A las 14.51 del 5 de agosto de 2010, un estruendo sorprendió a un grupo de trabajadores que cumplía su turno en la mina San José, ubicada en el norte de Chile. Luego de 69 días bajo tierra, fueron rescatados en un operativo sin precedentes. Los protagonistas de aquella hazaña no son los mismos hoy: algunos se sienten abandonados con un trauma que persiste, mientras otros capitalizaron la experiencia. A diez años del accidente, sin embargo, hay una certeza colectiva: el primer día del resto de sus vidas no fue lo que soñaron. Claudio Acuña, uno de los trabajadores de la mina San José, contó en Radio U lo que fue vivir al borde de la muerte.

El mundo entero siguió la historia de los 33 mineros: el colapso interno del cerro bloqueó todas las salidas y quedaron sepultados a 720 metros de profundidad, en medio del desierto de Atacama y con comida para unos pocos días. Cuando las esperanzas se esfumaban, 17 días más tarde, un papel escrito con letras rojas confirmó que se encontraban con vida: “Estamos bien en el refugio los 33”.

Fueron rescatados en una cápsula forjada en acero que se bautizó como Fénix. La operación tuvo características de epopeya y fue seguida por millones de televidentes en todo el planeta.

Los mineros recibieron trato de héroes. La industria de Hollywood puso sus ojos sobre su historia y hasta les dedicó una película: Los 33. Y si la traumática experiencia los cambió para siempre, lo que vivieron luego fue un viaje mucho más complicado.

Claudio Acuña fue el minero número 26 en salir de la mina. En diálogo con Radio U, afirmó: “Estaba ansioso, con ganas de salir y pensando en Dios. José Ojeda y yo atamos el papel y yo le dije que iba a recorrer el mundo. En esa situación, uno piensa en la muerte, estás muriéndote de a poco sin comida, pensás todos los días en tu familia. Pensaba en mi papá, que siempre me decía que no trabajara de minero. Hoy en día estoy bien, con salud y con mi familia, que es lo más importante”.

Foto: Infobae

El 12 de octubre, a las 23.19, descendió Manuel González, el primer rescatista de los seis que tomaron parte en la operación. El orden en que la cápsula los llevaría a la superficie fue decidido por un protocolo de rescate de submarinos. En primer término, subieron los que estuvieran mejor físicamente; luego, los más débiles, y, por último, los más fuertes psicológicamente.

El primero en respirar el aire de la noche fue Florencio Ávalos, de 31 años. Lo hizo a las 00.10 del 13 de octubre. El viaje por entre las rocas duró unos 40 minutos. Había estado 68 días, 9 horas y 5 minutos atrapado. El último, Luis Urzúa, de 54, apareció el 13 de octubre a las 21.56. Con 69 días, 6 horas y 51 minutos, es el ser humano que más tiempo estuvo bajo tierra.

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