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26 DE DICIEMBRE DE 2024
Es lo que expresaron Claudia Piñeiro, Claudia Aboaf, Cecilia Szperling y Gabriela Cabezón Cámara, entre otras. Participaron en forma activa de la campaña.
Cientos de mujeres aguardaron la votación en Diputados, que esta mañana aprobó la legalización del aborto. Foto: Fernando Gens/Télam
La media sanción al proyecto de ley que garantiza el acceso al aborto legal, seguro y gratuito alcanzada hoy en Diputados tuvo como partícipes activas a escritoras que hicieron escuchar sus voces en las calles y en las redes sociales con la convicción de que, por un lado, la literatura es una herramienta para la transformación social, y, por el otro, es necesario poner el cuerpo en el logro de una nueva ampliación de derecho para las mujeres.
Claudia Piñeiro fue una de las caras más visibles en la militancia de los "pañuelos verdes". Tras la aprobación en Diputados, la autora de "La viuda de los jueves" dijo a Télam desde la plaza del Congreso: "Día histórico. Tal vez la Argentina escuchó el reclamo de las mujeres y por fin tendremos ley de aborto, legal, seguro y gratuito".
"Es un escándalo que las mujeres hayamos tenido que hacer tanto y durante tantos años para ser escuchadas, pero las reglas del mundo, hasta ahora, no las pusimos nosotras. Ganamos este derecho con paciencia, lucha, y convicción. Estoy muy orgullosa del movimiento de mujeres", señaló la autora de Tuya. La escritora Claudia Aboaf –otra de las más participativas en las marchas de los "pañuelos verdes"– hizo un relevamiento de la participación de las escritoras argentinas en apoyo a la ley: "Desde 2018, con Nosotras proponemos literatura, la acción impulsada por Cecilia Szperling, hemos expresado con nuestro corpus literario y sacando el cuerpo a la calle".
En este sentido, destacó la contribución al debate "de las editoriales de género como Rosa Iceberg u obras como la 'Historia feminista de la literatura argentina', de Lucía de Leone; 'Biblioteca feminista', de Florencia Abbate, y en la efervescente Feria del Libro Feminista", indicó. Además, recordó que con Piñeiro organizaron acciones de la mano de la Campaña reuniendo poetas y escritoras de ficción y no ficción".
"Las poetas hicieron temblar los escenarios. Ahora, cercadas por la pandemia, hemos comprendido mucho más acerca de la usurpación de los cuerpos por parte del patriarcado, que no solo sometió a las mujeres sino que arrastró territorios", sostuvo.
Poner el cuerpo
Por su parte, la escritora Cecilia Szperling, autora de El año de la militancia verde, sostuvo que la frase "Las escritoras ponemos el cuerpo" fue lo que atinó a decir la mañana en que escuchó el discurso icónico que Piñeiro pronunció en el Senado durante el debate que tuvo lugar en 2018. "Ese día habíamos convocado a una firma de escritoras para apoyar en Diputados la sanción de la ley. Compramos 30 pañuelos verdes, pero vinieron 250 escritoras", evocó la autora de La máquina de proyectar sueños.
A su vez, la narradora Gabriela Cabezón Cámara dijo en diálogo con Télam: "Es hora de que se nos reconozca como lo que somos: seres humanos, no máquinas reproductoras. Seres humanos con derecho a tener soberanía sobre el propio destino y sobre el propio cuerpo". Y explicó: "La misma soberanía que tiene la otra mitad de la humanidad, quiero decir, que soberanía total no tiene nadie. Festejo la media sanción de Diputados y espero que el Senado esté a la altura".
Se sumó a estas voces la escritora Selva Almada, que fue contundente: "La legalización del aborto es una deuda del Estado para con las mujeres y las personas con capacidad de gestar. En 2018 el tema salió del closet, dejó de ser un tabú y tomó la calle. Muchas mujeres de otras generaciones, abuelas, madres, tías, se animaron a contar sus experiencias, todas llevadas a cabo en silencio y clandestinidad".
"El Estado nos debe esta ley, se la debe a todas las mujeres que vienen dado esta lucha desde hace décadas y ojalá no se la siga debiendo a las niñas de hoy. Recuerdo con mucha emoción la intensidad y efervescencia de esos meses de hace dos años. Ahora el contexto es diferente, pero estoy segura de que será ley. La alegría de ser parte de un día histórico no la empañan ni la pandemia ni el aislamiento", indicó la autora de "Las aventuras de la China Iron".
La escritora Natalia Zito aseguró, por su parte, que la literatura es el canal para decir cosas que no pueden ser dichas de ninguna otra manera y "tal vez sea por eso, como dice (Enrique) Vila Matas, nos ayuda a comprender la vida, al mismo tiempo que la vida nos lleva, a quienes escribimos, a hacer literatura".
Zito es psicoanalista y piensa, además, en la otra pata de la ley y en un proyecto sobre la muerte perinatal: "Con la ley de los 1000 Días, tengo la esperanza de que podamos elaborar guías de atención para los servicios de salud en casos de muerte perinatal. Un cuadro que hoy en día, aunque suene increíble, está librado a las voluntades individuales sin parámetros claros de qué hacer con una mujer a la que, por ejemplo, le toque parir a su hijo muerto", explicó.
"La legalización del aborto nos permite, nos da un marco normativo para pensar la salud reproductiva con una mirada integral, amplia, a la altura de la complejidad del fenómeno. Por eso también es importante el proyecto de los 1000 días, porque debemos saber que lo que les ocurra tanto a la madre como a los hijos y a su entorno es un asunto de salud pública", planteó Zito.
Contra las presiones y amenazas
Por último, el escritor Guillermo Martínez felicitó "a las escritoras que estuvieron en la primera fila en la lucha de todos estos años: Claudia Piñeiro, Claudia Aboaf y todas las chicas de la Unión de Escritores".
"Pienso que la decisión de traer niños al mundo tiene un largo alcance, a veces de toda una vida. Es una decisión que debe hacerse con responsabilidad y con grandes dosis de ese otro nombre del amor, quizá más verdadero, que es la paciencia. Si la maternidad no es deseada, por cualquier motivo, la interrupción temprana me parece que debe ser una opción para todas las mujeres", afirmó Martínez.
El autor de Crímenes imperceptibles hizo referencia también a algunos argumentos del debate: "Me parece inaceptable para un estado laico la clase de discursos que se dieron durante el debate, y las presiones y amenazas a través de las iglesias a los diputados. Aprovecho esta ocasión para mandarles saludos a mis viejos y agradecerles que me hayan hecho ateo, para que nunca se me ocurra imponer mi religión a los demás", concluyó.
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