Cuarenta años de VIH, una enfermedad que, pese a los avances científicos, no se termina
Las desigualdades sociales y el estigma no permiten frenar el virus. El VIH es prevenible y tratable; sin embargo, miles de personas se infectan por día y otras tantas mueren. "Algo estamos haciendo mal", dijo al respecto el médico infectólogo Pedro Cahn.
Foto: El País
Pese a que no hay todavía una droga que permita la "cura" o una "vacuna" en los términos tradicionales, a 40 años del descubrimiento del VIH, existen conocimientos y herramientas científicas –como test o tratamientos– para frenar la pandemia por este virus. Sin embargo, esto no sucede por las desigualdades sociales y el estigma, aseguraron Isabel Cassetti y Pedro Cahn, dos de los máximos referentes nacionales de la temática de cara al Día Mundial de Sida, que se conmemora el 1.º de diciembre.
"El VIH es prevenible y, sin embargo, se infectan todos los días miles de personas en todo el mundo; es tratable y, sin embargo, miles de personas mueren a diario; algo estamos haciendo mal", señaló el médico infectólogo Pedro Cahn, director científico de Fundación Huésped desde 1989.
Cahn, que desde el servicio de Infectología del Hospital Fernández atendió los primeros casos de personas con el virus a principio de los 80, cuando todavía no estaba claro ni siquiera el modo de contagio, describió con entusiasmo los avances en los tratamientos y no dudó a la hora de responder por qué no se pone fin a la pandemia.
"La desigualdad social hace que no todos los países tengan acceso al diagnóstico y tratamiento, y dentro de cada país, no todos los sectores de la población tienen el mismo acceso a las estrategias de prevención ni de tratamiento, además de que hay que levantar las barreras del testeo. Cualquier persona que vaya a un hospital público tiene que ser testeada, pero si no va, nadie sale a buscarla", sostuvo.
Y añadió: "Hay que salir a buscar, facilitar el autotesteo, usar más testeo rápido, hay que hacer todo lo posible para que la gente pueda enterarse, para mejorar su calidad de vida y no ser un eslabón en la cadena de transmisión".
En junio de 1981, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos publicaba en su boletín los primeros casos de lo que llamó una "neumonía asesina" y que luego se asociaría con la inmunodeficiencia causada por el VIH. "En estos 40 años, hubo un tremendo progreso en tratamientos porque se ha logrado mejorar la sobrevida y la calidad de vida. Hoy, la sobrevida de una persona con VIH es la misma que la de una sin el virus, y trabajamos mucho en las comorbilidades asociadas, como la hipertensión, diabetes, etc.", describió Isabel Cassetti, médica infectóloga y directora médica de Helios Salud, que también trabaja hace años con personas viviendo con el virus. Continuó: "Avanzamos con tratamientos más eficaces y más seguros que producen menos efectos adversos, lo que lleva a menos abandono en comparación con los esquemas que usábamos años atrás".
En el mismo sentido, Cahn indicó: "Tenemos tratamientos más compactos y sencillos de una pastilla por día, a lo sumo dos, y hay novedades muy interesantes en términos de formas de administración".
El infectólogo detalló que, por ejemplo, "en Estados Unidos ya está autorizada la combinación de cabotegravir y rilpivirina, que son medicaciones inyectables que se pueden dar una vez por mes (y se está investigando cada dos meses) con el mismo efecto que tomar una pastilla todos los días. Esto es un avance muy importante, sobre todo para aquellos pacientes que tenían dificultad en seguir el tratamiento con una toma diaria".
Agregó: "También hay implantes subcutáneos que liberan drogas, como los que se usan para anticonceptivos, que se están probando tanto como tratamiento como para profilaxis preexposición (PrEP) para personas con mucha exposición al virus".
Acerca de una vacuna, la Fundación Huésped y Helios Salud, junto al Hospital Ramos Mejía participan de Mosaico, uno de los estudios mundiales que buscan evaluar la eficacia de una vacuna para la prevención del VIH que se encuentra en fase III. Mosaico, que se realiza en 57 centros de investigación en 8 países a lo largo de las Américas y Europa, utiliza una vacuna que se basa en la combinación de varias proteínas del virus VIH que se agregan genéticamente a un vector viral (el adenovirus 26), que es inofensivo para los humanos, pero que es efectivo para generar inmunidad específica contra diferentes subtipos de VIH.
"Seguimos trabajando en un tratamiento que permita la cura (que sería que no haya más virus en el organismo). Ha sido muy difícil lograr esto en VIH porque el virus es muy evasivo. Hay que entender que, cuando uno se infecta con COVID-19, por ejemplo, lo que se afecta es el pulmón, pero tiene un sistema inmunológico que sale a combatirlo; en cambio, con el VIH, el que es atacado es el sistema inmunológico", sostuvo Cahn. Añadió: "Esto hace que sea más difícil encontrar la cura y también una vacuna, porque ataca al sistema inmunológico, que es el que debe desarrollar la respuesta tanto en la infección como en la vacuna; además, se trata de un virus con una gran capacidad de mutación".
Los especialistas recordaron, además, que una persona con buena adherencia al tratamiento puede sostener su carga viral indetectable.
"Esto no solo la beneficia porque tiene una mejor calidad de vida, sino que además hay una fuerte evidencia científica que demuestra que una persona en tratamiento que logra estar más de seis meses con su carga viral indetectable no transmite el virus, esto es lo que se denomina I=I (indetectable=intransmisible)", detalló Cassetti.
Sin embargo, aun con estas buenas noticias, "Onusida aceptó en 2020 que no llegó a la meta del 90-90-90 como se había propuesto, que implicaba que el 90 % de las personas de las personas que viven con VIH lo sepan; que de ellas, el 90 % esté en tratamiento, y de ellas, el 90 % tenga la carga viral indetectable".
"Uno de los problemas que tenemos en el mundo, y en particular en algunas regiones como Latinoamérica, es el diagnóstico tardío; como sistema de salud, estamos llegando tarde al diagnóstico, esto representa alrededor del 30 %, y hay regiones donde llega al 40 %", indicó Cassetti. Añadió que "esto implica un mayor porcentaje de hospitalización y complicaciones, y en ese período, además, la persona está transmitiendo a la comunidad".
"El otro problema es la transmisión vertical (de madre a hijo). Lo que se quiere lograr es que sea menor al 2 %, que tengamos niños que nazcan sanos; en Latinoamérica, las cifras son dispares; en Chile y Uruguay, tienen menos del 2 %, y en Argentina y Colombia, está entre el 4 y 6 %", sostuvo.
Concluyó: "Entonces, hoy tenemos el conocimiento, las herramientas; lo único que tenemos que hacer es ejecutarlas, y ya es momento de hacerlo".
Fuente: Natalia Concina para Télam
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