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Así describió la titular del 8º Juzgado de Familia de Godoy Cruz, Daniela Peralta, la situación de empleados y ciudadanos.
Peralta aseguró que no son víctimas, que eligieron el fuero por vocación, pero que es difícil dar respuestas sin recursos. Foto: Ariela Pientro
Verónica Gordillo
Publicado el 27 DE MARZO DE 2020
Agobio y enojo: esas son las palabras que utilizó la titular del 8.º Juzgado de Familia de Godoy Cruz, Daniela Peralta, para pintar la situación del fuero. Con la primera palabra describió el estado de ánimo de los y las empleadas que hacen lo imposible por atender la creciente demanda de causas; con la segunda, el sentimiento de muchos ciudadanos y ciudadanas que no encuentran las respuestas que esperan.
Peralta, que hace 20 años trabaja en el Poder Judicial y 9 que es jueza, celebró la acordada de la Suprema Corte porque vio reflejados en ese escrito los cientos de pedido que hicieron ante las autoridades. Por eso, reconoció, la marcha atrás generó malestar en el personal, al que elogió por hacer lo humanamente posible para atender la demanda diaria.
Nanclares criticó a jueces civiles y defendió el traslado de personal
Fue en el acto de apertura del año judicial. Si bien insistió con que está bien la medida que prevé el traspaso de personal desde el foro Civil al de Familia, reconoció que hubo fallas en el cómo se hizo.
Peralta explicó las razones del colapso. Aseguró que las modificaciones que se imprimieron en la Justicia, como la descentralización de los juzgados, la oralidad de los procesos y la puesta en marcha de mecanismos para atender los casos de violencia familiar son positivos en lo conceptual. El problema –recalcó– es que en el fuero de Familia se implementaron sin los recursos necesarios, ni humanos, ni edilicios ni tecnológicos.
La comprobación de sus palabras está en la propia realidad del juzgado que maneja, que se creó en 2016 y que no cuenta con los recursos humanos, edilicios ni tecnológicos necesarios para brindar un buen servicio. Sentada en su despacho, la magistrada explicó a Unidiversidad que, pese a la situación, intentan cumplir lo mejor posible con el servicio que deben prestar. Aquí parte de la charla.
Nanclares: "Mendoza empieza a usar el sistema de oralidad"
El presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Nanclares, se refirió al nuevo Código Procesal Civil y Comercial de Mendoza, que entró este jueves en vigencia. Lo consideró un avance para la justicia moderna y explicó que los principales objetivos a corto plazo son conseguir "celeridad y agilidad" en los procesos judiciales, sobre todo porque la provincia empezará a "aplicar el sistema de oralidad".
Marcha atrás
¿Cómo impactó en el personal que se diera marcha atrás con el refuerzo de personal previsto por la Corte?
Los que trabajamos en este fuero tenemos una vocación que excede el derecho porque es una disciplina que está asociada con otros aspectos de naturaleza social, psicológica. Si bien tenemos esta vocación, nos sentimos muy agobiados porque trabajamos con una problemática muy delicada, compleja, y realmente esta acordada hizo por primera vez un reconocimiento de esa situación, pero luego se dio marcha atrás. Nosotros trabajamos con problemas psicoemocionales en el ámbito de la familia, entonces tenemos que tener recursos especiales, psicológicos, psíquicos, y eso no solo con el destinatario, el justiciable que accede a este fuero, sino con el propio personal, porque la gente está muy cansada y está mal, está trabajando en condiciones inhumanas. Entonces hay un gran malestar en el personal, porque siente que no tiene condiciones dignas de trabajo para prestar el servicio y es mucha gente la que accede al servicio.
En 2016, el 8.º Juzgado de Familia se trasladó a un edificio propio, pero no se hicieron los arreglos necesarios. Foto: Ariela Pientro
¿Cuáles son, a su criterio, las razones que explican esta sobrecarga?
La Justicia de familia, que antes eran los juzgados de menores, siempre tuvo una gran masividad en el acceso y en la demanda, por la amplitud de la competencia y la problemática que trata. Se inicia en 2011 el proceso de descentralización de los juzgados, que es una buena idea porque busca garantizar el acceso a la justicia de las personas que están en lugares aledaños a Ciudad. La idea es buena, el problema es cómo se hizo, la falta de recursos, porque la gente se volcó masivamente a los juzgados departamentales, lo que es bueno, pero hay que darles respuestas.
¿Qué cantidad de causas manejan?
Empezamos con causa cero y ya estamos sobrepasados. Hasta que empezó en 2016 el otro juzgado (el 5.º juzgado que funciona en el mismo edificio) me ingresaban 3200 causas por año; actualmente, unas 2200 al año.
¿Cómo maneja 2200 causas?
Trabajamos con unos niveles de exigencia y estrés terribles por la cantidad y la naturaleza del conflicto. Aquí se combina mucha cantidad y complejidad de la problemática, porque la violencia es compleja, no se termina con una medida, tenemos que hacer un seguimiento; las medidas no se cumplen, la gente viene, después se arman procesos que plantean el levantamiento de esas medidas. Después está la complejidad de las causas civiles: divorcio, cuidado personal, alimentos, todo lo que hace al conflicto jurídico-familiar. A eso se suma la aplicación de nuevo Código (Procesal de Familia) que nos exige oralidad, que como idea es fantástica, pero que no podemos cumplir como está plasmada, porque no tenemos recursos. La oralidad es fantástica, pero exige que estés plenamente abocado a eso, y acá estamos abocados a las cuatro audiencias orales por día, al tema de violencia y al resto de los conflictos. Nosotros no estamos encerrados en una burbuja tomando audiencia, porque no podemos, tenemos que gestionar todo, desde el tóner al arreglo de una computadora. Por eso es tan grave que se haya dado marcha atrás con el refuerzo de personal y que el gobernador supedite el refuerzo a que la Corte redistribuya sus ingresos. Nosotros, como fuero, y no hablo solo de los jueces, sino de los empleados y del justiciable, del que necesita el servicio, quedamos entrampados en el medio de este sinsentido.
Miles de expedientes: así trabajan a diario en el 8.º Juzgado, que tiene gestión asociada con el 5.º, solo en temas de violencia. Foto. Ariela Pientro
¿Siente que hay juezas y jueces de primera y de segunda?
Hay una colega que decía que somos jueces de segunda y yo le decía no, no somos juezas de segunda, y hoy estoy en condiciones de reformular la frase: nos tratan como jueces de segunda, no lo somos. Quedamos en medio de esta situación cuando lo único que hicimos fue reclamar, solicitar, mostrar, exigir que nos den los recursos para que podamos trabajar medianamente bien, para que podamos prestar un buen servicio.
¿Cómo logran prestar ese servicio sin los recursos adecuados?
Este fuero uno lo elige por vocación. Es un trabajo interno muy complejo porque tenés que responder a las demandas y exigencias de la sociedad, que es lo que corresponde porque para eso nos pagan, haciendo un trabajo muy delicado de equilibrio, de no volverte loca por las cosas que ves ni no volverte una piedra como un mecanismos de defensa, mantenerte en el medio, que no es fácil. Sin embargo, hay que ser honestos, no somos víctimas de nada: nosotros elegimos esto y nos pagan para brindar un servicio, pero cuando sentís que nadie te respalda, que nadie te da una respuesta, es complicado, porque hacés malabares.
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