosas
A comienzos de 2024, la OMS lanzó una lista de las bacterias farmacorresistentes más peligrosas. De ella, se eliminaron cinco combinaciones de patógenos y antibióticos incluidos en la edición de 2017 y se añadieron cuatro combinaciones nuevas, lo que refleja la dinámica de la resistencia antimicrobiana. Las enterobacteriales resistentes a las cefalosporinas de tercera generación figuran en un grupo independiente dentro de la categoría de prioridad crítica, con alta carga de morbimortalidad.
Además, la infección por Pseudomonas aeruginosa resistente a los carbapenémicos se trasladó de la categoría crítica a la de prioridad alta para reflejar los informes recientes, que muestran la reducción de las resistencias a nivel mundial. Mycoplasma genitalium farmacorresistente, que no está incluido en la lista, plantea problemas de forma creciente en algunas partes del mundo.
La lista de patógenos bacterianos prioritarios de la OMS correspondiente a 2024 incluye estas bacterias:
Prioridad crítica:
- Acinetobacter baumannii resistente a los carbapenémicos;
- Enterobacteriales resistentes a las cefalosporinas de tercera generación;
- Enterobacteriales resistentes a los carbapenémicos;
- Mycobacterium tuberculosis resistente a la rifampicina (que se ha incluido tras efectuar un análisis independiente con criterios adaptados paralelamente y tras la posterior aplicación de una matriz adaptada de análisis para decidir en función de varios criterios).
Prioridad alta:
- Salmonella Typhi resistente a las fluoroquinolonas;
- Shigella spp. resistente a las fluoroquinolonas;
- Enterococcus faecium resistente a la vancomicina;
- Pseudomonas aeruginosa resistente a los carbapenémicos;
- Salmonelas no tifoideas resistentes a las fluoroquinolonas;
- Neisseria gonorrhoeae resistente a las cefalosporinas de tercera generación y/o a las fluoroquinolonas;
- Staphylococcus aureus resistente a la meticilina.
Prioridad media:
- Estreptococos del grupo A resistentes a los macrólidos;
- Streptococcus pneumoniae resistente a los macrólidos;
- Haemophilus influenzae resistente a la ampicilina;
- Estreptococos del grupo B resistentes a los macrólidos.
Muros hizo un llamado a la población para que acuda al médico ante cualquier síntoma y evite la automedicación. También destacó la importancia de desechar correctamente los medicamentos sobrantes para no caer en la tentación de usarlos en el futuro sin indicaciones médicas. “La automedicación, sumada a factores como el cambio climático y el aumento de enfermedades respiratorias y alérgicas, plantea un desafío en el cuidado de la salud pública. La clave está en la concienciación y el cumplimiento estricto de las indicaciones médicas. Cuidar nuestra salud y evitar prácticas riesgosas es una responsabilidad de todos”, señaló.
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