Adolescentes en situación de "semi abandono": una guía para que la familia dialogue y esté presente
Pedro Esteves, médico referente en esta etapa del crecimiento, dijo que chicos y chicas no necesitan adultos perfectos, sino presentes. Las señales de alarma, las problemáticas más comunes y la riqueza de la familia ampliada.
Esteves explica que la falta de presencia de muchos adultos, hace chicos y chicas se encuentren solos frente a sus problemas. Foto: Pixabay
El médico Pedro Esteves brinda el diagnóstico y el tratamiento. Dice que una gran cantidad de adolescentes de todas las clases socio económicas está en situación de semi abandono, solos y solas frente a problemas que -si no resuelven en esta etapa- eclosionarán en su vida adulta. El tratamiento que sugiere a las familias es una combinación de interés, cercanía, diálogo y -sobre todo- entender que lo importante es la presencia, no la perfección, porque asegura que chicos y chicas aceptan a sus adultos referentes “en paquete”, con lo bueno, con lo malo, con las dudas y con las equivocaciones.
Nadie mejor que Esteves para hablar con Unidiversidad sobre la realidad de los y las adolescentes en Mendoza. El endocrinólogo infanto-juvenil es referente en esta etapa del crecimiento, en la que se especializó en el país y en Alemania. En 1981 volvió a la provincia, formó equipos de profesionales en esta especialidad, creó y dirigió el Centro de Medicina del Adolescente (Cenmad), que funciona en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO, y actualmente dirige el Espacio Adolescente, un centro privado dedicado a la temática. Además, es autor de los libros: “Te acompaño a crecer” y "Adolescentes en la encrucijada. Guía de salud para crecer más libres”.
Una etapa de cambios
Esteves comienza por definir esta etapa, que se inicia con la pubertad a los 9, 10, 11 años y se extiende hasta los 22 o 23 años. La primera señal -explica- son los cambios hormonales que determinan una maduración del sistema nervioso central, lo que produce una reestructuración a nivel físico y mental, en las conductas y actitudes.
El médico explica que este proceso es diferentes para mujeres y varones, porque ellas se anticipan en uno o dos años en la producción hormonal. Por eso, están más centradas en las habilidades, en la capacidad de estar informadas, en el liderazgo; mientras que ellos están orientados hacia el físico, por lo que las habilidades y cambios corporales tienen un peso enorme en esta etapa.
El profesional aporta su visión, más allá de las definiciones de manual. Describe a la adolescencia como un proceso complejo y fascinante, porque la persona pasa de ser totalmente dependiente a tomar decisiones sobre su vida, su carrera, su pareja. “Es fascinante”, repite entusiasmado.
Un ámbito de confianza
Esteves cuenta que las razones por las que chicas y chicos llegan a la consulta son variadas. Unas veces la familia se anticipa al proceso y busca herramientas para acompañar, otras son los y las adolescentes quienes tienen un problema o una inquietud y asisten al centro, y también llegan a través de recomendación de sus pares y derivaciones de las escuelas. Ahí encuentran un ámbito de escucha y un equipo de dispuestos a acompañar, ya que el médico asegura que para resolver un problema, no es suficiente un profesional de la medicina, de la psicología o de la nutrición, sino la mirada integral.
Una vez en el consultorio -cuenta-, chicos y chicas son claros y directos a la hora de exponer sus dudas y problemas, pero para iniciar ese diálogo necesitan un ámbito de confianza. Por eso, el equipo requiere entre 40 y 50 minutos, para hacer una primera consulta, que incluye una revisación física y luego una charla sobre su vida, su familia, su grupo de pares, la escuela, sus dudas e inquietudes.
Para el médico, lo central en esta etapa es detectar y prevenir problemas. Los inconvenientes más comunes son el sedentarismo y sobrepeso, los trastornos de la conducta alimentaria y la insatisfacción con su cuerpo, aspectos que si no verbalizan y solucionan en esta etapa puede ser el foco de trastornos a futuro, tanto en su salud física como mental.
Durante la consulta -comenta Esteves- siempre se incluye en la charla el tema sexual, al que considera difícil de abordar, pero esencial. Dice que en esta etapa hay mucha inseguridad respecto de su género, que es una época de dudas, de incertidumbre, y que cuando esta situación se sostiene en el tiempo, el equipo asume el desafío de acompañar al adolescente y a sus familias hasta que defina su orientación.
Esteves dice que la adolescencia es un proceso complejo, pero fascinante, porque la persona pasa de ser dependiente a decidir aspectos centrales de su vida. Foto: Unidiversidad
Problemáticas complejas
Para Esteves, las problemáticas adolescentes cambiaron y se complejizaron por diversas razones. Una de ellas -explica- es que las instituciones que servían para canalizar inquietudes, que otorgaban pautas y estructuras como la escuela, la iglesia, o el club están en crisis. A eso, suma la virtualidad, las redes sociales, vivir en una especie de ficción, ausentes de la realidad.
El profesional considera a la pandemia como otro factor que complejizó la etapa, porque dificultó la identidad grupal, la reunión con pares, el diálogo con referentes adultos en la escuela, en el club y afectó su ámbito de intimidad, por la obligación de compartir el mismo espacio con su familia. A esto -comentó- se sumaron los miedos a perder a seres queridos, a hacer daño a sus abuelas y abuelos si los visitaba; un combo que -en algunos casos- se tradujo en trastornos de ansiedad y crisis de pánico.
Aunque Esteves considera que la adolescencia siempre fue una encrucijada, cree que el devenir y la evolución de las sociedades complejizó las decisiones que chicos y chicas deben tomar en ese cruce de caminos. Esto, en relación a la elección de carrera o de oficio, al ingreso al mundo laboral, porque existe un relato respecto de las exigencias y posibilidades que implican cada una de esas esas posibilidades, pero que en la realidad suponen mucho esfuerzo, preparación, estudio, costos monetarios; todos factores que en algunos casos dificultan la concreción de sus proyectos.
Frente a este panorama, el endocrinólico dice que es necesario acompañar al adolescente para evitar que esa encrucijada se convierta en una emboscada. Es decir, prevenir el consumo de sustancias, las dietas extremas, la violencia, la depresión, las tentativas de suicidio, todas emboscadas en las que pueden caer si no enfrentan sus dudas y problemas y no cuentan con un adulto que los guía en ese proceso.
Una guía para la familia
Para Esteves, la clave en esta etapa es que la familia esté atenta: a lo que manifiestan chicos y chicas en forma verbal y no verbal, a la relación con sus pares, a cambios bruscos de conducta, de grupos. Y también que el adulto se anime a preguntar cómo están, cómo la pasaron, que hicieron hoy, qué dificultades enfrentaron, es decir que se interese por su vida y sus dificultades.
El médico subraya que la cercanía es esencial, pero advierte que un gran porcentaje de chicos y chicas de todas las clases sociales está en situación de semi abandono; en unos casos porque el adulto está agobiados por los problemas socio económicos y, en otros, porque está muy concentrado en su propia realidad, en el logro de sus aspiraciones laborales y sociales. Esto, -resalta- deja a chicos y chicas solas ante sus dudas y problemas.
Desde la visión de Esteves, el inconveniente central para entablar un diálogo, es que muchos adultos creen que deben ser perfectos frente a sus hijos o hijas. Él derriba este mito: “Siempre propongo que esa P de perfectos, la cambien por la P, de presencia, porque los chicos no necesitan perfección, sino presencia. Sería buenísimo que los adultos les hagamos saber que nos podemos equivocar, porque los chicos lo que leen es la intención y a los adultos nos aceptan en paquete, con las cosas buenas, con las flojas, con las debilidades, con las imperfecciones. Entonces, sería una cosa muy buena decir: Yo me puedo equivocar en esto, pero creo que acá la cosa está mal, esto lo tenemos que corregir porque así no va. Me puedo equivocar, pero esto es lo que yo pienso, creo que esa actitud del adulto puede ser muy saludable, porque repito que nos aceptan en paquete, con nuestras imperfecciones y con nuestros aciertos”.
El profesional cuenta que –justamente- una queja recurrente de los chicos y chicas en el consultorio, es que no les prestan atención, que no le dan importancia a sus problemas, sino que les dicen que son tonteras, que ya se les pasará, que la adolescencia se cura sola. Y el médico señaló que, si bien efectivamente en algunos aspectos y casos es así, en otros es necesario enfrentar problemáticas complejas, para lo cual es esencial el acompañamiento familia.
Esteves propone a los adultos aprovechar las vacaciones para entablar el diálogo con chicos y chicas. Foto: Pixabay
La propuesta: abrirse hablando
El médico propone a las familias que se animen a dialogar con su hijo e hija. “A mí me encanta esa palabra, porque la etimología de dialogar es abrirse (dia) hablando (logos), entonces si uno puede con los chicos abrirse hablando, es decir lo que estoy sintiendo, lo que me está pasando, lo bueno y lo malo que tiene de vivir en este país, lo bueno y lo malo que tiene de haber formado esta familia, lo bueno y lo malo de haber emprendido este rumbo de estudio o de trabajo; creo que si se da ese diálogo en la familia hay muchas posibilidades de que los chicos emerjan sanos”.
Para el profesional, la falta de atención, de diálogo y la desorientación de los adultos impiden en muchos caos la resolución de problemas. Por ejemplo dice: “Un chico, jugador de rugby, que quiere sacar a los 14 años un físico que parezca de 20, convence al padre que tiene que tomar proteínas y recibir suplementos para poder tener el físico ideal para su entrenador, que es fogoneado por sus entrenador para que consuma esos suplementos, que no le hacen nada bien y que le crean una imagen de superhéroe a los 14 o15 años que lo va a hacer pomada para decirlo en pocas palabras y que lo va a arruinar muchas veces en su salud, sin necesidad. O las madres que no aceptan que su hija esté un poquito más rellena porque esa es la estructura de su familia, son personas fornidas, grandotas, pero fuerzan a la hija a hacer una dieta a los 11, 12 ,13 años, no aceptando que ese es el cuerpo natural de una mujer bien formada a esa edad”.
Esteves comenta que la etapa de la adolescencia se prolongó, porque si bien chicos y chicas avanzan en su desarrollo físico y emocional, la independencia económica cuesta más y esto retrasa su emancipación. “Muchos adultos jóvenes viven muy cómodos con sus padres, les lavan la ropa, les solucionan los problemas, siempre tiene una platita para las juntadas con amigos, entonces esta dependencia se prolonga y acarrea otros problemas, como la inseguridad para tomar decisiones, es decir tomo esta decisión y me hago cargo. Esa es una problemática que veo en el adulto joven, tomar una decisión y asumir las consecuencias de esa decisión, que muchas veces son dolorosas, pero si uno ejerce la libertad sabe que al tomar una decisión va a tener cosas buenas y cosas malas, pero pone el pecho. Eso está muy dificultado hoy, por eso uno ve tantas problemáticas en adolescentes derivadas de padres inseguros, de padres que no saben tomar decisiones y asumir las consecuencias de esas decisiones.
La riqueza de la familia ampliada
En este proceso, Esteves resalta la importancia de la familia ampliada, una riqueza de las sociedades latinoamericanas que, por ejemplo no existe en Alemania, donde el profesional se especializó. “Nosotros tenemos una enorme riqueza en esta familia ampliada, porque cuando hay una desavenencia con el padre o la madre, lo cual no es raro en esta etapa, siempre una madrina, un tío, un abuelo, va a estar dispuesto a orientar a ese chico, alguien a quien tenga que responder, que tenga autoridad. Yo me acuerdo siempre de una chica que tenía un padre y una madre muy enfermos, pero ella tenía un abuelo al cual tenía que responder, se sentía en la necesidad de responderle con sus actitudes, con sus decisiones. Entonces, es muy importante fortalecer los lazos más allá de la familia nuclear, del padre y la madre, o la madre sola. Los chicos buscan solos esos vínculos, muchas veces es una amiga de la madre, no necesariamente un pariente”.
El médico repite que la mejor herramienta para acompañar a un adolescente es la cercanía y el diálogo. Y propone a los adultos aprovechar las vacaciones para entablar una conversación, para preguntarles cómo están, pero también animarse a contarles cómo la están pasando ellos frente a la situación del país y del mundo. Animarse -dice el médico- a abrirse hablando, a dialogar.
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