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19 DE DICIEMBRE DE 2023
En la Argentina, se producen entre 460 mil y 600 mil interrupciones voluntarias de embarazo por año, lo que significa casi un aborto por nacimiento, según una investigación del ministerio de Salud de la Nación realizada, por primera vez, a través de métodos científicos validados internacionalmente.
De todas las regiones del mundo, América Latina es la que posee las leyes más prohibitivas contra el aborto. Foto Tom Griggs.
Para abordar con mayor profundidad el tema, el portal Argentina Investiga entrevistó al médico chileno Aníbal Faúndes, reconocido experto en derechos sexuales y reproductivos que desde hace 25 años trabaja en Brasil.
De todas las regiones del mundo, América Latina es la que posee las leyes más prohibitivas contra el aborto. En países como Chile, El Salvador, Nicaragua y República Dominicana esta práctica es prohibida, aún si la continuidad del embarazo pone en riesgo la vida de la mujer: atrapados por la ley, los médicos la dejan morir.
En Argentina, el aborto es considerado un delito y, salvo unas pocas excepciones (en caso de violación de una mujer con determinadas patologías psíquicas, o cuando peligre su salud), es prohibido por el Código Penal en los artículos 85 al 88. Pese a ello, en el país se producen entre 460 mil y 600 mil interrupciones voluntarias de embarazo por año, lo que significa casi un aborto por nacimiento, según una investigación del ministerio de Salud de la Nación realizada, por primera vez, a través de métodos científicos validados internacionalmente.
Las cifras son contundentes y demuestran que, en la práctica, no existe ley ni pena que haga desistir a una mujer de realizarse un aborto si ésa es su decisión. El derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y su maternidad es un reclamo largamente sostenido por distintos sectores y organizaciones de la sociedad civil. A fines de 2011, el tema llegó hasta el Congreso de la Nación, donde estuvo a punto de tratarse un proyecto de despenalización, pero su debate pasó para este año por falta de quórum. El proyecto reabrió la posibilidad de un debate social postergado, en el que se cruzan cuestiones éticas, políticas, religiosas y económicas, sumadas a cierto sentido público de la hipocresía.
Para abordar con mayor profundidad el tema, dialogamos con el médico chileno Aníbal Faúndes, un reconocido experto en derechos sexuales y reproductivos que desde hace 25 años trabaja en Brasil. Faúndes estuvo en Córdoba para dar una charla y Argentina Investiga dialogó con el especialista acerca de la realidad del aborto en todo el territorio de América Latina.
-¿Cómo es la cuestión legal sobre el aborto en América Latina?
-América Latina es la región del planeta con las peores leyes que restringen el aborto. Tiene cinco de los ocho países del mundo donde no permiten el aborto en ninguna circunstancia y, con excepción de Cuba, Colombia y Ciudad de México, todos los demás países dicen que el aborto es un crimen. En la práctica, en América Latina ninguna mujer, aunque cumpla con los preceptos legales, tiene acceso al aborto en hospitales públicos.
-Pero sí en los hospitales privados…
-Todos sabemos que en los nosocomios privados el aborto seguro es accesible para la mujer que tiene dinero. Entonces, cuando reclamamos el derecho al aborto, en realidad reclamamos el derecho a la igualdad, la equidad y la justicia. No puede ser que la sociedad condene a un grupo de mujeres pobres a no poder realizarse un aborto seguro, que son quienes sufren los graves efectos negativos de la legislación restrictiva. Se está violando el principio bioético de justicia. Además, esta legislación restrictiva sólo penaliza a la mujer y no al hombre, quien comparte la responsabilidad por el embarazo no deseado y es quien muchas veces la presiona para que aborte.
-En la vereda contraria están quienes sostienen que la vida comienza en el momento de la concepción, que debe ser protegida y tiene derechos.
-La cuestión es hasta dónde el embrión o feto en formación puede considerarse legítimamente una persona y si tiene derechos que se sobreponen al derecho de la mujer. Es difícil aceptar que la célula que surge de la fertilización, cuando se unen un óvulo y un espermatozoide, tenga más derecho que una mujer. Pero también es difícil aceptar que una mujer tenga total autonomía sobre su cuerpo hasta el final de su embarazo. Hay todo un continuo desde el momento de la fertilización hasta el nacimiento del bebé en que los derechos de ambos entran en equilibrio. Determinar el momento en el cual un embrión pasa a adquirir derechos iguales a los de la mujer es, en última instancia, una discusión moral sobre la que nunca será posible llegar a un acuerdo unánime.
La mayoría de los países que legalizaron el aborto lo permiten hasta las 12 semanas de gestación. Según explica el obstetra chileno, esto se debe a que “hasta las 12 semanas, con absoluta seguridad, el feto no tiene ningún tipo de actividad nerviosa ni cerebral, porque el cerebro no existe todavía. Se considera que, dentro de este plazo, el derecho de la mujer se sobrepone al del feto”. Al margen de ello, hay un aspecto que parece estar fuera de discusión: ninguna mujer está “a favor del aborto” ni lo promueve, se trata siempre de una situación dolorosa que ninguna mujer desea atravesar.
Circunstancias particulares
De acuerdo a Faúndes, las encuestas realizadas en América Latina indican que la mayor parte de la población no está de acuerdo con el aborto realizado en cualquier circunstancia, y que la mayoría conoce a alguien que decidió terminar con su embarazo. Sin embargo, cuando se les pregunta si esa mujer debería ir a la cárcel (tal como lo establece la ley, al tipificar el aborto como un delito), responden que no. “Están diciendo, entonces, que el aborto no debería ser punible en cualquier circunstancia. Lo que pasa es que, cuando se trata de una persona que conocen, saben por qué lo hizo y piensan que sus circunstancias fueron particulares. Lo que la gente no piensa es que, para cada mujer que se hace un aborto, sus circunstancias son tan excepcionales que ella y sólo ella las puede juzgar, y justifican moralmente la interrupción de su embarazo. Lo que no significa que esa mujer promueva el aborto; ella hubiera preferido no tener que pasar por ese embarazo que la llevó a abortar”, reflexiona.
-¿Qué diría respecto de las posiciones que sostienen que la legalización del aborto derivaría en un aumento de su número?
-Es un prejuicio, un temor infundado. Sólo para mencionar un ejemplo: el programa uruguayo “Iniciativa Sanitaria” sobre reducción de riesgos y daños en embarazos no deseados, que se puso en marcha en el hospital Pereira Rossell -el principal de Montevideo- y luego se transformó en un programa de gobierno, comenzó en 2002 y se basa en el derecho de toda persona a recibir información, con resultados excelentes. Desde 2008 no se registró ni una sola muerte por aborto inseguro en Uruguay, ni tampoco aumentó el número de abortos.
-En Argentina, muchas veces, los médicos tienen que realizar abortos permitidos por la ley y, aún así, se oponen a practicarlo. ¿Cómo es la situación de estos profesionales a nivel regional?
-Es la misma en casi todos los países de América Latina. Lo que pasa es que los médicos creemos que tenemos derecho a decidir por encima de la ley, alegando objeción de conciencia. Lo hacen creyendo que si ellos practican un aborto, van a ser condenados por sus pares y la sociedad. Sin embargo, en Argentina, Brasil y Perú hicimos estudios que muestran que, cuando un médico o su pareja tienen un embarazo no deseado, el 80 por ciento aborta. O sea, que su actitud consigo mismos es mucho más permisiva que con el resto.
Las respuestas diferenciadas del profesional de la salud ante un aborto realizado a su pareja y el que deben practicar, por ejemplo, a una niñita que ha sido violada, se inscriben en el marco de una formación académica en la que no se discute el tema. En este sentido, Faúndes apunta que, en la carrera de Medicina “no se habla sobre el aborto, como si no existiera, aunque alcance a la mayor parte de las personas alguna vez en su vida”. Esta falta de información, discusión y debate sobre la problemática del aborto es la que permite continuar pensando erróneamente que las mujeres no abortarán si está prohibido hacerlo. Aunque la realidad se encargue de mostrar que la ley no tiene la más mínima influencia en determinar si una mujer va a interrumpir o no su embarazo.
Faúndes básico
Aníbal Faúndes es uno de los más destacados especialistas en la temática de aborto en América Latina. Es profesor en la Universidad de la Campinas en Sao Paulo (Brasil) y asesor para la Organización Mundial de la Salud (OPS). En Chile fue coordinador del programa de Salud de la Mujer en el gobierno de Salvador Allende hasta el golpe militar de 1973, y consultor de la OPS en Cuba, donde elaboró una exitosa estrategia para disminuir el número de abortos en ese país, que en diez años se redujo a la mitad.
Es autor de numerosas publicaciones e investigaciones y recientemente publicó el libro “El drama del aborto: en busca de un consenso”, donde recalca que para disminuir los índices de aborto es necesario un mejor equilibrio de poder entre mujeres y varones.
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