Adicción a la tecnología y pérdida de "los tiempos vacíos", otra desigualdad educativa
Los niños y las niñas de menos recursos son quienes pasan más tiempo utilizando sus celulares. La investigadora española Remedios Zafra señaló que la pandemia abre la oportunidad de pensar un sistema de educación público virtual más accesible.
Foto: Télam
La pandemia de coronavirus aceleró los procesos de digitalización tanto en lo educativo como en lo social, lo que da lugar a pensar un sistema de educación público online que sea accesible para todas las personas, según Remedios Zafra, investigadora en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España. La ensayista advirtió además sobre los peligros que genera la adicción a la tecnología ante la pérdida de "los tiempos vacíos", indispensables en educación.
Zafra se desempeña en el estudio crítico de la cultura digital y el punto de inflexión que genera internet desde la práctica artística, ampliando los enfoques a la antropología y a la filosofía. Participará de la Semana Universidad Pedagógica Nacional (Unipe) virtual, de la que formarán parte también el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. En diálogo con Télam, se refirió a cuáles son las lecturas positivas y negativas que va a dejar la pandemia desde lo social y lo educativo.
"La pandemia, entendida con perspectiva y desde el punto de vista antropológico, es un punto de inflexión de los muchos que ha pasado la humanidad. El momento que estamos viendo parece el de un cambio en el que enfatizamos la lectura negativa, las muertes, las enfermedades, el sufrimiento, pero también deja una lectura propositiva, ya que ha servido para repensar el papel que damos a la ciencia y a la investigación en nuestra cultura, la construcción colectiva y solidaria de lo que hacemos en un mundo globalizado. De nada sirven las fórmulas autárquicas en un mundo muy concreto, en el que la mezcla y el movimiento es lo que define el día a día", afirmó Remedios Zafra.
¿Qué cambios individuales y colectivos ocasionó el freno a la actividades cotidianas, especialmente en los primeros meses de pandemia?
El freno al que nos ha obligado la pandemia ha supuesto también la oportunidad de llevar a la práctica las conexiones entre personas y lugares que mantuvimos aplazados durante mucho tiempo. En ese sentido, nos ha valido también para favorecer un freno frente a una cultura generada y para recuperar tipos de concentración que en la cultura prepandemia habíamos perdido. Por la obligación de las personas de recuperar la concentración y por la necesidad que la humanidad tiene de respuestas colectivas y no individuales, nos va a traer lecturas propositivas de lo que podemos hacer en relación al conocimiento y a la ciencia, mientras que una lectura negativa tendría que ver con el empeoramiento de las situaciones de precariedad y desigualdad.
En la Argentina, se debate cómo va a impactar la irrupción de la tecnología en las aulas y en qué medida afectará los procesos de socialización de los alumnos. ¿Cuál es el punto de inflexión entre estas dos posturas?
Hubo una transformación que ha supuesto la llegada de la educación a las redes de una manera muy acelerada en los últimos meses. Esto ha generado en muchos la idea de que era el impulso que necesitábamos para digitalizar la educación. Por un lado, vivimos una gran desigualdad en cuanto al acceso a la tecnología, que se traduce en dejar afuera a muchos niños que no tienen acceso, o que supone una amplificación de esa desigualdad que ya existía, pero ahora sumamos una nueva desigualdad que se venía anunciando desde hace años y que tiene que ver con el control de los tiempos.
Remedios Zafra, investigadora en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España. Foto: Télam
¿Cómo influye esa desigualdad en el control de los tiempos?
En el Silicon Valley, donde se supone que los niños dialogan con la tecnología todo el tiempo, vemos cómo se potencian las escuelas que prohíben a los niños usar tecnología para favorecer otro tipo de estrategias educativas, más creativas y participativas. Donde hay más poder adquisitivo, las familias apuestan a favorecer que los niños dispongan más tiempo sin tecnología. Los estudios estadísticos que se hacen con los niños que pasan más tiempo conectados a los celulares son sobre familias de menos recursos, porque los padres trabajan y delegan en la tecnología como si fuera la guardiana, pensando que sus hijos están mas seguros conectados a Internet que en la calle. Esto nos habla de la desigualdad en el control de los tiempos de uso, porque esta tecnologías son sumamente adictivas y la inmersión en ellas es un gravísimo problema.
¿Qué sucede con aquellos jóvenes que no tienen tiempos de ocio por estar absorbidos por la tecnología?
Lo que ha puesto de manifiesto la pandemia también es que los que acceden a la tecnología para educarse no siempre lo hacen con ese fin, sino para pasar en ella sus tiempos, y pierden algo esencial en la educación, que es la necesidad de los tiempos vacíos. Cada vez toleramos menos los tiempos de aburrimiento, que son fundamentales para crear e imaginar, y los tiempos de socialización cada vez se organizan más en tiempos de socialización online. No podemos renunciar a la socialización presencial, que conlleva seres humanos con cuerpos.
Entonces, ¿cree en la necesidad de repensar todos los sistemas educativos a partir de la pandemia?
Hay una grandísima oportunidad para pensar un sistema de educación público online accesible a todas las personas, en especial a los que tienen menos acceso a los centros educativos. Es una oportunidad que la pandemia nos ha abierto de cara a repensar y mejorar la educación a través de las pantallas, pero considerando que ese medio no es la totalidad del proceso educativo. El corazón de ese proceso tiene que ser acompañado de otros procesos de socialización física, de encuentro y de intercambio. Esta oportunidad de digitalización educativa no puede ser limitada a poner equipos a profesores y a estudiantes para que se conecten sino que tiene que ser acompañada de un trabajo reflexivo, crítico, de esta vida online y de los peligros que supone este mundo irreversiblemente conectado, ya que los que dan internet son empresas privadas con intereses mercantilistas. Lo más importante es crear espacio público sobre esa intromisión del capital a través de la educación.
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