"La violencia deja marcas. No verlas deja femicidios". Esta frase sintetiza a la perfección la causa por la que miles de mendocinas y mendocinos marcharon por las calles de la Ciudad, pidieron justicia por todas las víctimas de la violencia machista y exclamaron "Basta" de muertes de mujeres.

Fue un grito colectivo, desesperado, que salió de las entrañas y que afloró a causa del cansancio y del malestar social. "Por nuestras muertes, toda una vida de lucha", exclamaron sin cesar.

El clima ayudó a diseñar la postal. Cerca de las 18.00, el cielo de Mendoza estaba gris. Las gruesas nubes habían atenuado la luz del sol pero el calor en la calle se percibía a la distancia. Uno a uno, los distintos colectivos armaron una gran columna y en pocos minutos los cánticos se acoplaron con los bombos y las pancartas de distintos colores.

"Vivas nos queremos", dijeron mujeres, hombres y niños que, en su mayoría vestidos de negro, canalizaron su reclamo en tres puntos: la declaración de la emergencia en violencia de género, el cese de los femicidios en la provincia y el rechazo a la postulación de José Virgilio Valerio a la Suprema Corte de Justicia. El pedido tuvo su anclaje espacial y simbólico. Pasó por la Legislatura, el Palacio Judicial y concluyó en la Casa de Gobierno.

Las brisas, por momentos invernarles, no detuvieron el reclamo en ningún momento. Todo lo contrario. Ante cada ráfaga, más alto se levantaban los carteles y las voces porque el grito era de todas y todos. Algunas se expresaron a través del teatro, otros usaron la pintura. Todas las formas de expresión fueron válidas.

Organizaciones relacionadas con el kirchnerismo criticaron la ausencia de grandes banderas estudiantiles como Franja Morada o Libres del Sur, que sí marcharon en otras ocasiones. Desde estas agrupaciones respondieron que la manifestación no tenía consignas políticas, por eso no llevaron pancartas, porque se trataba de una construcción social.

Es que ya no se trata de Johana, Gisela, Soledad, Janet, Ayelén, Julieta o Lucía. Todas son parte de un engranaje que durante años colocó a la mujer en una situación de desigualdad y violencia.

"Todos los días vemos actos de violencia. Queremos justicia y no olvidar", afirmó Silvia Minoli, símbolo de la lucha por la búsqueda de justicia desde 2012, cuando desapareció Johana Chacón y por cercanía, abrazó también la causa de Soledad Olivera. La docente explicó que es necesario cambiar las prácticas familiares para avanzar en los cambios sociales. Con la templanza que la caracteriza, criticó la postulación de Valerio, el juez que absolvió a Mariano Luque, único imputado en la causa Olivera. "Nosotros no lo queremos en la Corte. Fue misógino y homofóbico. Nosotros queremos una mujer", replicó.

Por su parte, la senadora del FIT Noelia Barbeito festejó el paro de mujeres, que en Mendoza se vivió en la UNCUYO, y repitió que en la eventual sesión secreta del Senado para aprobar o no a Valerio el bloque no votará, porque no comparten la forma de elección. "A los jueces los eligen 38 personas pero imparten justicia a miles de mendocinos", recriminó la legisladora.

Según los cálculos, marcharon más de 7000 personas. Fueron hombres que se avergüenzan de las prácticas de los compañeros violentos, mujeres que desean salir a la calle sin miedo y niñas y niños que quieren crecer en paz.

Se busca tomar conciencia y aceptar que es un problema social que merece la atención de todos los sectores del Estado. No más femicidios, no más violencia. Cuando esa frase se cumpla, avanzará la sociedad. A las mujeres, vivas las queremos.