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El calentamiento global está derribando las barreras naturales que los climas imponían para el desarrollo de patógenos humanos y animales.
Dicen que el Aedes albopictus, conocido coloquialmente como mosquito tigre, ya llegó al Reino Unido gracias al calentamiento global. Foto: Wikimedia Commons.
Unidiversidad / Fuente: El País
Publicado el 07 DE AGOSTO DE 2017
A finales de septiembre del año pasado, entomólogos del servicio de Salud Pública de Inglaterra (PHE) encontraron en un estacionamiento para camiones de una estación de servicio del sureste del Reino Unido 37 huevos de Aedes albopictus. Por primera vez se detectaba la presencia del mosquito tigre en suelo británico, ya que nunca había llegado ni tan al norte ni tan al oeste de Europa. Aunque no encontraron ningún ejemplar adulto, el cambio climático podría estar creando las condiciones para que este mosquito se asiente en Inglaterra y, con él, los patógenos de los que es vector.
El calentamiento global está alterando los patrones de distribución, comportamiento y hasta la genética de muchas especies. El cambio climático está adelantando la primavera; mientras unas especies se expanden a altitudes cada vez más altas, otras lo hacen en latitudes más extremas. Está provocando también grandes movimientos de personas y animales. Pero ¿cómo está afectando a los principales patógenos? Hay evidencias de que en el pasado el clima ayudó a la propagación de enfermedades como la peste. ¿Cómo le sientan los vaivenes climáticos del presente a las bacterias, virus, hongos, protozoos o helmintos? ¿Cuál es el riesgo de que mosquitos como el A. albopictus transmita en Europa alguna de las cuatro enfermedades que ya transmite en otras regiones del planeta?
Investigadores de la Universidad de Liverpool han empezado a responder a esas preguntas con una especie de evaluación de riesgos. De los 3628 patógenos conocidos, se centraron en 200 de los que tienen mayor impacto en Europa. Tomaron 100 que afectan a animales y otros 100 que se ceban con los humanos. Cuarenta y tres de ellos atacan a ambos, así que la muestra de patógenos únicos fue de 157. Ahí está lo mejor de cada casa, desde la Escherichia coli y la Yersinia pestis (ambas bacterias) hasta la Candida glabrata (un hongo) o el virus de la gripe.
Tras revisar lo que sabe la ciencia de cada uno de estos bichos, los científicos encontraron que 99 de ellos son sensibles a por lo menos un factor climático. Entre esos factores tuvieron en cuenta elementos como la altitud, la vegetación, la temperatura, la humedad o las lluvias. De estos 99 agentes causantes de enfermedades, el 90 % mostró sensibilidad a más de uno de los factores climáticos tomados en cuenta, en particular, a los cambios en la temperatura, la humedad y los patrones de lluvia. Estos tres están, precisamente, entre las variables más alteradas por el cambio climático.
"La sensibilidad climática de los patógenos es un indicador clave de que las enfermedades pueden reaccionar al cambio climático", dice la epidemióloga y principal autora de este estudio, Marie McIntyre. Aunque el estudio, publicado en Scientific Reports, no explica en detalle qué hará el calentamiento global con cada una de estas criaturas, "evaluar qué patógenos son más sensibles al clima es información vital si queremos prepararnos para el futuro", añade.
Por grupos taxonómicos, los más dependientes de factores climáticos son los virus, las bacterias y los hongos y los que menos, los protozoos y los helmintos, o gusanos parasitarios. Por vía o vector de transmisión, los patógenos presentes en el suelo, la comida y el agua parecen los más sensibles al clima, en particular a la humedad y la temperatura. Pero los patógenos que más dependen del tiempo son los transmitidos por artrópodos, en particular insectos chupadores como las garrapatas y los mosquitos, la mayoría del género Aedes.
El A. albopictus puede transmitir el virus del dengue, el de la fiebre amarilla, el virus del Nilo Occidental o la artritis epidémica chikunguña. También ha resultado ser el vector clave en la última epidemia del virus del zika. Este mosquito y otros exóticos, también de la familia Aedes, se están expandiendo fuera de sus zonas originarias a otras regiones, como Europa o América. Por eso son vigilados de cerca por las autoridades sanitarias.
En el caso del inicio, el lugar donde fueron encontrados los huevos del mosquito está muy cerca del Eurotúnel y lo más probable es que la hembra que los puso llegara desde Francia en uno de los camiones. El transporte internacional de mercancías y los movimientos de las personas eran las vías tradicionales para la introducción de patógenos exóticos. Pero, hasta ahora, el clima hacía de barrera e impedía su asentamiento. El calentamiento está derribando las barreras.
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