Después de más de una década de debate, Chile comienza a reconocer las uniones civiles de parejas, incluidas las homosexuales. En un país que estableció el divorcio recién en 2004, despenalizó la sodomía hace apenas 15 años y en el que aún el aborto no está permitido bajo ningún aspecto, la institucionalización del Acuerdo de Unión Civil (AUC) supone un avance importante en la sociedad chilena hacia la tolerancia de la diversidad sexual.

Si bien la disposición data de enero pasado, no se pudo aplicar de inmediato porque desde entonces y hasta el 21 de octubre se estuvo capacitando a funcionarios del Registro Civil para evitar la confusión entre el AUC y el tradicional matrimonio civil, que es el acuerdo en el que contraen vínculo un hombre y una mujer. “Esto da cuenta de alguna manera de un cambio paradigmático de la sociedad chilena, de un cambio cultural, político y ético irreversible y de una profundidad no vista”, celebra Rolando Jiménez, histórico dirigente del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), principal impulsor de la iniciativa.

Para su sanción en el Congreso en enero pasado, fueron necesarios seis proyectos de ley y 12 años de tramitación parlamentaria, acompañados por 35 marchas, 72 protestas y 20 campañas. La “Ley Antidiscriminación”, aprobada en 2012, preparó el terreno para la nueva normativa, a pesar de la resistencia durante años de los legisladores derechistas que accedieron a su sanción tras la conmoción pública generada por el asesinato de Daniel Zamudio, un joven que murió luego de ser atacado y torturado en el Parque San Borja de Santiago en el mismo año. Dicha ley establece que se deben condenar los actos arbitrarios motivados por el sexo, la raza o condición social.

“¡Cuánto ha cambiado Chile y para bien!”, reflexionó el ministro vocero de Gobierno, Marcelo Díaz, al anunciar en el palacio presidencial una campaña de difusión del AUC llamada “Una ley para todas las familias”.

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EL AUC no es lo mismo que matrimonio “igualitario”, sino que sirve para regularizar situaciones de convivencia de hecho, y en esto no importa el sexo, factor que sí es clave según el Código Civil, que define al matrimonio como “el contrato entre un hombre y una mujer".

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El acuerdo crea un nuevo estado civil: el de conviviente civil. Cada conviviente civil es heredero del otro en igualdad de condiciones que los matrimonios y con las mismas obligaciones respecto de los hijos. En el caso de los homosexuales, tienen la misma preferencia que los parientes sanguíneos para el cuidado de los hijos .El conviviente podrá depender de la pareja en los sistemas de salud y tiene derecho a pensión. 

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Para ponerle término al AUC se necesita sólo la voluntad de uno de los convivientes. Pero los suscriptores del AUC no están habilitados para adoptar, una opción para la que tienen prioridad los matrimonios. Los homosexuales pueden hacerlo pero como última alternativa y como solteros.

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Hasta ahora, unas 1600 parejas, en su mayoría heterosexuales, se habían inscripto para acceder al AUC, considerado como una oportunidad para regular convivencias de años, muchas con hijos y bienes en común, que no han querido pasar por un juez o por la iglesia, en un país en el que el trámite de divorcio además es bastante engorroso.

“Tenemos una muy buena ley de Unión Civil y de ahí el atractivo para muchas parejas heterosexuales que, pudiendo casarse, prefieren suscribir el AUC por considerarlo una institución familiar que los reconoce como pareja, los protege, les da derechos y obligaciones, pero que es mucho más simple tanto de suscribir como de finalizar”, dijo el vocero del Movilh, Oscar Rementería. Según resultados del Censo del 2012 que cita la organización, 34 976 personas admitieron tener una unión con parejas del mismo sexo.

Sin embargo, la iniciativa tiene todavía algunos puntos pendientes. La legislación chilena concede cinco días de permiso laboral a los novios tras el matrimonio, pero no para los contrayentes del AUC.