Tras doce años del último mundial disputado –Francia 1938- y las suspensiones de las ediciones de 1942 y 1946 debido a la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, en 1950 Brasil organizó la segunda cita planetaria de la historia y la segunda en Sudamérica.

La selección brasilera llegó a la final de la copa del mundo invicto con cuatro triunfos y apenas un empate. Por el lado de Uruguay con dos victorias y también un empate. En julio de 1950 en Río de Janeiro, en el Estadio Maracaná, oficialmente se reconocen que para ese encuentro habían 174 mil espectadores, pero existen también cifras extraoficiales que dicen que fueron más de 200 mil personas.

La Canarinha formó con: Barbosa, Augusto, Juvenal, Bauer, Bigode, Danilo Alvim, Zizinho, Ademir, Chico, Friaca, Jair.

Por el lado de la Celeste los once fueron Roque Maspoli, Schubert Gambetta, Matias Gonzalez, Eusebio Tejera, Victor Rodriguez Andrade, Obdulio Varela, Alcides Ghiggia, Oscar Miguez, Ruben Moran, Julio Perez, Juan Schiaffino.

En dicho encuentro la selección Canarinha, en manos de Friaca, se puso arriba a los 2 minutos del segundo tiempo, mientras que a los 20 la Celeste igualó el encuentro a través de Juan Schiaffino. A diez minutos del final Alcides Ghiggia ponía puso el 2 a 1 favor de Uruguay coronándolos campeones del Mundo por segunda vez y enmudeció a los más de 200 mil brasileros que colmaron el Maracana. Un hecho lamentable que quedaría para toda la vida en Brasil denominado como Maracanazo.

El resultado sorprendió a todas las autoridades brasileras que olvidaron entregar el título de campeón a Uruguay, por lo que fue el propio Jules Rimet (presidente de la FIFA desde 1921 hasta 1954) quien dio el trofeo.

Los periódicos de la época tuvieron que correr para corregir el titular ya que tenían impreso en la primera página “¡Brasil, campeón mundial!”. También la derrota de Brasil ocasionó suicidios, se contabilizaron 20 a lo largo del país.

El héroe de este acontecimiento, Alcides Edgardo Ghiggia, murió a los 88 años en la fecha exacta en que se cumplieron 65 años del célebre Maracanazo. En la vereda opuesta se encuentra el arquero Moacyr Barbosa, de Brasil, que fue condenado como el “portero maldito”. A partir de ese momento su vida fue un martirio.

En 1963 el malogrado guardameta quemó, en un asado, los postes de madera que trece años atrás fueron su prisión perpetua. Más tarde en 1993 le prohibieron ingresar a una concentración de la selección que se alistaba para enfrentar a Uruguay en el Maracaná en un partido de las eliminatorias del Mundial de Estados Unidos porque les traería mala suerte.

Por todo lo vivido en un programa de televisión, un año antes de su muerte dijo: “La máxima pena para un crimen en Brasil es de treinta años. Yo pago por aquel gol hace cincuenta”.