Afganistán: la situación de mujeres y niñas
Por Mabel Bianco, médica, feminista, master en salud pública (MPH), epidemióloga y especialista en estadística médica y presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).
Foto: Télam
La situación caótica en Afganistán ante la ocupación del gobierno por parte de los talibanes ha generado gran inquietud y preocupación en todo el mundo. En parte esa preocupación está centrada en cuál será la situación de mujeres y niñas en ese país. Preocupación que se funda en la experiencia de los años del gobierno talibán hasta la acción norteamericana en 2001. En estos 20 años, las mujeres y niñas tuvieron acceso a la educación en todos los niveles, a desarrollarse como profesionales, técnicas, deportistas, artistas, en fin, en todos los campos que antes tenían prohibidos. Incluso manejar autos y otras actividades de la vida cotidiana y a vestirse como quisieran. Pero los cambios también abarcan a toda la sociedad afgana que tuvo acceso a medios de comunicación alternativos: la difusión de los teléfonos inteligentes y las redes sociales significaron una forma de conexión que valoran como toda sociedad.
¿Cuáles son ahora los temores fundados? Los lideres talibanes dicen que respetarán los derechos de las mujeres y niñas a la educación, pero enseguida aclaran que un consejo de lideres islámicos se expedirá respecto de cómo se entienden estos derechos a la educación y la vestimenta en el mundo islámico. Simultáneamente surgen noticias que indican en muchos pueblos y ciudades fuera de Kabul se está reprimiendo e incluso matando a algunas mujeres que supuestamente reclaman sus derechos. Además, se está investigando a mujeres casa por casa tomando información de si trabajan y en qué e instándolas a que vuelvan al trabajo. ¿Pero en realidad quieren eso o es una forma de saber qué hacen? También se difunden imágenes de mujeres reclamando que no se les impide, y otras de manifestaciones que se reprimen incluso con disparos. Es decir, parece que hay una diversidad de reacciones, no todas tranquilizadoras. Eso es lógico ya que como en todo movimiento hay diferencias, pero pareciera que la conducción esta dividida.
Frente a esto, la primera reacción es la necesidad de reclamar que los derechos de las mujeres como todos los derechos humanos, no pueden tener interpretaciones. Luego plantear que además de asegurar la salida a quienes así lo piden, los países y ONU deben reclamar que, dentro del país, a las mujeres y niñas que seguirán viviendo allí se les respeten esos derechos. Y esto no puede ser un simple llamado de atención, debe ser una clara señal de una exigencia que supera las políticas y posiciones de los distintos países, Por eso debe establecerse una delegación del Alto Comisionado de Derechos Humanos que verifique su cumplimiento. Y todas las agencias de ONU deben permanecer para apoyar y velar por el bienestar de toda la población, pero en especial de las mujeres, niñas y personas de la diversidad. Esperamos que todos los países apoyen estas acciones y ONU esté a la altura de lo que el mundo espera. No es solo un problema de mujeres, niñas y personas de la diversidad, es de toda la sociedad afgana.
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